En recientes años se ha vuelto muy común escuchar del tema Cadenas de Valor en el Sector Turístico y la incentivación de esta en los diversos productos, regiones y destinos turísticos. Pero, ¿es acaso que México como destino turístico las desarrolle en beneficio a la comunidad receptora?
He visto la evolución del turismo dentro de la República y cómo la industria se ha expandido a través de diversos corporativos nacionales e internacionales; dejando algunas veces, marginada a la comunidad receptora de las regiones turísticas, generando así el descontento de la población. A este tipo de Turismo le llamaremos Darwinista, donde sólo los más aptos o más fuertes devorarán a los más débiles, dejando una derrama económica beneficiosa para aquellos que pertenecen al sistema de corporativos.
Por otro lado, tenemos a las Cadenas de Valor, las cuales proponen un sistema económico igualitario, llamado desarrollo local endógeno; donde todos los que participan en la actividad económica reciben un beneficio equitativo a través de sus conocimientos, habilidades, servicios o productos que sean necesarios para la satisfacción del consumidor en dicha actividad. Es importante resaltar que dicho término tomó euforia junto con el Programa Sectorial de Turismo 2013-2018 donde se plasman algunas estrategias para el desarrollo y fomento dentro de la población receptora.
La propuesta de crear cadenas de valor reside en que cada ente involucrado genere empatía con los demás; ya sea ofertando servicios, infraestructura, equipamiento, productos, servicios complementarios, experiencias; o, siendo fuentes de abasto y suministro, consultores, productores, etc.
Las preguntas surgen cuando dimensionamos la complejidad del tema ¿Son necesarias la Cadenas de Valor? ¿Todos los involucrados reciben el mismo goce de beneficios? ¿Existe corrupción dentro del sistema? Pues bien, todo sistema de desarrollo tiene limitantes y no en todos los entornos es aplicable, pero se es necesario el fomento de este tipo de desarrollo para que las comunidades se vean beneficiadas dentro de la actividad y así propicien la mejora de calidad de vida de los miembros de la misma, fuentes de trabajo más dignas y la preservación de sus atractivos, cultura y costumbres.
Existen múltiples casos de éxito que nos dan pie a generar más Cadenas de Valor, ¿Un ejemplo? Hablemos de Cuetzalan del Progreso en Puebla, en específico del Centro Ecoturístico Tosepan Kali, que en lengua náhuatl significa Nuestra Casa, allí radica una cooperativa de familias de campesinos indígenas de la Sierra Nororiental de Puebla que crearon este centro, permitiendo que cada uno de los integrantes tomara un rol dentro del producto ofertado. Dicho centro cuenta con cabañas construidas con bambú y con un campamento llamado Cuevañas (nombrado así por ser cuevas con plantas que vayan con la armonía del lugar); todo lo anterior complementado con un paisaje auténtico de la región y con diversas actividades como temazcal que convertirán la estancia del cliente en una experiencia única.
La misión de Tosepan Kali es el fomento del turismo en armonía con la naturaleza, mismo que genere derrama económica para la cooperativa y para la conservación del medio ambiente dentro del espacio que habitan.
Como se puede ver, el fomento de las Cadenas de Valor puede producir e incrementar la mejora no sólo en el aspecto económico, sino también, en el social y en el medio ambiental.