Hablemos de lo que no se habla.
En el turismo como en cualquier actividad humana, hay ganadores y perdedores.
El origen del turismo moderno se da con la industrialización y el avance hacia el consumo y la globalización. Y actualmente, hacia la sociedad posmoderna y el hiperconsumo. Por eso hoy se paga más por una habitación con vista al mar, o por un balcón en un crucero o por más equipaje o espacio en los aviones.
Pero vayamos por partes.
Los destinos turísticos han sido estudiados desde enfoques diferenciados, pero siempre parciales, es decir, no entendiendo el sistema como una totalidad y el turismo dentro de éste. Así encontramos teorías sociológicas del turismo, desde la geografía, la regionalización del territorio, desde la economía, el desarrollo de un destino y muchas otras opciones más. Por eso, en el mundo hay Secretarías o Ministerios de Turismo junto con algo más: Secretaría de Turismo y Cultura, Turismo y Deporte, o Economía y Turismo. Entonces todos tenemos visiones diferentes para analizar este fenómeno.
Uno de los enfoques que más se ha usado para medir el desarrollo, la crisis, decadencia u obsolescencia de un destino es el clásico modelo del ciclo de vida de los destinos turísticos expuesto por Butler en 1980, el cual es para algunos expertos una propuesta simplista y con poco rigor metodológico-conceptual.
Sin embargo, este modelo es el tradicionalmente usado para describir los procesos de evolución de los destinos turísticos, principalmente desde las escuelas de turismo, ya que desde otros ángulos como el geográfico o el económico hay enfoques diferentes.
Por eso pensamos que para tomar decisiones en materia de políticas públicas, planeación y desarrollo del territorio, desarrollo empresarial y políticas sociales en un destino turístico, es fundamental la realización de un riguroso análisis de la realidad del destino a partir de una visión integradora y entendiendo el mismo como una unidad; de esta manera estar en posibilidad de evitar o mitigar los impactos negativos del turismo. De ahí que el entendimiento del turismo como un sector económico sea corto y el ciclo de vida de los destinos turísticos de Butler, muy limitado.
De aquí se desprende la necesidad del uso interrelacionado de observatorios y planes estratégicos a partir de la experiencia y, sobre todo, que los criterios con los que se planean los destinos turísticos vayan más allá del desarrollo sostenible.
Ya no es suficiente pensar en el turismo como una actividad socioeconómica más que se integra a la dinámica actual y que genera impactos positivos y negativos, sino pensarlo como un modelo diversificado, que permea las sociedades receptoras en su comportamiento y cotidianidad y que permea también en el turista en lo referente a la motivación del viaje, funcionando así como el soporte ideológico del actual sistema de consumo.
El turismo sostenible es un gran objetivo para la humanidad, pero pensemos de manera realista si es posible o una utopía.
Les invito a pensar en que hay una relación entre turismo y ciudad: sus orígenes, evolución, lineamientos económicos y socioculturales que generan la cultura del ocio y la recreación; y su capacidad para crear significados e imaginarios. El turismo es mucho más que viaje, aviones y hoteles. Es un fenómeno complejo de alcances globales que hace las veces de soporte ideológico del capitalismo global.
De ahí se toman las propuestas de Bauman sobre modernidad líquida y se dice que “las imágenes turísticas son representaciones políticas de las geografías, de sus topografías e identidades culturales. No son inocentes; encierran discursos ideológicos construidos con el objeto de convertir los recursos culturales y ambientales en mercancías turísticas, y además, para reconstruir identidades en permanente definición”.