Como en ninguna otra «industria», esta característica es un nexo relacional de primer orden y que se logra distinguir nítidamente cara al comprador: es usted el mejor (si no el único) elemento distintivo de su producto.
En un mundo globalizado cuyos circuitos turísticos entraron a “producción” en lugar de “servicio”, el efecto que se sintió fue que sólo los “grandes” tenían las habilidades para esa producción de grandes volúmenes y con enorme capacidad de penetración e influencia en el mercado, gracias al círculo virtuoso que desencadena la alta facturación.
Los medianos y pequeños ofertantes ilusionados por la enorme opción de alternativas que surgieron para convencer que la única manera de competir a los grandes era seguir la misma senda, no perdieron tiempo y se lanzaron a la caza de una presa que se visualizaba fácil.
Así surgieron una multitud de opciones para “producción en masa” de paquetes y productos turísticos que sin temor a equivocarme han dominado los últimos 20 años.
Pero la vida es en sí misma una eterna búsqueda de cambio y el cambio, en el fondo, no es más que una de las formas expresivas de la curiosidad que esta vez vino de la mano de la búsqueda alternativa de lo nuevo. De eso se trata. La innovación y, por qué no ruptura, es la ecuación a resolver para abrir o penetrar mercados.
Una alternativa para lograrlo está en hombros del llamado turismo naranja.
Índice
Definición del turismo naranja
Conocido también como turismo creativo, esta tipología es novísima. En efecto apenas en el año 2000 se define como «aquel que ofrece a los visitantes la oportunidad de desarrollar su potencial creativo a través de la participación activa en cursos o experiencias de aprendizaje del destino que se está visitando”. (Raymon y Richards)
Durante la Conferencia Internacional sobre turismo creativo realizada en el 2006 se actualiza como “un turismo en el que el visitante tiene una interacción educativa, emocional, social y participativa con el lugar, su cultura y sus autóctonos. Los turistas se sienten en estos destinos como ciudadanos”.
Por último, en el 2012: “El turismo naranja es un nuevo tipo de turismo donde los recursos naturales, culturales y personales no son manipulados ni explotados, sino valorados y enriquecidos”. (Jelincic y Zuvela)
Alcances del turismo naranja
Extractando el alma de esos conceptos bien podemos cercar su alcance resumiendo que el turismo creativo ofrece oportunidades singulares para desarrollar potenciales creatividades individuales en entornos diferentes, basados en la cultura del lugar de destino como una forma de desconexión con la rutina diaria buscando descanso, cero estrés y diversión, pero a un ritmo pausado y no activo en exceso.
Diferenciación del turismo naranja
Sujetos a las imprescindibles personalizaciones de la idea de base, estos elementos deberían ser analizados a la hora de buscar identificación con este nicho de mercado:
- Diversificación: la novedad, especificidad y claridad en la oferta es la clave. Los recursos que le rodee son su fuente de inspiración.
- Cultura: entendida en su más amplia concepción. Creencias, valores, símbolos, normas, hábitos, actividades y costumbres sociales, de preferencia con profundas raíces propias, comunitarias e individuales.
- No estacional: dadas las características del consumidor ávido por saciar su hambre de experiencia específica y conocedor de las características del insumo, se puede ofertar a lo largo de todo el año en franca contraposición al turismo de masas.
- Combinable: siendo el centro de la convocatoria, bien puede ser adornado con otras opciones que pueden variar en intensidad, composición y tiempo, pero siempre guardando armonía en el conjunto, sea en ambientes urbanos y/o rurales.
Mercado del turismo naranja
Los teóricos sostienen que el turismo naranja está identificado casi en estrictez con los llamados millennials por su enraizada búsqueda de lo diferente y exótico, pero a criterio personal y profesional, es una verdad a medias.
En efecto, si de buscar paz y relax se trata, pienso que el segmento del jubilado activo también es una opción válida y bastante interesante, ya que reúne las 3 virtudes del cliente fiel:
- Tiempo.
- Dinero.
- Disposición.
En cualquier caso y para redundar, será su propia creatividad la que le dará el enfoque que más autenticidad y originalidad sea posible para involucrar elementos distintivos de su oferta ya que la demanda (el turista) no tiene un comportamiento clásico ni categoría etárea.
Ejemplos del turismo naranja
En general la experiencia se traducirá en talleres, sesiones, conferencias, mini-cursos, prácticas, clases y actividades que promuevan una participación responsable y consciente.
- Aprender a preparar un plato típico de la mano de la matrona de la región.
- Practicar meditación y yoga en un ambiente paradisíaco.
- Convertirse en un aprendiz de tallado tradicional en madera o piedra.
- Apoyar en la organización y desarrollo de una peregrinación religiosa o carnaval típico.
- Actividades manuales con cerámica, alfarería o alfombrería a la antigua.
- Preparar su propia cerveza con insumos orgánicos.
- Practicar fotografía especializada.
- Degustar un chocolate en finca luego de haber participado en su preparación.
- Práctica activa en deportes con varios niveles de complejidad.
- Clases interactivas de baile y danzas tradicionales.
- Charlas amigables con personajes locales: el viejo de la comunidad, el especialista en…
- Y un largo etcétera que usted deberá soñar, imaginar y proyectar.
Para los más interesados podría ser de interés visitar: «Creative Tourism Network» que es una ONG identificada con el tema a nivel mundial.