Baja California Sur goza de ser un estado privilegiado por la madre naturaleza al albergar dentro de sus entrañas un maravilloso contraste que conforman el majestuoso semidesierto rodeado del mar de cortés y el océano pacífico, lo que genera una gran variedad de culturas, tradiciones y gastronomía.
Las rancherías son un emblema de lo que representa nuestro estado, sin embargo la pérdida de identidad en comunidades rurales ha pasado a ser rutina en los últimos años, ocasionado por la disminución a gran escala de producciones agrícolas, ganaderas y pesqueras, por lo cual los habitantes más jóvenes de estas rancherías optan por emigrar a las ciudades cercanas en busca de oportunidades y/o a concluir sus estudios, sin embargo al culminar sus carreras ya no regresan a su lugar de origen debido a la falta de empleo.
Contraste a esto surge la ideología de aplicar el turismo rural en estas zonas, transformando las actividades económicas de las rancherías y aprovechando las culturas y tradiciones presentes, a su vez dando un giro radical pero favorable para los locales, capacitando a los rancheros en diversas actividades para de esta manera puedan ser aptos al momento de recibir visitantes, impulsando la actividad turística. Considero imprescindible convertir a esta submodalidad del turismo en una potencia a nivel estado que genere ingresos y beneficie a miles de rancheros, pero a su vez impulse el amor por mantener nuestras culturas, nuestras costumbres y raíces.
Estoy completamente seguro que el turismo rural puede mostrar al mundo la riqueza histórica y paisajística de cada destino que hay en Baja California Sur, además de la amabilidad, dedicación y sencillez de las personas que juegan un papel fundamental en el desarrollo y aprovechamiento de actividades.
Debemos hacer de nuestro estado un destino ideal para el turista que gusta de estar en contacto directo con la naturaleza mientras aprende de culturas (que por mucho tiempo se han mantenido perdidas).