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Durante mucho tiempo, las ciudades turísticas alrededor del mundo, entes gubernamentales y organismos trasnacionales de desarrollo se han encargado de demostrar cuán importante es la actividad turística para la economía global. Según el World Travel & Tourism Council (WTTC), 1 de cada 10 empleos en el mundo globalizado son parte del sector turístico. La Organización Mundial de Turismo (OMT) reportó para el 2019, ingresos de 1.7 billones de dólares en los EE. UU como resultado de las exportaciones generadas por el turismo, afirmando que “el sector es una verdadera locomotora mundial de crecimiento económico y desarrollo, que impulsa la creación de más y mejores puestos de trabajo y sirve de catalizador de la innovación y el emprendimiento». En resumen, el turismo está ayudando a mejorar la vida de millones de personas y a transformar comunidades enteras.

El turismo es igualmente uno de los sectores económicos con mayor absorción de la oferta de mano de obra a nivel global. Sin embargo, la inesperada llegada de la pandemia COVID-19 condujo a la inevitable paralización del sector. Alrededor de 319 millones de empleos turísticos se verán reducido drástica y repentinamente (estimaciones dicen que se perderán 100 millones de estos); las empresas privadas (hoteles, restaurantes, agencias de viajes, operadores turísticos, guías, bares, entre otras) han tenido que suspender actividades, ya que las condiciones y la fácil propagación del COVID-19 exigen medidas de distanciamiento social que son incompatibles con las formas tradicionales de la actividad turística. Los ingresos estimados de las compañías se han venido al piso, generando iliquidez sobre todo para empresas pequeñas y medianas que no cuentan con grandes capitales ni inversión extranjera. Para tratar de sortear la situación, cientos o miles de compañías han suspendido o modificado contratos laborales, otorgado licencias no remuneradas, vacaciones anticipadas, recortando los ingresos de los prestadores de servicios turísticos, siendo este el caso de los más afortunados, ya que hay quienes se han visto obligados a renunciar a sus empleos o actividades productivas, dado que están relacionados con la actividad turística informal, y en esta coyuntura de acinesia turística, no registran ningún ingreso.

Es inevitable para quienes vivimos de ejercer el turismo como profesión, sentir en este momento un profundo desasosiego. Sin embargo, también es un instante histórico y una coyuntura que nos obliga a detenernos, a pensar un poco más sobre el turismo y cómo ha venido funcionando el sector. Aunque nadie estaba preparado para una crisis de salud mundial que conllevara a una recesión económica, la respuesta de otros sectores económicos ha sido más justa y humana con los empleados.

Esta crisis nos invita reconocer los errores del pasado y nos posibilita tomar acciones para no volver a repetirlos. Es cierto que el turismo ayudó a la generación de empleos, pero tampoco podemos eludir que estos son empleos de baja calidad, mal pagados y poco estables. Las empresas deberían intentar acogerse a los principios de sostenibilidad para hacer un ejercicio de la actividad turística más equitativo y justo para todos. En 2018, se publicaron los resultados del primer trabajo conjunto entre la organización de los Estados Americanos(OEA) y la Organización Mundial del Turismo (OMT) titulado “El turismo y los objetivos de desarrollo sostenible: buenas prácticas en las Américas”, el cual propuso varios objetivos tendientes a promover una cultura de sostenibilidad en la práctica turística, sobre todo en lo relacionado con la producción y el consumo sostenible, y la sostenibilidad ambiental de los océanos y hábitats naturales. El objetivo número 8 alude específicamente a la generación de empleos dignos por parte del turismo, y por ende nos permite reflexionar sobre cuál habría sido la respuesta más idónea en materia laboral frente a este momento de crisis. El objetivo número 8 dice: 

“Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos.

El turismo como intercambio de servicios, es uno de los cuatro principales motores de ingresos en exportaciones a nivel mundial y actualmente genera uno de cada diez puestos de trabajo en el mundo. Con oportunidades de trabajo decente en el sector turístico, sobre todo para mujeres y jóvenes, así como con políticas que favorezcan más diversificación en las cadenas de valor del sector, se puede mejorar los beneficios socioeconómicos del turismo.

En pocas palabras, las empresas y el gobierno deben garantizar y proteger los derechos laborales, promover un entorno de trabajo seguro y sin riesgos para todos los trabajadores, al igual que mejores medidas para garantizar su debido cumplimiento. 

Las opciones más viables para minimizar los efectos sobre los empleados en escenarios tan extremos como este son: el aumento de los niveles de productividad e innovación tecnológica en las compañías; se debe generar capacitación y polifuncionalidad de los empleados del sector, que puedan cumplir diferentes roles y estén en la capacidad de crear y aportar en las compañías; la calidad de los empleos debe ser mejor, es decir, salarios superiores donde las propinas no sean el medidor salarial, ya que este es un incentivo adicional para los empleados; condiciones más justas; creación de políticas públicas que propicien el espíritu empresarial; reducción de empleos informales; fondos financieros para empleados, ya que estos son un activo de cada una de las compañías, y estás deben garantizar el bienestar de estos, en todo momento.

Es necesario pensar en estas medidas en momentos como éste, cuando el panorama para el sector no es muy alentador. La OMT estima que en 2020 las llegadas de turistas internacionales podrían disminuir entre un 60-80%, en comparación con el crecimiento de entre un 3% y un 4% previsto a principios de enero de 2020. Los organismos gubernamentales y entes de desarrollo deberían estar ideando y accionando estrategias para salvaguardar los empleos o generar subsidios a los empleados del sector; que las ganancias obtenidas por el turismo en cada país no solo ayuden a vanagloriar la actividad o a enriquecer a grandes productores, sino que también asistan en estas circunstancias a los pequeños y medianos empresarios que hacen parte de esta cadena.

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Por Irina Asprilla Mosquera

Administradora de Empresas Turísticas y Hoteleras, con experiencia en ventas y apasionada por un turismo sostenible, innovador y equitativo. Creo fielmente que podemos desarrollar la actividad turística empoderando a las comunidades locales y generar beneficios para todos.

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