La cosmovisión andina nos da una importante lección de vida frente al accionar humano con la naturaleza. La palabra cosmovisión se define como la manera de ver, sentir e interpretar la realidad que nos rodea; ahora, entendemos como culturas andinas aquellos grupos sociales que pertenecen al área geográfica ubicada en la región central de la cordillera de los Andes, cuna de importantes culturas precolombinas, empezando con Caral 3000 – 1500 a.c, hasta su descomposición en la conquista del imperio incaico en 1532 y con el hecatombe e imposición del mundo hispano a los andinos, sin embargo, en la actualidad aún existen grupos sociales como los Aimaras y Quechuas que son parte de este mágico y complejo mundo.
Desde el inicio de su formación como cultura, veían a la naturaleza y a los distintos fenómenos como deidades capaces de brindar y quitar vida, ese pensamiento fue moldeando y formando una cosmovisión alrededor de la fuerza creadora de la naturaleza, llamada para los incas «llla Teqsi Wiraqucha» que significa Luz Eterna cuya energía dio origen al universo y su luz solar, «Inti» como una manifestación directa de «llla», por ello tuvieron al «Inti» (Sol) como lo más sagrado después de la luz eterna, por lo tanto esta luz dio origen a la madre tierra «Pachamama» (Pacha, alude al espacio y movimiento de las cosas en el mundo y Mama, significa madre) y ella nos dio la vida a todos los seres vivos: humanos, plantas y animales, siendo hermanos, hijos de la «Pachamama», tratando de vivir armónicamente con la naturaleza, contrastando un profundo respeto, veneración y cuidado por ella, surgiendo lazos sagrados entre el ser humano y la madre tierra, de esta manera este vínculo se basan en el principio de la reciprocidad, el hombre puede sembrar y cosechar alimento gracias a ella, en agradecimiento se ofrenda un pago simbólico a la «Pachamama» por todo los beneficios que él ha obtenido al cultivar en su fértil suelo, de este ritual ancestral y místico se infiere que sin el principio de reciprocidad el equilibrio de la vida andina se perdería, porque no se puede sembrar o pedir algo sin dar u ofrendar algo de valor a la madre tierra, cuyo ser es el que ha dado la vida en el planeta, y el respeto no solo se fija en referencias a las plantas o animales sino también a las montañas, nevados, cumbres, cuerpos de agua, lugares que con su energía son protectores de la vida.
Analizando el sentido de respeto y cuidado hacia la naturaleza nos preguntamos ¿Nosotros vemos a la naturaleza de la misma manera? la verdad es que no es así, desde mi punto de vista, solo nos importa sacar provecho de las cualidades de vida que ella nos puede brindar, vivimos en un mundo tan materialista, que no vemos la importancia ni el tremendo impacto que causan nuestras acciones en el medio ambiente alterando el ecosistema e incluso arrastrándolo a su destrucción total.
Por esa razón, una de las estrategias de la actividad turística post-pandemia será ofertar y crear servicios, actividades y destinos naturales como el ecoturismo, turismo rural comunitario, turismo vivencial, de aventura, senderismo, entre otros, donde se tenga como fundamento la sostenibilidad de los mismos, centrándose en pilares como: el económico, dirigido a un ingreso monetario que puede ayudar a mejorar la calidad de vida, por ejemplo el de una comunidad donde se realiza la actividad turística; el sociocultural, respetar, comprender, las costumbres, hábitos de estas comunidades, lugares naturales, entre otros; y por último el ambiental que enfatiza en el cuidado de la naturaleza, flora, fauna. Estos tres pilares tienen que estar presente en cada actividad turística para garantizar su sostenibilidad, pero si falla uno entonces no se puede considerar sostenible y este recurso o atractivo poco a poco se degradará, desapareciendo finalmente.
Teniendo una visión más clara, la conexión que se establece en el mundo andino con la naturaleza, en su cuidado, conservación y veneración es un ejemplo muy claro sobre lo que debemos promover como parte de las actividades turísticas que requieran de un espacio natural, logrando transmitir esta visión de cuidado, que debe estar plasmada dentro de nuestros objetivos, no solo para no perder el tesoro natural que mostramos al turista y que genera ingresos económicos, sino también para no perder el «tesoro» en sí y que por supuesto, sería nuestra culpa.
Otro punto importante es enfocado en el pilar sociocultural de la sostenibilidad: se explica que se tiene que respetar, comprender las costumbres y hábitos de los diferentes lugares donde se desarrolle cualquiera de las actividades ya mencionadas. Con esta simple idea puesta en práctica también se puede lograr un turismo culturalmente responsable. Seguro se preguntarán cómo es posible, bien, en el caso de la cultura andina y la cosmovisión que ellos tienen sobre la vida, al ser respetada, se aprende que hay conexiones que unen a cada ser vivo con la «Pachamama» por lo que todo lo que vemos y sentimos tiene un significado, tiene vida, es sagrado; ahí es donde se genera una valoración cultural entendiendo que va más allá de una determinada vestimenta, un lugar o una lengua; es un modo de vida que tiene raíces tan profundas que se alimenta de la vida de la tierra, de esta manera surge un orgullo colectivo por parte de estas personas incrementando así su autoestima y también rescatando su cultura. Porque seamos realistas, en el mundo existe mucha discriminación; y justamente por la poca importancia y el nulo valor que se le da a estas personas y comunidades, se va perdiendo lo esencial de su cultura, viéndolas como menos o de poco valor, sumando a estas situaciones la constante confrontación con procesos actuales como la globalización que puede provocar la alienación, ocasionando la pérdida o el cambio cultural.