“Hay que dejar este mundo mejor de lo que lo encontramos”.
– Baden Powell, fundador del movimiento Scout.
Cuando me uní a los scouts tenía 8 años, y esa fue una frase que me marcó desde entonces. La entendí en su concepto más básico: Si visitamos un lugar y disfrutamos de él, nuestra misión es dejarlo aún mejor de como lo vimos por primera vez. Y aplica en todo lo que pisamos.
Pensemos en los viajeros de esta nueva época. Pensemos en lo que debemos corregir y en todo aquello que podemos enseñar para que la nueva generación de visitantes deje una menor huella y, además, aporte algo al destino que visita.
Los que nos dedicamos al turismo tenemos capacitaciones constantes sobre destinos y productos, y ahora nos toca enseñar a nuestros consumidores a cuidar y valorar cada espacio que visitan.
¿Cómo hacerlo?, ¿qué necesitamos enseñar?, ¿en verdad podemos cambiar su perspectiva?
La respuesta a las 3 preguntas es un SÍ rotundo. La manera de hacerlo es tan elemental como el ejemplo que seguimos desde niños. Lo que necesitamos enseñar se basa en tres puntos: responsabilidad, empatía y agradecimiento con el destino.
Viajar ahora será un lujo, y no me refiero a hoteles gran turismo ni a jets privados con botellas de champán. Hablo de la nueva oportunidad que tenemos al salir, al pisar el pie de una montaña o ver el atardecer en la playa. Son experiencias que todos anhelamos y, pensando en el famoso “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, valoraremos más. De nosotros corre que esto se traduzca en mayores cuidados al ecosistema que visitemos, a la apreciación del trabajo que realizan los anfitriones y al agradecimiento que tengamos con ellos.
Este sin duda será nuestro nuevo reto. Todos nos hemos maravillado con las recientes imágenes de playas repobladas por especies endémicas, por poner un ejemplo. Y pensando en un universo turístico perfecto, sería genial poder acercarnos a ello con cautela y respeto.
Cada agencia, hotel y transportadora será ahora una escuela para viajeros. Cada eslabón de la cadena deberá concentrar gran parte de su estrategia en ello, en transmitir esa cultura de respeto.
Si lo logramos, habremos construido el nuevo turismo que desde hace tanto urge. Y en ese nuevo turismo solo caben los que asimilen el viajar como una manera de comprender distintas culturas, conocer personas que piensan distinto y maravillarse con cada detalle que la naturaleza ha pintado para enamorar los ojos que se embriagan de emoción al ver algo que solo habían soñado.