Ilustración de una estudiante de turismo en el salón de clasesIlustración de una estudiante de turismo en el salón de clases (hecha con IA).

Quienes nos dedicamos al turismo, la hospitalidad, la gastronomía o todas las anteriores, diremos que por supuesto que sí vale la pena estudiar turismo. Que el sector lo requiere y que es una gran profesión.

Pero hagamos una reflexión seria.

Estamos en un momento en que los programas de turismo de todos los niveles (licenciatura, maestría, doctorado) están en una crisis de matrícula, de contenido, de fundamento y/o de vinculación con el mercado laboral.

En una encuesta realizada durante una estancia postdoctoral con los principales stakeholders turísticos de la región de Puerto Vallarta – Riviera Nayarit, que es uno de los principales destinos turísticos de México por la oferta de hospedaje, llegadas de turismo nacional e internacional, generación de derrama económica y otros factores, se muestra la percepción de desvinculación entre academia, empresa y gobierno, por lo que lo que se enseña en las escuelas de turismo, no responden a las necesidades de los destinos.

Por otro lado, está la masiva oferta educativa en turismo.

En 2019, México tenía 120 mil estudiantes en programas de turismo y gastronomía de nivel superior con 1,224 nombres diferentes. Turismo, hospitalidad, administración turística, gestión del turismo, artes culinarias, gastronomía, cultura gastronómica, etc. Y el resultado es una masa crítica de egresados de esos programas que no encuentran empleo o el que se encuentra es precario.

Pero el problema es más profundo.

El turismo no tiene una teoría propia que lo explique, y es que su estudio es históricamente de los de más corta historia junto con los ambientales, los estudios de derechos humanos o los de género, solo por nombrar algunos. Pero la edad de los estudios no es la única complejidad.

Cuando en la década de los 80 emergieron las escuelas de turismo, ya había una larga experiencia del mismo enseñado como oficio, principalmente en Europa. Y es que con el boom hotelero, se debían cubrir las plazas laborales rápidamente. Pero al analizar los objetivos de la educación turística, nos encontramos con la constante de que parten de un doble supuesto: por un lado, que impartiendo elementos de teoría, metodología e investigación, el profesionista sería exitoso; y por otro, que en un promedio de 4.5 años se cubren los conocimientos del sector que es megadiverso. Ninguna de las dos ha resultado por lo menos en México.

Hoy pensamos que los abordajes de su estudio deben hacerse desde perspectivas transversales o interdisciplinarias en búsqueda de un paradigma sustituto que permita entender la compleja realidad del turismo.

Hoy, los programas de turismo o gastronomía de alto impacto en el sector son aquellos que cuentan con certificaciones internacionales, que tienen una amplia carga de talleres prácticos y que, mínimo, sean bilingües. Pero esto no será suficiente en el futuro.

La rápida evolución del turismo, de los cambios en el comportamiento del turista, las motivaciones de viaje, las necesidades de hacer del planeta un mejor lugar para vivir cumpliendo con los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, demandan programas educativos más disruptivos.

Hoy, vale la pena estudiar turismo en programas de educación dual, con altos componentes de internacionalización; que de manera transversal contemplen los ODS; que revaloricen los oficios para su especialización y capacitación, que enseñen seguridad en todas las acepciones posibles (seguridad jurídica, social, alimentaria, energética, etc.); que enseñen a crear y desarrollar infraestructura y que estén ampliamente vinculados con las nuevas tecnologías, sobre todo con la IA y la robótica. Pero que al mismo tiempo sean cortos (con salidas terminales).

Durante la estancia postdoctoral, hemos encontrado que los destinos requieren respuestas a problemáticas tangibles como la gentrificación, el colapso de las ciudades ante la masificación turística en temporadas altas, la gestión de los recursos, la movilidad y la seguridad.

Sí, sí vale la pena estudiar turismo, pero desde una perspectiva seria, responsable y exigente.

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Por Dr. Javier Ruiz Hermoso

🇲🇽 Consultor en turismo, sostenibilidad y nuevas tecnologías. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México. Director General del Centro de Formación y Actualización Turística y Gastronómica. Miembro de Club Skål. Docente, autor y conferencista internacional.

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