A veces no se está ni cerca de entender por qué suceden ciertos acontecimientos a la par en la que la vida se carga de experiencias increíbles, mismas que jamás se pensó que aparecerían. Y es que basta con disfrutar de pequeños momentos que sin querer dejan una gran huella en el entorno propio: nuevos retos, nuevas personas, etc. Y en fin, todo aquello que le suma a la vida como resultado de un viaje.
En esta ocasión se plasma una experiencia completamente distinta al enfoque de un viaje tradicional de sol y playa en la que se degusta un platillo típico o se paga por la reservación de algún resort todo incluido; esta vez, se escaló un volcán.
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Parque Nacional La Malinche
Alberga la quinta montaña más alta de México, es un museo vivo de flora y fauna locales, con 937 especies descritas. (SEMARNAT, 2016)
Es de suma importancia mencionar que esta experiencia parte desde lo plasmado en aquel artículo llamado 4 días en La Paz, una aventura mágica e inesperada debido a que es una continuidad (por mencionarse así) de acuerdos de colaboración con el anfitrión Ernesto Jáuregui.
Este recorrido se planeó contemplando 2 días únicamente y esta ocasión se sumaron a esta aventura mi gran amiga y colega Jessica López, quien nos dirigió en Tlaxcala y Huamantla y se encargó de tomar algunas fotografías y video para el canal de YouTube y su esposo y también gran amigo, Rogelio, quien nos apoyó con su vehículo para la transportación y con grandes aportaciones para pasar un campamento genial.
Día 1: salida desde Puebla con destino a Tlaxcala-Huamantla-Centro Vacacional
Tlaxcala
Debido a la cercanía que existe entre ambos puntos (aproximadamente 50 minutos en vehículo), se consideró muy importante hacer una escala rápida para conocer la capital tlaxcalteca. Se tuvo la oportunidad de conocer la plaza principal, la Plaza de Toros Jorge El Ranchero Aguilar, El Ex Convento de Nuestra Señora de La Asunción de Tlaxcala y así como también la experiencia se subir las escalinatas para contemplar la ciudad desde lo alto. Se degustaron tamales tradicionales al final y se continuó el recorrido hacia el municipio de Huamantla, y es que es precisamente desde Huamantla donde está una de las conexiones para llegar al Centro Vacacional de La Malinche.
Huamantla
La distancia entre Tlaxcala y Huamantla es de 35 minutos aproximadamente, lo primero que se realizó fue detenernos a tomar la fotografía en el monumento al toro, cabe señalar que Huamantla es el lugar en donde se lleva a cabo la tradicional Feria de Huamantla en la que se exhiben hermosos tapetes por todas sus calles y además el espectáculo llamado “La Huamantlada” en donde participan decenas de toros en las corridas.
Después continuamos hacia el centro en donde se conoció el increíble museo del títere que está instalado dentro de una casona antigua y que alberga alrededor de 500 títeres distribuidos en sus 8 salas.
Después de la visita exprés acudimos a hacer las últimas compras de alimentos necesarias en el centro para emprender la aventura protagonista de este artículo.
El centro vacacional Malinche
Se ubica a 25 minutos en vehículo de Huamantla; una vez puestos en camino, la sensación de tranquilidad, el olor a maderas y bosques de coníferas, cambian completamente el ambiente aunado a que el paisaje lleno de naturaleza brinda esa sensación de paz que obliga a inhalar profundamente cada vez que se respira y es que cada segundo que va transcurriendo se vuelve mejor que el anterior hasta quedar atrapado entre esos altos árboles envueltos por la neblina que acaricia empedernidamente sus ramas.
La llegada al Centro Vacacional fue alrededor de las 12:20 del día, una vez que se llegó, se procedió a guardar el vehículo, pues a diferencia de la mayoría de los visitantes, nosotros íbamos a acampar. El dejar el auto allí tuvo un costo de 0.00.
Por fin llegó el tan esperado momento, emprender el camino hacia la altura…
Recomendaciones para acampar
- Casa de campaña
- Se recomienda llevar bolsas para dormir (créanme que la necesitarán)
- Ropa ligera para la caminata (suéter ligero o tipo rompevientos)
- Ropa abrigadora (suéteres gruesos, guantes, gorros, etc.) para la noche ya que la temperatura desciende en temporada regular hasta los -3°C.
- Cobijas
- Agua suficiente
- Bastones de trekking (lo agradecerán)
- Linternas
- Alimentos: nosotros llevamos latas de atún, bistec, nopales, salchichas, bombones y una botella de vino para brindar en la cumbre.
- Para preparar alimentos empleamos leña que recolectamos para encender la fogata, cerillos, sartenes, espátula, cuchillo, platos, vasos.
Alrededor de las 13:00 horas emprendimos el ascenso cargados de nuestras cosas para el campamento pero sobretodo cargados de energía positiva, con ese anhelo de poder vivir esa gran experiencia; el día estaba nublado y de repente aparecía el sol, íbamos a nuestro paso, nada nos apresuraba. Entre descansos cortos para tomar aire las horas avanzaban, cada vez nos adentrábamos más y más para conocer la cima de la majestuosa Malinche.
Avanzado ya un buen trayecto hicimos una parada para pedirle permiso a la montaña de poder pasar, tomamos cada quien un puñado de tierra y de forma muy respetuosa se le pidió a la Malinche el permitirnos entrar y dejarnos volver a salvo. Mientras nos alejábamos más y más del suelo, la respiración se tornaba más tensa, ese nivel altitud es algo a lo que el cuerpo no está acostumbrado así que, con ligeros mareos, dolor de cabeza leve e incluso el sueño, se nos avisaba que ya no estábamos en nuestra zona de confort.
El campamento
Aproximadamente a las 15:30 horas llegamos a donde sería nuestro campamento, una zona conocida como El Arenal: en ese sitio faltan escasos 500 metros para llegar a la cima, sin embargo, el terreno ya no es fácil, se requiere de mucha fuerza mental y física para llegar, así que se optó por dejar hasta allí el recorrido del día para comer, descansar, acampar y recuperar energía para continuar al amanecer.
Una completa odisea el estar a esa altura contemplando ya el pico más alto de la montaña, desde esa perspectiva la vista es hermosa, pues las nubes bañan la punta de la montaña e incluso el paisaje pareciese ser una pintura al óleo.
Al caer la noche, los fuertes ventarrones no se hicieron esperar, cada minuto que avanzaba traía consigo más y más frío, la fogata se hacía más acogedora y hospitalaria para todos; a la par que contábamos anécdotas paranormales, la luna se proyectaba brillante trayendo consigo las estrellas que adornaban la ya gélida noche.
Cerca de las 22:00 horas se apagó la fogata y nos metimos a las casas de campaña. Dormir fue complicado por el hecho de saber en dónde nos encontrábamos, ligado al estrepitoso ruido del aire golpeando las ramas de los árboles y el sonido además, emitido por las piñitas que caían sobre las tiendas sin dejar atrás el abrupto frío de la noche.
Día 2: cumbre Volcán La Malinche
Llegadas las 06:30 horas emprendimos lo que sería la continuidad de la aventura, apoyados con linternas para alumbrar el quebrado camino, hacia el horizonte se alcanzaba a pintar el cielo de color rosa pues el sol nos avisaba que estaría por salir. Llegar a la cima no fue sencillo pues entre más se subía, más lejos se apreciaba la cima y la respiración se tornaba más compleja. Al cabo de dos horas se consiguió el objetivo: ¡Llegamos a la cima!
Pablo Gracidas. Ernesto Jáuregui.
La cima
Cada paso que se dio, cada gota de sudor que se derramó, valió rotundamente la pena, y es que la sensación de ver el paisaje desde esa altura sencillamente no tiene explicación, momentos de silencio se apoderaron de la situación. Se pudieron apreciar los volcanes Popocatépetl y su amada Iztaccíhuatl y nuestra montaña más alta de México: El Pico de Orizaba.
Pasados algunos minutos volvimos cuesta abajo para levantar el campamento e irnos.
Fue una sensación sin igual, nuevamente una ocasión para reflexionar sobre las maravillas de la naturaleza, de la vida, de esa montaña llena de sensaciones que dejan anonadado a cualquiera, que el silencio que se provoca lo expresa todo; simple y sencillamente una experiencia de altura.
Restos de hielo. Panorámica desde el Volcán la Malinche.