El éxodo de los menonitas desde Europa hasta América, se finca en cuestiones religiosas. En el año 1535, Menno Simmons conoció en las Islas Friesianas, ubicadas entre Holanda y Alemania, a una comunidad de “anabaptistas”, quienes lo convencieron para que se convirtiera en su líder espiritual. Debido a la persecución religiosa, los menonitas se vieron obligados a refugiarse en áreas rurales de Europa y se convirtieron en agricultores.
Algunas de las migraciones que tuvieron, una vez identificados por la iglesia católica como un grupo subversivo, fueron:
- Prusia, año 1600 – 1772
- Rusia, 1786 – 1870
- Canadá, 1874-1880, hasta 1917
- México, 1922
Antes de ingresar a México, el grupo menonita solicitó una audiencia con el entonces Presidente de la República, Álvaro Obregón, quien les otorgó 5 garantías (Privilegium), que siguen vigentes hasta hoy en día:
- No están obligados al servicio militar.
- En ningún caso se les obligará a prestar juramento.
- Libertad religiosa.
- Libertad en la educación.
- Libertad para establecer el régimen económico que mejor les parezca.
El grupo menonita llegó a Chihuahua el 8 de marzo de 1922. Se dice que eran 5 mil 600 menonitas procedentes de Manitoba, Canadá; dos años después, en junio de 1924, arribaron a Durango los primeros 347 menonitas que integraban 40 familias, originarios de Saskatchewan, Canadá.
La gastronomía menonita
La cocina menonita de Durango, al igual que la de los menonitas de Chihuahua tiene sus orígenes en Prusia y Rusia; sin embargo, al igual que la cocina mexicana, la menonita se ha ido enriqueciendo al paso de los años, con las diversas migraciones que han tenido. En las colonias menonitas de Durango, muchas de las recetas tradicionales, todavía conservan el recuerdo de sus antepasados, quienes las trajeron de aquellos lejanos lugares.
El sitio más importante de la casa, sin duda es la cocina. Está pintada en colores claros. Generalmente se ubica a la entrada del hogar y tiene el suficiente espacio para que las mujeres puedan cocinar y trajinar. Adicionalmente, la cocina posee su alacena, una pequeña habitación adjunta a ésta, en donde se pueden encontrar formados en anaqueles, la gran cantidad de productos que las mismas mujeres menonitas elaboran: mermeladas, frutas en almíbar, verduras y carne enfrascadas, moldes para hacer pasteles, charolas y carteras para hornear, baldes, vasijas, cacerolas, cedazos, cafeteras, tenazas y toda la gama de comestibles que requieren para preparar sus alimentos.
En una cocina menonita indiscutiblemente también encontraremos cubiertos, platos, vasos, así como de manera casi obligatoria ollas de vapor o de presión, prensas de chicharrón y una máquina manual para elaborar pastas. Hoy en día también podemos descubrir electrodomésticos que para nosotros son muy comunes: refrigeradores, hornos de microondas, licuadoras, batidoras. Algunas cocinas menonitas aún tienen sus estufas de leña, las cuales son encendidas en invierno para que calienten agua y le transmitan calor al hogar, pero sin lugar a dudas, la estufa de gas es insustituible ya que es de uso diario y mínimo una vez por semana la usan para hornear panes y galletas.
La mesa es el punto de reunión. Es cuadrada y enorme. Usualmente es elaborada en madera, con un pequeño cajón en medio, en donde se guardan los cubiertos y la libreta de recetas; posee una banca de madera grande y sillas, debido a que los miembros de la familia son numerosos. En la cocina también encontraremos un lavabo, espejo, un reloj y un almanaque.
Algunos menonitas usualmente acostumbran sentarse a la mesa 4 veces al día: desayunan a las 7, comen a las 12, ésta es la comida fuerte; meriendan a las 3 y cenan a las 6. En otros hogares -la mayoría- únicamente hacen tres comidas: a las 7 de la mañana, 12 del día y 6 de la tarde. Con excepción de la comida de las 12 -en la que los menonitas ocasionalmente comen huevos en sus muy variadas formas: con jamón, salchicha, a la mexicana, con chorizo o salchichón- las demás son tentempiés en los que usualmente degustan pan con mermelada o mantequilla, café, avena, hot cakes, o algún alimento ligero. La comida se pone a la mesa para que cada quien se sirva a su gusto y así evitan desperdiciarla.
Por cierto, como dato adicional, traducido en alemán y español, el desayuno sería “Frühstück”; la merienda, “Faspa” o “Vesperbrot” y la cena “Abendbrot”.
Algunos miembros de la comunidad, la explicación que le dan a quienes consumen 4 veces al día alimentos, es que generalmente es gente que está realizando trabajos muy duros y para poder resistir, tiene que consumir más alimentos.
En la gastronomía menonita las mujeres no utilizan medidas exactas pesando los alimentos en básculas o llevando una medida puntual de lo que se lleva para cada receta. Ellas acostumbran medir por tazas, cucharas, puños, y la harina vaciarla a los preparados, hasta que tomen la consistencia deseada. Con el paso de los años, las mujeres menonitas se han vuelto expertas para saber qué tanto utilizar y que salga un determinado número de porciones.
La comida menonita es sencilla: algún caldo o guisado acompañados de pan y de bebida el moos de agua o leche, o bien, agua, café o refresco. En fechas especiales como Semana Santa, las menonitas preparan sus comidas cotidianas pero en mayor cantidad, ya que el Viernes Santo no acostumbran cocinar; en Navidad preparan platillos especiales, así como galletas, pasteles y panes.
Los condimentos juegan un papel muy importante: sazonadores artificiales, hierbas de olor, especias; estos últimos ingredientes generalmente se ponen dentro de un especiero para que no se mezclen con el platillo al estarse cocinando y únicamente dejen su sabor. Las mujeres menonitas cosechan muchas de las hierbas de olor que utilizan como: perejil, tomillo, hinojo, laurel, hierbabuena, etc. y las ponen a secar para que cuando no sea temporada, la sigan teniendo a la mano.
Cuando las menonitas acuden a comprar su despensa, sus maridos las acompañan. De hecho, ellos también poseen información para preparar algunas recetas, pero las expertas son ellas; aunque en la elaboración de los embutidos los hombres también participan y conocen el procedimiento paso por paso, creando al igual que sus mujeres, deliciosos alimentos cocinados de manera artesanal.
Tradiciones y costumbres gastronómicas
Una de las costumbres del grupo menonita radicado en Durango, que tienen que ver con su gastronomía, es la de formar “anillos”, que viene siendo una especie de cooperativa en donde se juntan 16 personas y se turnan para sacrificar una res cada martes y repartirse la carne entre todos, con el fin de tener este producto fresco y de primera calidad para abastecerse toda la semana. La repartición de la res se va dando por diferentes partes para cada uno de los participantes, y termina una vez que cada uno completó el cuerpo del animal.
El carnicero y sus ayudantes son los encargados de sacrificar el rumiante y tienen como pago las vísceras, el cuero y la cabeza y las patas, los cuales venden para pagarse su trabajo. El propio carnicero se encarga de hacer la repartición entre los 16 menonitas, entregándole a cada uno lo que semanalmente le toca, que será diferente la próxima vez. La carne la guardan en un refrigerador o en congeladores enormes que compran especialmente para conservarla.
De igual manera, los menonitas tienen la costumbre que cuando se reúnen para matar un puerco, invitan a sus hijos y familiares para prepararlo y convivir un rato. Después les regalan un pedazo de carne ya procesada. En la elaboración de los chicharrones de cerdo, los menonitas los cortan en pedazos pequeños y usan una prensa para exprimirles la grasa; posteriormente la utilizan para cocinar diversos platillos. También usan la manteca para preparar jabones.
Aparte de la carne que proporcionan, los animales también son aprovechados de diversas maneras: las plumas de los patos y gansos domésticos son utilizadas para elaborar almohadas y cojines; de la lana de los borregos, elaboran sus cobertores. Lo hacen a base de raquetas para procesarla y formarla en capas. Las gallinas también sirven para proporcionar tanto huevos como carne.
Fuente:
- Salomón Meraz, Liliana. Historia de los menonitas radicados en Durango (2004). México: Editorial PACMYC. 135 pp.