“Las trasformaciones urbanas han adoptado la diversificación cultural de los nuevos foráneos”1, adaptándose a las nuevas formas de vivir: tanto ha sido la integración con los nuevos residentes que se han olvidado de la esencia de su identidad, proliferando las construcciones por doquier a coste de los atractivos turísticos de la localidad a beneficio de sus nuevos negocios. Es así como sus patrimonios son adquiridos por inversionistas extranjeros, aprovechándose de los espacios públicos, desplazando a los habitantes originarios por los aumentos de alquileres, induciendo así a la gentrificación, la exclusión de la población local que enmarca en los recuerdos de su gente del lugar que alguna vez existía la pacificidad.
El concepto de la gentrificación fue empleado por primera vez por la socióloga Ruth Glass, en 1964, llamando el proceso de aburguesamiento, segregación y expulsión de las personas originarias de los barrios céntricos de Londres, permitiendo el arribo de la clase social alta, generando cambios al aprovechar sus recursos y la apropiación de los mejores espacios a disposición del entorno. Esto ha permitido que los barrios de la población de bajos ingresos sean ocupados y modificados por las adquisiciones de las inversiones inmobiliarias, renovando las viviendas.
La connotación crítica repercute en la población local, quienes son los desplazados, cuya condición socioeconómica no les permite quedarse; a su vez, las externalidades negativas son mayores que las positivas. Por consiguiente, la gentrificación de los barrios se extiende a consecuencia de la proliferación de alquileres de viviendas en las zonas más concurridas de las urbes con fines turísticos, siendo reemplazados por numerosas franquicias que retribuyen a la turistificación.
El turismo, en fin, se combina con la intensificación de la mercantilización de los mismos con la acentuación de la privatización, la reconversión de las viviendas para que las residencias sean las más amenas para los visitantes, ¿y el acoso al comercio de proximidad por la avalancha de las franquicias? Solo se extiende la precarización en el sector, dando auge a la subcontratación y la temporalidad al paradigma de las extralimitaciones de la explotación, como en lo habitacional y a las facetas de la sociedad.
Es así, que dentro de las localidades, el turista puede ser un forastero, ya que no suele conocer las tradiciones de las zonas visitadas aún siendo del mismo país, pero la inquietud por lo desconocido se agranda por la mirada deseada a los servicios y/o productos turísticos que impactan a los mismos habitantes locales, aunque no todos los residentes están al alcance, generando el rechazo a los visitantes y dando la bienvenida a la turismofobia.
No obstante, este fenómeno implícito dentro de la actividad turística (la gentrificación) tiende a modificar las urbes tradicionales, de tal manera que los abastecimientos de la demanda existentes en materia de turismo, causan la afectación territorial a los pobladores locales. A pesar de los grandes beneficios que estos interceptan en los destinos turísticos, con el tiempo se reflejan las afectaciones de los lugares, alterando la diversificación cultural de los turistas con la población local por la saturación foránea.
Bibliografía
- López Sánchez, José Alejandro, Rodrigo Espinoza Sánchez y Rafael Villanueva Sánchez. «Gentrificación turística en Sayulita, Nayarit, México.» HE (2019): 59-79. https://revistas.up.edu.mx/ESDAI/article/view/2054