Huancavelica provendría del quechua Wanka Willca, que significaría “adoratorio del sol construido con piedras grandes”. Pero la Corona Española, como ocurriría desde su conquista al Perú en 1532 con las otras principales ciudades incas con sistemas organizativos ya complejos, la refundaron con el nombre de “Villa Rica de Oropesa” el 4 de agosto de 1571, según cuentan en honor a la ciudad Oropesa en España, de donde provenía el virrey Francisco Álvarez de Toledo, y por ser la principal proveedora de mercurio en toda la américa virreinal, afamado mineral líquido para el aprovechamiento del oro, con altas reservas en la cordillera de los Andes (talvez principal atractivo para la conquista). Y con el nombre, los reyes de España le otorgaron un nada menos codiciado escudo de armas, sintetizada en una cédula y alhaja con letras en latín: “me feriam totum sic huancavelica tuetur” o “me sacrificaré del todo para que Huancavelica esté segura”. En el centro del escudo, un cerro coronado con una cruz sobre un globo, lo cual reflejaría su riqueza en minerales como oro, plata, cobre, zinc, plomo.
En la geografía de esta región destacan elevados y agrestes cerros, además de fríos, grandes y numerosos lagos, que alcanzan temperaturas bajo cero grados, características propias de los Andes. Esas condiciones finalmente deben haber forjado el carácter indomable de sus habitantes considerados “Chankas”, seguramente, la cultura más temida por los incas. Y, es tal vez, esa herencia que ha impedido a sus habitantes abandonarla cuando las minas de mercurio y otros minerales dejaron de ser sus principales actividades económicas, legado que también incluiría su alto conocimiento de la agricultura en muy pequeños valles y la ganadería en la cima de los cerros.
Pero el nombre de Huancavelica también es sinónimo de agua, lo cual la ha permitido convertirse en la principal proveedora de energía eléctrica de fuente hidráulica en el Perú a través del Complejo Hidroenergético de Mantaro. Y sigue siendo una región proveedora de minerales de cobre, plomo y zinc, con aproximadamente veinte minas. Sin embargo, el impacto de esas actividades en la generación de puestos de trabajo es mínimo. Ante ello, surge el turismo como una gran alternativa de fuentes directas de ingreso para la población: única actividad que permite incorporar los ancestrales conocimientos agrícolas, ganaderos y mineros de los huancavelicanos.
Primero, mediante la generación de ingresos por la preparación de alimentos con productos autóctonos, los cuales podrían ser proveídos en restaurantes móviles y en ferias gastronómicas. Segundo, mediante el acompañamiento de los mineros para la visita a los socavones y antiguas minas, toda vez que sus conocimientos podrán contribuir a efectuar travesías seguras, además de contar cientos de anécdotas que generarían recuerdos imborrables en los turistas.
Para el desarrollo del turismo en Huancavelica, los líderes a cargo de las entidades públicas deberían priorizar la puesta en valor de la enorme cantidad de unidades mineras inactivas en todo el territorio, tales como la “Mina Santa Bárbara”, ciudad completamente subterránea con calles, plazas de toros, capillas y socavones, como el de Belén con 508 metros construida desde 1601.
Asimismo, por la gran importancia económica en el siglo XVI, datan de esas fechas numerosas iglesias, como la de Conayca, el Templo Inca Huaytará, la catedral de Huancavelica, entre otros, cientos dispersos por los pueblos mineros. Su incorporación a los circuitos turísticos podría generar ingresos al arzobispado para su puesta en valor, dada la actual prohibición de inversión pública en restauración de iglesias. Además, las labores de conservación no deben ser impedimentos para que los turistas escuchen de los guías la inmensa riqueza histórica peruana que representan.
Teniendo en cuenta que la inversión pública en el acondicionamiento turístico en el Perú muestra montos ínfimos (menos del 0.03 por ciento de la inversión nacional), sugerí en un artículo anterior generar circuitos turísticos que incluyan el alto número de lagos, lo cual podría ser inclusive considerado el producto turístico principal, teniendo en cuenta que los mismos ya son accesibles desde la principal carretera que atraviesa la región, entrando por Huancayo hasta Pisco o viceversa. Para admirar la belleza paisajística solo bastarían paradores, con servicios higiénicos completos y puestos de venta, donde los pobladores locales pueden ofrecer desde alimentos hasta artesanías. Y dichas inversiones son de competencia de la municipalidad local.
Huancavelica podría empezar la promoción turística con circuitos que incluyen lagos, minas inoperativas e iglesias. Con una mayor atracción de turistas, los inversionistas privados no dudarán en acondicionar viviendas de piedras para hospedajes, restaurantes, bares, discotecas y muchas otras facilidades turísticas que son necesarias para satisfacer las necesidades de los viajeros. Y los tour-operadores, los magos del turismo en el Perú, tendrán suficientes incentivos para seguir invirtiendo en buses privados con calefacción y aire acondicionado para transportar a los turistas en las rutas o circuitos que por la agreste geografía terminan siendo de muy larga duración.
Créditos
- Imagen1: Par David Alexis from Lima, Peru — Panorámica de Huancavelica 2, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4987469