“We choose go to the moon not because it was easy but because it was hard”. La frase del discurso de John F. Kennedy supuso un claro impulso para la conquista espacial y es recordada constantemente en las salas de Cabo Cañaveral, donde se encuentra el centro espacial de Florida que lleva el nombre del trigésimo quinto presidente de EEUU.
La visita, que puede prolongarse durante todo el día, permite, por un pago extra, comer con un astronauta quien responderá a las preguntas que, sobre el espacio y sus misterios, se le planteen. Esa disposición a aclarar dudas, y ampliar conocimientos sin limitarse a ver lo que se enseña en cada una de las galerías, que no es poco, es manifiesta también entre los astronautas retirados que, sin interferir en el recorrido, esperan las preguntas de los visitantes.
Adultos , jóvenes curiosos y niños sorprendidos participan en las actividades para elaborar sus propias creaciones, interactúan con astronautas, pasean por las salas de exposición señalando cada uno de los trajes espaciales o cohetes, como el Saturno V de 18 metros de longitud, uno de los más grandes jamás lanzado, atienden a las explicaciones mientras realizan el recorrido por las instalación visitando las plataformas de lanzamiento y participan, también con un coste extra, en un programa de formación para ser astronauta por un día.
Se trata del programa Astronaut Training Experience que ha sido diseñado por veteranos profesionales y, enfocado para mayores de 14 años, permite a los participantes, a los que se entrega un diploma, ser entrenados como un astronauta, imaginar las sensaciones de un lanzamiento, percibir los sonidos del despegue o ver imágenes de la tierra a kms. de distancia. En Cabo Cañaveral es posible viajar en el simulador Shuttle Launch Experience, visitar el Atlantis, que viajó 22 veces al espacio, fotografiar la Astrovan, el vehículo en el que se deslazan los astronautas, o recorrer en autobús la estación de la fuerza aérea de Cabo Cañaveral. Opciones para una visita que, de tener suerte, puede coincidir con el lanzamiento programado de un cohete no tripulado.
Operativo desde 1962 y considerado junto con Houston una de las bases estratégicas más importantes de la NASA, el KSC (Kennedy Space Center) ocupa unas 60.000 hectáreas, que incluyen el Rocket Garden, la antesala en la que se exhiben cohetes diseñados inicialmente para uso militar y después adaptados al programa espacial. Un área en la que cohetes, transbordadores y atracciones recuerdan, a través de la frase de Kennedy, que llegar a la luna no sólo no fue fácil y tuvo coste en vidas, sino que supuso un elevado coste económico aunque de las investigaciones se derivaron inventos de los que hoy disfrutamos todos.
