Después de mi paso por Paris, y de tener el corazón roto, tomé las maletas y decidí ir al Caribe. Llamé a una amiga que tengo en República Dominicana y me presenté con una mochila, mi pasaporte y algo de dinero, ¡a la aventura!.
Nada más aterrizar en el aeropuerto de Punta Cana por la noche, con una temperatura realmente caribeña, ahí estaba mi amiga Ascacia Matos esperándome con la más hermosa de las sonrisas y junto a ella un par de amigas que venían a recogerme.
Nos metimos en el coche de Diornelly Castillo, entre confesiones, bachatas y risas empezamos a conocernos. Esa noche me explicaron un poco, cómo moverme por la ciudad y fuimos a un karaoke en un parque, cantamos y bailamos, fue todo muy divertido..
Evidentemente, desde Europa, los dominicanos tienen una fama de que no les gusta trabajar, pero mi sorpresa fue que empezando por mi amiga que se levanta sobre las 06.00 hrs de la mañana para ir a trabajar; pude sentir como las demás personas también lo hacen, a la vista está que las motos (cotoconcho como les llaman) empiezan a hacer presencia con el motor desde muy temprano. Y un ejército de personas bien uniformadas hacen colas en las paradas de autobuses para ser recogidos, la gran mayoría por los buses de los hoteles y resorts de Punta Cana.
Yo me alojé en Higüey, en la casa de mi amiga, ella me dio unas recomendaciones y me atreví a salir a la calle sola, siempre te advierten de mil peligros pero siempre me arriesgo y salgo.
Paseando por la calle fui a desayunar el primer día; mirando dónde comer, la verdad es que después de mi corazón partido aún no tenía muchas ganas de comer, pero igualmente entré en una cafetería y me pedí un rico jugo de chinola con un sándwich, creo que era el mejor desayuno que desde hace mucho tiempo no había probado.
Seguí caminando y notaba cómo la gente me miraba, y yo saludaba, la gente realmente amable. Me orientaron, me guiaban, y todo a cambio de nada. Gente realmente honesta. Vi pasar en un bus de safari a un grupo de turistas que miraban a la gente de Higüey como si fueran de otro planeta, y recuerdo que levanté mi mano y saludé al grupo de gringos que estaban encerrados como en una jaula, las personas que estaban en ese momento a mi alrededor me miraron y empezamos a reír.
Aproveché para visitar a un modisto, fui a la peluquería Bella, la dueña muy amable, me trató con mucho cariño. Fui a comprar al mall y más tarde quedé con una amiga.
Jenny Pérez, me pasó a buscar junto con su hijo Nathan y nos fuimos en su moto los tres, allí se puede ir con más de dos personas en la moto, ¡impresionante para mí!, me enseñó Higüey, la Basílica, el mercado lleno de colores y frutas realmente exóticas. Luego me invitó a su casa a probar las habichuelas con dulce.
Ahí os pongo una foto donde voy diciendo que yo la hice, pero en realidad la hizo su mamá Cornelia Paulino. Me encantó el hecho de preparar este postre y la madre preocupándose por repartir entre todos los amigos y el vecindario. Un gesto que por Europa casi no existe.
Ya que iba al Caribe me invitaron a pasar un día en un resort, así que fuimos al CHIC Punta Cana by Royalton. Me esperaba Yleana, genial atención me hizo sentir súper cómoda en medio de todo ese lujo. Habían langostas en el buffet, cócteles espectaculares, me dejó todo sin palabras.
Después de dejar el hotel, busqué la parada de bus para regresar, en el bus ponen música y casi todos cantan, linda sensación y buena energía. Las caras de los usuarios del bus se me hacían conocidas y algunos habían estado trabajando en el hotel, los saludé y se sorprendieron. Hablé con un par de personas y todos muy amables. Sentí que me cuidaban en todo momento, no puedo decir que sentí miedo ni nada de eso. Los hoteles y los resorts de Punta Cana serían nada sin la magnífica atención de las personas que trabajan para que el turismo sea de calidad. La mayor parte de las personas que trabajan allí viven en Higüey y los alrededores, sin ellos, ninguno de los turistas que tomamos la decisión de ir a Punta Cana tendríamos tan lindos recuerdos.
Al otro día quedamos con otra amiga, Nancy Silveiro y me enseñó Macao, linda playa, lindo día. Por la noche cenamos con otros amigos y luego nos fuimos al restaurante de Bachata Rosa de Juan Luis Guerra, linda decoración pero el publico orientado no es el dominicano, así que no hace que puedas conectar con la gente, demasiados turistas para mí.
Ya preparando mi regreso para Barcelona, en el aeropuerto, mi amiga y mis nuevas amigas me despidieron, hermoso grupo y chicas con sus historias, sus amores, sus estudios y sus fortalezas, de todas me lleve un trocito en mi corazón.
Realmente lo que más me sorprendió fue la calidez y los buenos momentos que pase en mi Higüey, enamorada de esa tierra, a la cual regresé pasados unos meses y me volví a sentir mejor que en mi casa.
Muy feliz de encontrar un rincón en el mundo con gente tan auténtica, trabajadora y feliz. Gracias Higüey por cuidarme cuando yo más lo necesitaba.