Desde hace 6 años en Ecuador, cada 05 de diciembre se recuerda la declaratoria del Tejido del Sombrero de Paja Toquilla como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Declaratoria que enorgullece a los manabitas, y que respondió a importantes investigaciones que dejaron en evidencia el valor patrimonial, histórico, antropológico, cultural y etnográfico de este complejo proceso de producción de sombreros.
Haciendo alusión a la historia, se sabe de buena tinta y por varias investigaciones, que la producción de éste tipo de sombreros se remonta a la prehistoria ecuatoriana, mucho más allá de lo que actualmente conocemos como Ecuador y específicamente la provincia de Manabí. Los antiguos pobladores de la costa manabita, elaboraron figurines zoomorfos en los cuales se aprecia la presencia de objetos a manera de sombreros utilizados para cubrirse del sol. En aquella época era común el uso de fibras vegetales para la producción de sogas, telas, cestas, vestimentas, etc., por lo que no es descabellado asumir que, los objetos presentes en los figurines para cubrir la cabeza, probablemente eran tejidos en toquilla.
Enel libro “El tejido tradicional de paja toquilla, Patrimonio CulturalInmaterial de la Humanidad” (INPC, 2012, p.9), que hace alusión a una parte de las Crónicas de India, menciona: En 1534, el padre José María Cobos (uno de los acompañantes de Sebastián de Benalcázar en la conquista de Quito), al pasar por lo que ahora es Manabí, observó que los nativos de Bahía de Caráquez, Manta, Montecristi y Jipijapa llevaban en sus cabezas adornos en forma de a las de murciélago que les servían de protección del sol y que eran elaborados en una fibra de palma de esta región.
Si bien a través de la historia, ha existido cierta expropiación del nombre del sombrero de paja toquilla debido a que fue usado por obreros en la construcción del canal de Panamá y por políticos de renombre como el presidente Roosevelt de Estados Unidos, y al que llamaron erróneamente “Panamá hat”, esta pequeña reseña, la cual sugiero al lector profundizar, deja en evidencia el sentido de pertenencia y origen tanto del proceso de producción, como del nombre del sombrero, que orgullosamente es Manabita.
En dos de los últimos eventos académicos en los que he podido participar, la conferencia magistral “Ruta de la Paja Toquilla”, a manos de María Isabel Silva, ha dejado en evidencia el complejo proceso de elaboración del sombrero, y la propuesta de integración de varias comunidades del cantón Montecristi en una ruta turística, donde se muestre al turista las distintas etapas para la producción del sombrero y varios otros tipos de artesanías a base de toquilla. Esta propuesta de ruta turística, bastante viable de hecho, es un mecanismo propicio para empoderar a las comunidades sobre la importancia de las tradiciones como recurso cultural, aún más, en estas comunidades que por años ha sido objeto, antes que sujetos de beneficios, y así, preservar lo que con esfuerzo han ganado.
La obra “Turismo comunitario ecuatoriano, conservación ambiental y defensa de los territorios” (Roux, 2013), expone que es necesario no hacer algo “para” las comunidades, sino más bien hacer algo “con” ellas, es decir, involucrar como actores principales a los comuneros, diversificar a través del turismo sus ingresos económicos, exhortar a la preservación de los recursos naturales y culturales, pero sobre todo, lograr el apreciado buen vivir en las esferas sociales.