Mi cuerpo es el receptor de los significados del universo, es el soporte existencial, mi ser realiza el acto de percepción, a través de los sentidos registra en cuerpo y mente, lo que veo, escucho, toco, pruebo. Cuando utilizo mis capacidades sensoriales estoy entendiendo el mundo; traduzco estas percepciones, en diferentes reacciones, me estremezco, relajo, tensiono, me rio, y demás; esta percepción es una versión única, el entorno y yo interactuamos de una manera individual, creo mi propia interpretación de los estímulos externos, es decir a partir de la información que recibo del exterior, conformada, supeditada a mi historia de vida, experiencias anteriores, interacción social, idioma, posición social, lugar de residencia; se activan actividades psicológicas complejas perceptuales, como el aprendizaje, la memoria, la discriminación de objetos, el recuerdo, entre muchas otras. Estos elementos hacen a una visión única, que no necesariamente es completa ni pura, sólo peculiar, cada individuo tendrá la suya, de una manera subjetiva. Ante una misma situación, observación y contemplación, ¿qué es lo que veo?, ¿qué ven los otros?, pues sencillamente cada uno de nosotros “veremos cosas diferentes”.
El imaginario mental está construido por la historia presente de cada individuo, lo que nos da como resultado una orientación a determinadas conductas, con diversas intensidades emocionales, filtradas por un sistema de valores particulares, culturales, habilidades y capacidades diferentes inherentes a cada ser humano.
Si relaciono estos conceptos a la actividad turística de las personas, resulta interesante la interacción de los procesos dinámicos de estos factores, que construyen y destruyen constantemente en la mente de las personas conceptos o ideas, que pueden trasladarse al grupo (o no), a la sociedad donde participan, instalando y desinstalando paradigmas o costumbres.
Analizando las reacciones de las personas a querer o no experimentar tales, o cuales experiencias turísticas, obtengo datos, que sirven para un estudio profundo, que permita realizar una performance en los estímulos, métodos, marketing turístico, oferta turística y promoción, a fin de lograr un efecto más ajustado a las necesidades de las personas, identificando hechos, circunstancias eventuales o permanentes, para satisfacer las exigencias mercado y por ende brindar un mejor servicio .
Si bien no se puede medir plenamente el proceso de mutación de la actividad mental en las personas, se pueden analizar, pronosticar y tomar la naturaleza humana como herramienta primordial para llegar más eficientemente a la fantasía del individuo, que necesita percibir, comprobar, sentir, viajar, conocer. ¿Qué desea el turista?, ¿qué pretende encontrar en los destinos? miremos más allá de la calidad y el confort.
Al momento de la planificación turística, es esencial incorporar los factores que dinamizan al turismo también desde una perspectiva psicológica y biológica para una comprensión de la naturaleza de las personas, para así planear, organizar, dirigir y controlar las diferentes actividades turísticas de una manera superadora.
Como podemos a través de estas observaciones ser más específicos, aportar un plus, brindar un destino diferenciado, realizar tareas gerenciales con habilidades empoderadas, combinar las tareas de comercialización y marketing capaces de captar la esencia humana. No se puede desarrollar el turismo sólo con contar con atractivos, planta turística, e instalaciones; etc., hoy en día se debe innovar desde la tecnología, pero principalmente desde el mismo ser interno que se encuentra en constante evolución y cambio, mirando directamente a la génesis de las motivaciones.
