Las trece horas con catorce minutos del pasado diecinueve de septiembre, bajo un cielo despejado, uno de esos cielos que te invitan a salir a recorrer la cuidad, cuando la vida transcurría aún con el leve sabor patriótico por las recientes fiestas patrias en México, pasó lo que nadie pensó, la tierra se sacudió con tanta violencia que consiguió acabar no sólo con docenas de vidas, sino también con el patrimonio cultural inmueble que sólo fue una víctima más. Al pasar los días, entre rescates de sobrevivientes y de cuerpos sin vida se comienza a aclarar el panorama real de circunstancias que se tendrán que afrontar en el futuro inmediato para el pueblo mexicano, y no me refiero solamente a la reconstrucción de cientos de vidas pues también hay un sobreviviente agonizante que después de siglos de permanencia, después de siglos de formar parte de la vida común de generaciones, se le ve destruido y de rodillas, me refiero al patrimonio cultural inmueble.
El patrimonio cultural inmueble en México tiene un papel fundamental no sólo en el aparato social, religioso y cultural de la sociedad, sino también en el aparato turístico, ya que como lo cita el académico de la universidad de Valencia, Javier Hernández, el patrimonio histórico inmueble ha sufrido de un proceso de comercialización llamado “museificacion”, este proceso consta del cambio de uso que se le da al patrimonio cultural inmueble que originalmente son parte del desarrollo común de la vida social de la población y de un momento a otro se convierten en atractivos turísticos alterando el uso y el fin que tenía en un principio, todos estos edificios o lugares históricos con el tiempo se convierten en productos turísticos con algunas adecuaciones que hacen más amena e interesante a los turistas pero, ¿Qué hacer cuando este recurso turístico se destruye? En el caso particular de México, país con mayor número en el continente americano de monumentos inscritos dentro de la lista de patrimonios de la humanidad esto puede resultar catastrófico para el turismo.
Lugares como Morelos, Oaxaca, Puebla y la Ciudad de México sufrieron daños en monumentos históricos entre los que destacan conventos y templos de alto valor cultural pues algunos de ellos datan del siglo XVI, tal es el caso de la ruta de los conventos en Morelos que por su alto valor histórico y cultural la UNESCO en 1994 nombró como patrimonio de la humanidad, que al día en más de los 11 de los conventos que la conforman están con alguna afectación grave, según Raúl Delgado, titular de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural, se requieren por lo menos mil 200 millones de pesos para efectuar la recuperación del patrimonio en los estados afectados.
El proceso de restauración será muy largo, aunque lo que más preocupa es qué tanto entorpecerá la actividad turística que se alimenta de estos sitios de interés, lo que si queda claro es que una vez más la naturaleza nos demuestra que todos nuestros vestigios como civilización en cualquier expresión, son nada para la inmensidad de la tierra.
