El tiempo de recorrido en taxi entre el hotel y la Gran Pirámide le permitía al futuro cliente ubicarse en El Cairo y saber de la conveniencia de reservar una habitación en ese preciso hotel.
Avisar la temperatura en las Cataratas del Niagara en pleno mes de octubre para llevar ropa abrigada debajo del poncho de plástico, era un dato que los clientes debían considerar a la hora de empacar.
Advertir que pasar por el centro de Rio de Janeiro después de las 6 de la tarde era muy osado, le permitía organizar los itinerarios a quienes además de la playa habían manifestado interés en conocer la ciudad y los mercadillos de gangas.
Recomendar un restaurante tradicional y a precios altos pero sin exageración en pleno Ginza, era un detalle que muchos turistas con destino a Tokio le agradecían al retornar con un recuerdito de los que no se compran precisamente en ese vecindario pero que aun así valían por el gesto.
Además de los anteriores consejos de viajes, Mauricio Valente daba muchos otros consejos para visitar muchas ciudades alrededor del mundo y en todos los continentes. Lo más sorprendente de todo era que Mauricio Valente no conocía ni la cuarta parte de las ciudades de las que hablaba y apenas había estado en dos continentes: el propio y Europa, cuando hizo un curso acelerado de boletaje.
Cuando contrataron a Mauricio Valente le dijeron que entre los beneficios de su trabajo estaba viajar alrededor del mundo sin gastar en los boletos aéreos y a veces en el hospedaje gracias a los convenios y ventas de la Agencia de Viajes. Los viajes de familiarización y las gratuidades ofrecidas nunca se hicieron realidad y Mauricio Valente tuvo que acostumbrarse a trabajar seis días a la semana viendo fotografías y folletos turísticos desde su asiento en la agencia.
Con el paso del tiempo, Mauricio Valente supo aprovechar la tecnología y en la computadora de su casa ver documentales, reportajes de viajes y fotografías de muchos lugares alrededor del mundo. Más tarde con su celular siguió aprendiendo, además de datos útiles para el viajero, palabras primero y luego un tercer idioma y un cuarto y hoy ya estudia un quinto idioma.
Mauricio Valente también ha aprendido la gestualidad que se manifiesta en muchos países para saludar, para mostrarse respetuoso, para indicar y hasta para insultar y que sus clientes sepan lo que la gente les dice con las manos, con la boca y con los ojos.
Muchos amigos aconsejaron a Mauricio Valente renunciar, porque entre muchas desventajas, solo recibió dos aumentos de salario en casi una vida laboral dedicada a la misma empresa. Mauricio Valente siempre respondió que él seguía en el puesto porque su pasión eran los viajes y aunque él bien sabe que esos viajes han sido hasta ahora en su imaginación, alberga la esperanza de ver con sus propios ojos la torre Eiffel, Manhattan, la Ciudad Prohibida, el Amazonas, osos polares, el Sahara, Hong Kong y muchísimos otros lugares del mundo.
Apenas hace unos días se organizó una rifa en la agencia de viajes. El premio mayor por el que participan los 45 empleados de la agencia es un viaje a Roma por una semana con boletos aéreos y alojamiento. Los empleados tendrán una fiesta con comida, bebida y una orquesta en vivo para celebrar los cincuenta años de ejercicio comercial continuo y hacer allí el sorteo justo un día jueves en horario laboral, cuando Mauricio Valente tiene turno de planta en la agencia.
Mauricio Valente no podrá concursar porque el premio se entrega en la fiesta pero está más que feliz porque podrá contarle a su colega ganador: dónde comer los mejores ravioli de la ciudad, a qué hora conviene entrar al Colosseo, el valor de la tessera de la metropoclitana, el código telefónico de la ciudad, la distancia entre Piazza Navona y la Fontana di Trevi… (¡tanto que puede decir Mauricio de Roma o Chicago o Sidney o…!).