Somos parte de un sistema donde generamos “eco” directa o indirectamente, y esta es una característica propia del Turismo.
Hoy existen muchas formas de “Hacer Turismo”, formas en las que se priorizan intereses económicos de unos cuantos que piensan que “el fin justifica los medios” y que dan como resultado prácticas que lesionan gravemente escenarios naturales que al quedar desdibujados impiden a las comunidades locales tener un sistema económico autónomo. Ejemplos recientes así lo demuestran, y sin entrar en detalles que ya son del conocimiento público, cito el caso de los manglares destruidos en Tajamar, Quintana Roo, el incendio provocado en el área natural protegida de la Isla de Holbox o el caso de la costa de Yucatán en el puerto de Dzilam de Bravo.
En contraparte, es gracias al Turismo que la humanidad tiene una clara oportunidad de conocer, valorar y proteger los bienes tangibles e intangibles de las diferentes culturas que tienen presencia en nuestro mundo. Es aquí donde la Ética turística toma su verdadera dimensión puesto que se considera a la Ética turística como «el proceder que minimiza los efectos negativos de esta actividad en el medio ambiente y el patrimonio cultural, logrando potencializar los beneficios que pueden recibir los residentes de un destino turístico».
Ética es una palabra cuya connotación debe estar siempre implícita ya que involucra diversos contextos: económico, cultural, ambiental y social.
De acuerdo con el Código Mundial de Ética cuyo propósito consiste en orientar a los agentes interesados en el desarrollo de la actividad turística, en sus artículos 1 al 5 señala lo siguiente: “El Turismo contribuye al entendimiento y al respeto mutuo entre hombres y sociedades”, “El Turismo es instrumento de desarrollo personal y colectivo”, “El Turismo es factor de desarrollo sostenible”, “El Turismo es factor de aprovechamiento y enriquecimiento del patrimonio cultural de la humanidad” y “El Turismo es actividad beneficiosa para los países y las comunidades de destino”.
Es así que el profesional de Turismo, necesita por consiguiente, conocer, comprender, reflexionar y actuar con ética como parte fundamental de su formación y profesión.
La transmisión de valores éticos entendida como parte de la educación profesional, requiere de una búsqueda constante de procedimientos que la hagan más eficaz como para hacer de ellos una realidad en el ideal de los estudiantes de Turismo.
Para concluir, no omito señalar que a la mano tenemos certificaciones, sellos, programas y distintivos socio-ambientales que nos ponen de manifiesto una orientación hacía los valores que guían la armonía sugerida por la Ética en el Turismo; sin embargo, la Ética en el Turismo, su análisis y práctica se da únicamente por convicción, puesto que implica características particulares como el ser de elección propia, personal y consciente.