En diciembre del 2018, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dio a conocer de manera oficial uno de los proyectos de infraestructura emblema de su administración, o mejor dicho, “un proyecto prioritario para impulsar la actividad turística en el país» según sus propias palabras: el tren maya. Sin embargo, desde que el proyecto conoció la luz ha estado ligado a la polémica y controversias debido a su traza, su funcionalidad, su costo y el impacto ecológico que inevitablemente generará en la región más rica y basta desde el punto de vista natural en México, el sureste.
Índice
Antes de comenzar ¿Qué es la región Maya?
Antes de hablar de la naturaleza del proyecto y todo lo que comprende, es necesario entender la extensa región en la que se está construyendo: la región maya de México.
A lo largo de su milenaria historia, el país ha sido escenario de una gran cantidad de culturas precolombinas que sin duda son precursoras de su riqueza cultural que lo caracteriza en el mundo.
Los mayas con todas sus vertientes y subculturas dignas de una nación entera, se ubicaron en el sureste mexicano, exactamente en los actuales estados de Chiapas, Yucatán, Tabasco, Quintana Roo y Campeche, demarcaciones que tienen en común una belleza natural sin igual en el mundo, pues por decir solo algunas de las maravillas que se pueden encontrar en estos lugares se ubican la selva, los cenotes, el mar caribe, manglares, el volcán Tacaná, el hábitat de jaguares, Quetzales, Guacamayas entre otras tantas especies, sin dejar a un lado zonas arqueológicas de gran importancia como Chichen Itzá, Palenque, Calakmul, Tulum, entre otras tantas, en fin los recursos son incalculables. A toda esta región se le conoce como la región maya, justamente por la que pasará el tren maya.
¿En qué consiste el tren maya?
El tren maya comprende construcción de una red ferroviaria a cargo del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR) con una longitud de más de 1,500 kilómetros por toda la región maya, dividida en 19 estaciones (aunque el proyecto original dictaba 21), 14 paraderos y 8 tramos divididos de la siguiente manera:
- Tramo 1: Palenque – Escárcega (228 km aprox).
- Tramo 2: Escárcega – Calkiní (235 km aprox.)
- Tramo 3: Calkiní – Izamal (172 km aprox.)
- Tramo 4: Izamal – Cancún (257 km aprox.)
- Tramo 5 Norte: Cancún – Playa del Carmen (49.8 km aprox.)
- Tramo 6 Sur: Playa del Carmen – Tulum (60.3 km aprox.)
- Tramo 7: Tulum – Bacalar (254 km aprox.)
- Tramo 8: Bacalar – Escárcega (287 km aprox.)
La flotilla total de trenes contemplados será de 42 con locomotoras a base de una tecnología dual Diésel-Eléctrico para mitigar la contaminación que pudiera generar.
Funciones del tren maya
- Este tren tiene como premisa una triple función, primero fungir como un transporte turístico que descentralice el arribo de turistas de ciudades como Cancún, uno de los destinos más visitados del mundo, para facilitar y mejorar la movilidad por toda la región maya, beneficiando la afluencia turística en todo el sureste.
- Después se pretende que el tren maya funcione como transporte público para todas las personas que vivan en comunidades alejadas de los centros de trabajo que regularmente son las zonas turísticas.
- El tercer uso que tendría este tren sería para carga de materiales y mercancías, con el fin de incentivar el comercio por toda la región maya aprovechando la ruta ferroviaria.
Lo bueno del tren maya
Si algo ha caracterizado al proyecto del tren maya es que ha buscado la aceptación de la sociedad y comunidades indígenas de la zona a partir de diferentes estrategias de mitigación de daños y una buena campaña de difusión que incluye un programa de televisión en donde se habla exclusivamente de los avances y beneficios del proyecto.
A partir de esto, el tren maya plantea los siguientes ejes:
Económico
La generación de empleos y el impulso de la actividad turística en toda la región maya son los estandartes del proyecto desde el punto de vista económico, se prevé que para el presente año el tren generé alrededor de 200,000 empleos directos e indirectos.
Una vez construida la red ferroviaria será de fácil acceso para turistas nacionales y extranjeros visitar comunidades y localidades con potencial turístico, lo cual permitirá crear una derrama económica constante.
Social
El tema social ha sido un tema central en el proyecto, pues supuestamente el bienestar social de las comunidades por las que pasará el tren maya es primordial.
El gobierno federal publicó un libro de título “El tren y su gente” dónde se plantean las estrategias de vinculación comunitaria, la que ha incluido una consulta indígena donde se le ha preguntado a las poblaciones originarias su opinión y perspectiva sobre el proyecto, aunque hay que decir que este proceso de “consulta” dejó muchas dudas en el aire sobre su veracidad absoluta.
Otro punto importante ha sido la extensión de servicios básicos como drenaje, luz, la reubicación de familias en hogares con mejores condiciones y mejora urbana en comunidades aledañas al proyecto con altos índices de marginación, acciones que indiscutiblemente mejorarían la calidad de vida.
Ambiental
Quizás el rubro más complicado, naturalmente por su impacto en la selva del sureste mexicano: el plan maestro del proyecto asegura que, el tren maya promoverá la rehabilitación de ecosistemas degradados, el impulso a la conservación de ecosistemas y servicios naturales, el aprovechamiento de recursos naturales de manera sustentable junto con el incentivo a la producción agrícola así como ganadera responsable.
Por último a partir de la ubicación de las estaciones y paraderos se buscará ordenar el crecimiento urbano para frenar el deterioro ambiental y su depredación.
Cultural
Uno de los beneficios más palpables actualmente de este proyecto ha sido el programa “Levantamiento de Salvamento Arqueológico” el cual consiste en el descubrimiento, recolección, salvamento y rehabilitación de piezas arqueológicas que a lo largo de la construcción de las vías e instalaciones en general del tren, se han dado. Hasta la fecha se han encontrado más de 17,000 piezas arqueológicas que enriquecen el patrimonio cultural tangible de la zona maya, por lo que según palabras expresas del plan maestro, se ha invitado a la UNESCO a ser parte de este proceso.
Proyecto técnico
El proyecto propone poner en marcha de nuevo los beneficios del tren en la modernidad para sus diferentes usos. De igual manera se establece que los trenes que son fabricados por los consorcios Bombardier, Alstom y Gami, en su mayoría sean manufacturados en México.
Por otro lado, se busca que para el funcionamiento del tren se use la más alta tecnología disponible para mitigar el impacto ambiental a su paso.
Finalmente se pretende que la arquitectura de las estaciones sea amigable con su entorno desde el diseño de las mismas hasta sus materiales de construcción.
Aliados
El tren maya desde su planeación a buscado establecer una línea de trabajo colaborativo con instituciones a nivel estatal, nacional e internacional, donde destacan las Universidades estatales de Campeche, de Tabasco, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Nacional Autónoma de México, la UNESCO, el programa Hábitat de la ONU, las Secretarías Federales de Educación y Cultura entre otras instituciones.
Lo malo del tren maya
Uno de los principales problemas que ha enfrentado este tren, han sido las constantes mentiras y promesas echadas al aire durante todo el proyecto. “No se talará ni un árbol”, “No afectará a la fauna de la selva” son un pequeño ejemplo de ello, de igual manera el constante cambio en su diseño y gestión hablan de su planeación apresurada y hasta a veces improvisada que para la fecha de inicio del proyecto no tenía un dictamen de impacto ambiental confiable, así lo señalaron diversos medios de comunicación.
En febrero pasado el Instituto Nacional de Transparencia (INAI) solicitó a FONATUR informar sobre su estudio de impacto ambiental de manera clara, mismo que debe estar al alcance de todo ciudadano que desee informarse.
Partiendo de esta premisa es plausible entender la realidad del proyecto, una realidad que va más orientada a la prueba y error que a la certeza.
Es inevitable que surjan preguntas como ¿Qué tan necesario es construir un tren que pase por en medio de la selva? ¿Si se busca un desarrollo social en el sureste no habría otro tipo de proyectos más amigables con el entorno natural? porque hablando en términos serios, la construcción del tren maya no es menos que un ecocidio, un atentado a la biodiversidad de México.
De acuerdo a datos del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) esta obra causará la deforestación de más de 2,500 hectáreas de selva seca y húmeda, el atropellamiento y bloqueos de fauna y por ende afectación en el hábitat natural, porque pensar en un tren que va a una velocidad de 160 kilómetros por hora en medio del ecosistema, es verdaderamente impactante.
Por otro lado el hecho de atraer turismo es un tema sumamente delicado, no se trata de incentivar la actividad turística así como así. Si se toma como referencia que el tren maya ha tenido problemas con la clarificación de su impacto ambiental, ya nos podemos imaginar cómo se encuentra el tema de la sobrecarga de flujo de turistas que no solamente podría afectar a las comunidades que no están listas para digerir los impactos naturales que el turismo genera, sino también las zonas arqueológicas como Calakmul solo por hablar de un ejemplo, la cual tendría un incremento de hasta el 40% de visitantes, dato abrumador y nada conveniente para su entorno natural y preservación porque ya se sabe, el turismo masificado es un voraz depredador que no perdona nada a su paso.
Las sensaciones que deja el proyecto del tren maya son agridulces, por un lado el gobierno federal de México se encarga de desmentir todos los impactos negativos y tacharlos de una guerra mediática por parte de la oposición política (como lo que sucedió con la campaña «Sélvame del Tren»); por otro lado están los defensores de los recursos naturales y demás organizaciones civiles que alzan la voz sobre los impactos obvios que implica un proyecto de tal naturaleza, que claro podría traer beneficios pero, ¿y qué pasa con las consecuencias negativas?
El tren maya avanza, la incertidumbre de cuáles serán los resultados verdaderos también, solamente el tiempo dirá si al final fue un proyecto viable y con impactos positivos sobre todo para las personas y ecosistemas que vivirán en carne propia la obra o si será un «elefante blanco» que termine por resquebrajar los recursos naturales del sureste mexicano que por mucho tiempo se han sido sacrificados en pro del supuesto “desarrollo”, mismo que hasta ahora solo ha beneficiado a unos cuantos.
Ojalá que el tren maya realmente sea maya y no sea nada más una cuestión de nombre mediático.