Para aquellos viajeros ávidos de aventura y nuevos destinos, y si las alturas no son motivo de temor, una de las experiencias más acogedoras que se pueden experimentar es caminar a través de la montaña. El hecho de transitar entre árboles mientras el viento sopla a una altitud de al menos mil metros sobre el nivel del mar, gestiona un impacto sobre la consciencia de estar y ser pequeño. Indudablemente el paisaje y los retos que le componen exigen total atención de quien camina los senderos de la montaña; no es novedad que las personas busquen entre la nubes que chocan con el cielo infinito que se abre ante los ojos de aquellos que alcanzan la cima, el punto de quiebre entre saberse finito.
El denso aire puro que llena los pulmones en conjunto con el trance meditativo de prestar atención sobre dónde se está caminando, son elementos imprescindibles para la experiencia espiritual que la montaña ofrece. Esa relajación que se obtiene a través del caminar, de sentarse a contemplar la belleza de la naturaleza sin filtro alguno llena de silencio que es únicamente interrumpido por el movimiento de las plantas gracias al viento.
Se recomienda a quienes padecen ansiedad o incluso depresión, caminar por el bosque, despejar la mente, encontrar la conexión biofísica con la tierra.
Indudablemente, si esta experiencia no se llega a notar en un paseo por la montaña, no es necesario sentirse triste al respecto, lo que sí será mandatorio es regresar una y otra vez, tantas veces como sea necesario hasta que la pequeñez de un cuerpo humano en contraste con la inmensidad de una cordillera, sea evidente y motivo de respeto por el planeta, así como paz interior para la persona que la contempla.
La sierra es decorada por los colores propios de su naturaleza, matizada con el cielo que cambia tonalidades según la altura y la hora del día; imprescindible ir a la cima, observar el paisaje, respirar profundamente y agradecer la posibilidad de haber realizado esa ruta de senderismo.
A través del planeta hay diferentes atracciones que brindan la oportunidad anteriormente descrita; desde el Himalaya hasta el Sajama. Así como por ejemplo, si se tiene la oportunidad de visitar México en su área central, es recomendable explorar la Reserva de la Biosfera de la Sierra Gorda. La cual en todo su conjunto es extremadamente bella, única e imponente; pero más específicamente y relacionado con la práctica de caminar la montaña, es recomendable acudir al municipio de Pinal de Amoles, Querétaro, donde la serranía atraviesa kilómetros, que parecen infinitos, llenos de pinos y montañas que alguna vez fueron el fondo de un mar.
Sin duda alguna un simple paseo por cualquiera de las montañas será reconfortante; desde que se entra a la zona serrana, la magnificencia de la cordillera se presenta en el diseño de la carretera; curvas enredadas entre acantilados que muestran el desierto en la distancia y árboles tan altos como las casas a pie del camino. Por lo que adentrarse en la bella naturaleza de «Pinal» es sin duda inolvidable y energizante, caminar por los senderos de sus diferentes rutas al río, a cuencas, a minas abandonadas o comunidades rurales en algún lugar de la montaña es una de las experiencias más placenteras de la visita al municipio.
Caminar sin prisa, recorrer el fresco bosque verde cuya iluminación difiere de tonos de acuerdo a qué tan cerca de la cañada o de la punta de la montaña se está, así como de la época del año en la que se transita. Aunque todas las estaciones tienen su peculiaridad, sin duda primavera y otoño ofrecen los más coloridos y animados paisajes, cuando la vida recobra energías luego de los fríos inviernos de Pinal de Amoles o cuando por el contrario, el ocaso del año se acerca y el otoño viste de tonos marrones, rojos, amarillo y purpuras los cerros.
Independientemente de la época del año y la hora del día, uno de los sitios más populares pero no por ello menos impactante es el “Mirador 4 palos”, cuya ruta de senderismo es bastante amable así como el acceso al área, donde la travesía comienza (contiene camino para autos)… a 2 mil 700 metros, justo a la altura en donde pareciera que las nubes nacen y el horizonte no tiene fin, ahí donde el eco del viento que golpea la cañada llena de magueyes, yucas y árboles. Ahí es posible encontrar el sentimiento de admiración y respeto por la naturaleza, conectar con la pequeñez del cuerpo humano frente a los paisajes abismales de la montaña así como, descansar y respirar aire fresco luego de una caminata cerro arriba que vale cada gota de sudor derramada. Bastará con mirar al frente para aceptar que cada paso dado es valioso porque la vista, que el mirador ofrece, es magnificente.
¿Te atreves a visitarle?