Los turistas llegarán, y llegarán pronto

Rapayán, sitio arqueológico / Créditos: arqueologiadelperu

En Rapayán (Perú), en el límite entre Ancash y Huánuco y por donde pasa el río Marañón, casi a cuatro mil metros sobre el nivel del mar, pregunté a una persona mayor si le parecía bien que llegaran turistas. Claro que sí, respondió. Y también dijo: “porque ellos nos generarán ingresos a los pobladores”.   

A tan lejano distrito, al que hay acceso en bus, fui a conocer “Las Torres”. Según Cardich, son restos de la Cultura Yarovilca, con construcciones muy elevadas. Se puede observar aún torres de tres o cuatro pisos al filo del cerro. Está demás decir que quedé más que maravillada, como quedé ante tanto recurso cultural prehispánico importante aún no destruido completamente, pero que muy bien se podría poner en valor, y ya.

Y comencé a imaginar que llegaban los turistas desde una ladera totalmente vertical que conducía a la entrada de este sitio arqueológico. Y la visita tenía que empezar por ese lugar para el efecto sorpresa, toda vez que desde allí aparecen las torres en medio de la nada. Y de allí, de frente, hoy uno puede mirar las laderas llenas de sembríos de papas y luego el centro urbano, con su iglesia de fines del Siglo XVI, con casas de diferentes estilos, pero aún con predominancia de construcciones de barro y rayán o sauco, que justamente dan origen al nombre del lugar. Para más señas, se puede actualmente presenciar la construcción de casas aún de esos materiales y con herramientas milenarias en una visita de cualquier día del año. Y en aquel ingreso también ruge como el jaguar, saliendo del inmenso cañón, el sonido del descurrir del fabuloso Río Marañón. 

Vista panorámica del Distrito de Rapayán / Créditos: Wikipedia/Waterloo1883

En mi visita estuve acompañada de un regidor que había nacido y crecido en Rapayán, y tuve que contener mis emociones para no crear falsas expectativas sobre la posibilidad de llegada de turistas. Pero no me queda duda, como el poblador encontrado en el camino, que él también confiaba que los turistas llegarán, aunque era consciente de que primero debía haber investigación, conservación y acondicionamiento turístico antes de que se sumaran más turistas a los pocos que ya llegan, principalmente estudiantes de la ciudad de Huaraz que acuden en viajes que celebran la culminación de la secundaría y, ante la ausencia de vigilancia, contribuyen al deterioro del patrimonio conjuntamente con la naturaleza. Súmase a ello la presencia de pobladores locales que aún suben con sus ofrendas para rituales milenarios. Y si no se hace nada, como en tanto recurso cultural que posee el Perú, pronto este también solamente quedará en el recuerdo.

Ángela Ríos de visita en Rapayán.

Para la Organización Mundial del Turismo, se denomina visitantes a los turistas extranjeros, turistas nacionales y excursionistas. Un turista es aquel que permanece por lo menos una noche fuera de su domicilio habitual y en un periodo no mayor de un año. Mientras que los excursionistas, por supuesto, son los que no pernoctan.  

Y los turistas hacen gastos en transporte, alojamiento, alimentos, guías, artesanías y tanto otro producto o servicio local pueda ser de su gusto y preferencia. Y, por supuesto, pueden generar puestos de trabajo directo, esto es, un sueldo o salario para todos aquellos que, estoy segura, hacen posible que el turista retorne a su ciudad o país con una experiencia satisfactoria. 

Pero también el turismo genera puestos de trabajos indirectos; y la lista aún es más larga. Están los que venden buses, autopartes y reparación y mantenimiento para un transporte seguro; sin contar los aviones y barcos y las actividades involucradas. Están los que proveen los productos del campo y procesados para preparar los alimentos. Están los centros de formación y capacitación de todo profesional necesario para el desarrollo del turismo. Están los que proveen el barro, la madera, la pintura, los tejidos, los conocimientos ancestrales, entre otros tantos, para hacer de la artesanía un recuerdo especial de cada lugar visitado. Están los fotógrafos profesionales para registrar la mejor vista y expresión de felicidad. Están los que alimentan, cuidan y trasquilan para procesar la lana y los que siembran y procesan los algodones de colores, para que los turistas puedan comprar chompas y vestidos espectaculares. Están los guías locales que orgullosos muestran sus costumbres, historias y sueños. Sí, porque todo peruano aún sueña. 

Rapayán está muy distante para atraer turistas, principalmente a los más viajeros de Lima y con mayor poder adquisitivo, pero no está exenta de prepararse, como no debe estar ningún centro poblado, villa o ciudad del Perú. 

Para comenzar, recomiendo que los alcaldes y agentes municipales de distritos o centros poblados de todo el Perú, empiecen haciendo que las fiestas de aniversarios de creación, religiosas, carnavales, fin de cosecha, temporada de verano, de invierno, de playas en la selva baja, de pesca en la selva alta, entre otras tantas celebraciones, sirvan para promocionar el lugar. Es decir, utilizar los medios de prensa local para invitar a cada celebración. 

Y todas las actividades, más aún para recibir a los visitantes, deben estar debidamente planeadas, organizadas, controladas y supervisadas. Las autoridades deben poner señales temporales para todo. Además,  lugares y envases para disposición de residuos, lugares para bailar, lugares para comer y beber, lugares para estacionar, lugares para rezar, lugares para bañarse, baños con agua, jabón y papel, entre otras facilidades, acorde a la necesidad. Pero, y de igual importancia, todos los habitantes deben prepararse para recibir a las visitas, o visitantes. Esto es, las plazas, veredas, calles y fachadas deben brillar por su limpieza. En cada cuadra debe haber representantes para orientar y guiar a los visitantes, pero también para controlar, cuidar y pedir ayuda. Comprometerse, pero también cumplir. Y esta preparación debe empezar ya, porque tan pronto la pandemia muestre señales de desaparecer, los visitantes buscarán sitios hermosos, tranquilos y con alimentos y experiencias únicas. Y así, cada vez, tarde o temprano, llegarán más y más turistas. 

Y, sin duda, uno recuerda más un viaje cuando participa en las actividades. Quién no guardaría en su memoria de recuerdos el haber participado en la preparación del pan chuta, de mantequilla de maní, de embarrarse para hacer artesanías, de tallar maderas, de pisar las uvas, de bailar hasta cansarse con la música peruana, de preparar y tomar la chicha: de tantas frutas, granos y semillas que se preparan en el Perú. Y esta lista es pequeñísima aún. Estoy segura de que los estudiantes podrán contribuir, con su imaginación y preparación, a identificar más y más actividades en lugares únicos, como únicos son los individuos. Por ello, y antes de todo, se debe escoger un nombre y solo uno, que identifique al lugar visitado. Puede ser el nombre de un baile, de un santo, de un árbol, de una quebrada, de un ave, de un río, etc. Lo importante es definir el nombre de una ruta turística emblemática, porque ello permitirá a los visitantes identificar y recomendar esos sitios de experiencias fantásticas y recuerdos imborrables.

Y también que se preparen todos los hospedajes y restaurantes en todo el Perú, urbanos o rurales, y los guías y los transportistas. Estoy segura de que detrás de las olas de la pandemia, vendrán las olas de los turistas.

¿Y que ganarán los habitantes de las ciudades? Mucho. Desde calles y plazas limpias y seguras, hasta ingresos por dedicarse a alguna actividad turística directa o indirecta, tanto para unos como para sus familias. Y con habitantes con mayores ingresos económicos, habrá más quienes paguen por licencias, impuestos prediales y arbitrios, que registran actualmente altas tasas de morosidad en los municipios. Pero también más ingresos por impuestos generales a las ventas y otros impuestos para el erario nacional, los cuales debemos buscar que sean bien invertidos por nuestros gobernantes en más escuelas con materiales, equipos y profesores motivados; más postas médicas y hospitales debidamente equipados y con profesionales especializados: más agua y desagüe; más carreteras y tantos otros servicios públicos necesarios para nuestra prosperidad material e inmaterial. Y, en consecuencia, como para el peruano de Rapayán, y, estoy segura, para muchísimos más, el turismo genera y podría generar más y mayores ingresos económicos.

No en vano el turismo ha llegado a ser la tercera fuente generadora de divisas en el Perú. Y aquí, los turistas extranjeros gastan en promedio más que en Nueva York.

Ángela Ríos Cardozo: 🇵🇪 Formuladora y evaluadora de proyectos de inversión en turismo. Docente universitaria en pregrado y postgrado. Poseo alto nivel de organización, orientación a detalles, foco en trabajo en equipo y resultados. Mi objetivo es el desarrollo del turismo en el Perú a través de la formulación de proyectos de inversión de acondicionamiento turístico y capacitación en gestión de destinos turísticos.
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