A diferencia de Costa Rica, Perú, Colombia, España y Ecuador, en México no se cuenta con planes, leyes, ni estrategias que busquen fomentar y desarrollar las formas de turismo rural-comunitario en beneficio de sus comunidades.
En Costa Rica por ejemplo, la Ley del Fomento del Turismo Rural Comunitario se creó “para que las personas habitantes de las comunidades rurales procuren la gestión de su propio desarrollo, incluido el manejo de destinos turísticos locales; además, que participen en la planificación y el aprovechamiento de los recursos naturales de su entorno de manera sostenible, a fin de que les permita una mejor condición de vida.”
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En España, el Plan Integral de Turismo Rural, plantea “la necesidad de superar la bipolaridad de la oferta turística entre los productos asociados al sol y playa, con síntomas de madurez, y el resto de productos”.
En México, a pesar de que las comunidades rurales cuentan con un sinfín de recursos naturales y culturales altamente atractivos -como su gastronomía local, sus paisajes naturales y urbanos, y sus tradiciones ancestrales aún vigentes- la mayoría de los financiamientos otorgados por instituciones como el Fondo Nacional de Turismo se dirigen hacia proyectos hoteleros de turismo de masas, descartando el potencial del turismo rural-comunitario para mejorar la calidad de vida de comunidades socialmente rezagadas.
En años recientes, han surgido nuevos segmentos del mercado turístico que demandan experiencias de viaje que trasciendan el simple descanso en un hotel todo incluido, por lo que han surgido un sinfín de innovadoras experiencias turísticas que conllevan un aprendizaje cultural y un encuentro con la realidad fuera de los hoteles y los centros comerciales.
Muchos países han detectado estas nuevas tendencias del mercado turístico, poniendo manos a la obra para aprovecharlas a través de planes y estrategias nacionales, sin embargo, los líderes del turismo en México todavía no le dan la importancia suficiente a estas formas emergentes de turismo.
Ante la posibilidad de hacer dinero rápido, los inversionistas siguen apostando por las formas tradicionales de turismo masivo que desconsideran por completo las voces locales de las comunidades. Incluso muchos de los llamados “parques ecológicos” -como los que se ubican en la Riviera Maya- se establecen tras violentos desalojos de familias ejidatarias y pesqueras de sus terrenos.
Es por eso que como estudiantes y licenciados de turismo socialmente conscientes, tenemos una responsabilidad especial para revertir gradualmente esta realidad, ya sea a través de la presión social, o el involucramiento directo con asociaciones, universidades y proyectos de desarrollo comunitario.
El turismo puede y debe proveer a las comunidades con alternativas de desarrollo económico.
Mejorar la calidad de vida de nuestras comunidades es mejorar la calidad de vida de todo el país.