Emprender un viaje en solitario, a un país distinto donde quizá no se habla el mismo idioma y un lugar totalmente ajeno a lo que estás acostumbrado, puede sonar aterrador, pero a la vez tentador. Mientras lo pensaba sabía que esta experiencia no sería como cualquier otra.
Miedo fue lo que sentí cuando decidí aventurarme a viajar sola a Malta, una isla ubicada en el Mediterráneo, muy cerca de Sicilia, Italia. ¿Ya habían escuchado hablar de este archipiélago?
Su idioma natal es el maltés, pero tiene al inglés como segunda lengua, por lo que brinda las facilidades para estudiarlo y practicarlo en el día a día en cada lugar al que vas, lo cual resulta muy favorecedor para quienes queremos mejorar nuestro nivel. Además, estando en la isla, puedes tramitar tu work permit y conseguir un empleo, en la mayoría de los casos el empleador te ayuda con el proceso. Es importante resaltar que las oportunidades son amplias en el sector del turismo.
Hace un año por primera vez escuché hablar de Malta, creo que fue amor a primera vista. Desde entonces me acompañó la idea de viajar a ese lugar, pero sabía que tenía que planearlo muy bien.
Soy ecuatoriana y para nosotros es indispensable tener visa de turismo para ingresar al espacio Schengen (territorio europeo), a diferencia de la mayoría de los países de Latinoamérica.
Obtuve el visado y en seguida me puse en contacto con una agencia que me pudiese asesorar sobre el ingreso al país, en temas de migración que suelen ser un poco complejos dependiendo el destino, asimismo, alojamiento, alimentación, movilización, escuela para estudiar inglés, etc. He tenido una muy buena experiencia con una empresa que me ha acompañado en todo el proceso. Cabe recalcar que en la actualidad estoy en Malta.
Apenas llegué, el verano se apoderó de mí y la emoción que tenía era tal cual la de una niña que sueña con conocer Disneyland, era un sentimiento indescriptible, estaba por cumplir un sueño y no solamente eso, sino que se convertiría en un reto para mí.
La primera semana es la más difícil, estás en un proceso de adaptación, donde tienes que identificar los lugares a tu alrededor como el alojamiento, las estaciones de buses más cercanas, supermercados, farmacias, cajeros automáticos, entre otros; mi mejor aliado en esta aventura ha sido el GPS, no te asustes, con el pasar de los días te empiezas a sentir como en casa.
Sin embargo, tengo que reconocer que todas las travesías tienen ventajas y desventajas. Vine en una época con bastante demanda de turistas (junio-julio), por ende, los precios son más elevados tanto de alimentos como de alojamiento; el transporte público suele estar lleno, al igual que los atractivos, la temperatura es muy alta, incluso puede llegar a 40° y si no estás acostumbrado o vienes de países no tan calurosos, esto puede ser complejo de sobrellevar, como en mi caso.
Fuera de eso lo demás ha sido increíble, conoces gente de todas partes del mundo, practicas inglés y visitas lugares con paisajes impresionantes, donde, además, puedes realizar diversas actividades terrestres y acuáticas.
St. Julian’s es la zona más reconocida de Malta por sus bares y discotecas, también, por contar con una amplia gama de restaurantes con gastronomía muy diversa. Lo mejor es que en todos lados hay gente muy amable dispuesta a ayudarte en lo necesites. Continuará…