En algún momento de tu vida quizá hayas sentido el deseo de escapar de tu entorno habitual para trasladarte a otra realidad en donde la vida corra a un ritmo diferente.
Un backpacker o mochilero busca precisamente las experiencias de alto impacto que le otorguen una profunda sensación de libertad y asombro en un entorno fuera de lo ordinario. Apreciar un paisaje deslumbrante desde la cima de una montaña, degustar un platillo exótico en un mercado local, o participar en un festival cultural de una localidad tradicional.
A diferencia de un turista convencional que viaja por cortos periodos de tiempo y que busca la comodidad y el servicio estandarizado, el mochilero está dispuesto a sacrificar ciertas comodidades a cambio de servicios económicamente accesibles que le permitan extender su viaje por el mayor periodo de tiempo posible.
Entre los mochileros existen diferentes motivaciones y deseos que los llevan a realizar sus viajes, desde aquellos que buscan experiencias de aprendizaje que les permitan comprender otras realidades culturales, hasta aquellos que buscan simplemente viajar para escapar de la rutina convencional, divertirse y convivir con otros viajeros.
Viajar como mochilero implica sumergirse en la realidad local de los destinos y alejarse de las actividades turísticas previamente empaquetadas. El sentido de autenticidad es fundamental para la experiencia del mochilero, ya que su propósito es entrar en contacto con el mundo real y evitar los espacios montados para el turismo que considera como “falsos” o inauténticos.
Este tipo de experiencias pueden ser bastante adictivas, lo que ha llevado a muchos viajeros a hacer del “mochilazo” su forma de vida permanente, trasladándose de un destino a otro, realizando trabajos temporales en sectores como el turístico para hacerse de los recursos que les permitan continuar con su aventura.
Esta tendencia tiene su origen en las exploraciones realizadas por investigadores y antropólogos en las comunidades de Asia y América Latina durante la primera mitad del siglo XX, lo que gradualmente motivó a turistas de un perfil más abierto y relajado de países desarrollados (hippies) a trasladarse a estos “destinos exóticos” en busca de un escape de la vida urbanizada, propiciando así el establecimiento de servicios económicos para viajeros independientes como hostales, posadas o paradores, y sitios para acampar. (Cohen, 2003)
Actualmente el turismo backpacker se ha posicionado como uno de los sectores económicos con mayor crecimiento a nivel mundial. Países como Australia, Nueva Zelanda, Tailandia o Costa Rica, han desarrollado una extensa oferta turística específicamente para este segmento del mercado.
Además han surgido sub-segmentos como los poshpackers: “posh” un adjetivo para designar a individuos de clase alta, de esta manera se designa a los mochileros de clases económicamente privilegiadas que invierten grandes cantidades en equipamiento de viaje como tiendas de campaña, vestimenta de alta calidad, equipo deportivo, vehículos todo terreno, etc.
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Algunos especialistas (Richards y Wilson, 2005) consideran que el turismo backpacker ha crecido a tal magnitud que ha pasado a convertirse en sub-sector más del turismo convencional, y las experiencias que se comercializan bajo este paradigma en realidad no son muy diferentes de las experiencias turísticas previamente montadas y empaquetadas, por lo tanto carentes de autenticidad.
Es importante señalar que los mochileros no requieren de una gran infraestructura turística durante sus viajes, por lo que esta forma de hacer turismo es considerablemente más sustentable y ecológica que las formas convencionales de turismo masivo.
Los mochileros intentan demostrarnos que existen otras formas de vivir más allá de lo que consideramos normal, y que aquel que de verdad quiere viajar siempre encontrará la manera de hacerlo.