Madrid ha sido el escenario de la presentación, como destino turístico, de la N623. Esta vía fue la primera carretera nacional que unió las ciudades de Burgos (Castilla y Léon) y Santander (Cantabria), allá por los años 70. Transitada por británicos que llegaban en ferry a Santander y por viajeros españoles, era la única carretera principal terrestre que conectaba el Cantábrico con la Meseta y el resto de España. Hoy, convertida en carretera secundaria, se ha transformado en una vía de comunicación especial de turismo slow y sostenible, donde disfrutar de paisajes idílicos llenos de belleza, descubrir un patrimonio excepcional y una riquísima gastronomía.
Desde las diputaciones y administraciones locales de Castilla y León y Cantabria, se ha establecido todo un proyecto de turismo de 153 kilómetros (90 discurren por la provincia de Burgos, pasando por el espectacular Parque Natural de Hoces del Alto Ebro y Rudrón, por ejemplo, treinta por la comarca de Valles Pasiegos cántabros y otros 30 por Piélagos y Camargo hasta llegar a Santander).
Los dos territorios, el burgalés y el cántabro, están delimitados por el Puerto del Escudo. La naturaleza es uno de los atractivos de recorrer la N623, pero también lo es el encuentro con la Historia patrimonial, los pueblecitos o la gastronomía, con productos tan emblemáticos como los dulces pasiegos cántabros, la sidra de Somarroza en Cantabria o la morcilla de Burgos.
Durante el evento, en el que han estado presentes el Presidente de la Diputación Provincial de Burgos, Don César Rico Ruiz, así como la Directora General de Turismo y la de Desarrollo Rural de Cantabria, Marta Barca Pérez y Marisa Pascual Domínguez. Pérez, se ha destacado “el enorme patrimonio múltiple presente en la N-623”. Cantabria y Castilla y León”. Son un ejemplo de unión, aprovechamiento y desarrollo turístico rural entorno a un tema, como es, en este caso, la carretera N623. Una vía, que habiendo cómo perdía su esplendor y su importancia como unión entre territorios, y, consecuentemente, su desarrollo rural, adquiere, así, una nueva relevancia y una nueva vida con este proyecto. Se trata de una oportunidad para luchar contra la despoblación rural y el abandono que ha podido suponer el relegamiento de esta carretera, ahora secundaria.
Y, todo gracias a este proyecto turístico. Muchos negocios familiares que crean riqueza en el territorio se han podido. Multitud de pequeños comercios, talleres mecánicos, gasolineras, restaurantes, fondas, agricultores y ganaderos, dieron color a esta vía durante toda la década de los 70. Hoy, con esta iniciativa, encontramos atractivos turísticos, algunos que han subsistido y otros novedosos. Ejemplos de ello son el Geoparque de las Loras y el Museo del Petróleo, el territorio megalítico de dólmenes, el embalse del Ebro, donde practicar turismo activo, centros de turismo termal o pueblos que fomentan acciones del Camino de Santiago.
Además, la gastronomía está muy presente con los productores locales y los restaurantes. Tal es el caso de Begoña Garrido, propietaria del Restaurante Oro Negro, en Sargentes de la Lora, una de las máximas representantes del conocido cocido loriego o la Destilería Siderit, compañía cántabra dedicada a la elaboración de vermuts y destilados. Las quesadas y sobaos pasiegos de Sobaos Luca, en Hontaneda y el Potro Hispano – Bretón burgalés, cuyo hábitat es el Pantano del Ebro- son parte de este camino cuyo roadtrip se está consolidando ya como uno de los destinos turísticos de la Península Ibérica más interesante, original y sostenible.