Una vez iniciado un nuevo régimen político, porque a estas fechas ya ha iniciado de hecho un nuevo régimen a partir del primero de julio de este 2018; una segmentada opinión y sentir público, están dejando constancia de lo que debe, puede y será el futuro de México en todas sus vertientes y temas. El turismo no es la excepción.
El periodo del virtual presidente AMLO antes de tomar posesión el primero de diciembre ha colocado estratégicamente 2 temas que han polarizado a ciertos segmentos de la sociedad mexicana y ambos tienen que ver directamente con el ámbito turístico: me refiero a los mega proyectos como el ahora malogrado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y el denominado Tren Maya.
A pesar de toda la agitación política que estos temas han causado y que seguirán causando por situaciones exógenas al turismo, es un gran gol para ésta, ya que genera altas expectativas para la industria el debate y escrutinio público, que nos dejan ver una gran verdad: Se fortalecerá la infraestructura que potencialice y mejore la movilidad interna y externa de los viajeros en el territorio mexicano. ¿Esto es suficiente?, no lo creo, sin embargo tiene una fuerte carga simbólica que una administración federal inicie actividades con tales proyectos, para dos de los principales polos de desarrollo turístico, la Ciudad de México y la zona maya en el sureste mexicano.
Ambos proyectos, como todos los proyectos tienen sus pros y sus contras, sus promotores y detractores, así como sus fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas, sin embargo, afirmo que, si el desarrollo de estos proyectos es llevado a cabo dentro de altos estándares de calidad y productividad, pero sobre todo bajo la premisa de la sustentabilidad, éstos serán un éxito rotundo para el gobierno, para la industria turística y para México en su totalidad.
Las condiciones tanto macroeconómicas como las microeconómicas son relativamente estables para el país, de hecho, en mi percepción son ligeramente favorables y con las condiciones para mejorar los indicadores, aunado esto a la consolidación y estabilidad de los mercados internacionales nos dejan entrever un clima favorable para la industria en nuestro país. Los riesgos de condiciones extremas son mínimos.
Los diversos fenómenos ambientales y posibles catástrofes deberán ser gestionadas en tiempo y forma de acuerdo con la situación que se presente, como ha sido hasta ahora la respuesta y que nos ha traído resultados favorables o al menos se superan esas etapas con diligencia gracias a nuestra arraigada cultura de la protección civil y de nuestro reconocido sentido de solidaridad social para nuestros connacionales en desgracia.
La inseguridad pública parece ser el elemento crítico negativo que rompe con la bonanza turística mexicana en los venideros tiempos. Las iniciativas gubernamentales en materia de combate a la corrupción, seguridad pública y despenalización de la marihuana con fines lúdicos que el nuevo régimen ha presentado tienen los elementos suficientes para que se cimbren las estructuras delincuenciales y de organizaciones criminales, lo que puede suponerse tendrá un efecto positivo para el desarrollo de las actividades turísticas, incluso generando un nuevo nicho de mercado turístico generado por el consumo cannábico.
Si bien México seguirá siendo altamente competitivo en el sector internacional, los indicadores pueden mantenerse e incluso disminuir en algunos rubros dadas las condiciones y ventajas que permitieron a nuestro país aventajar hasta posiciones históricas en los diversos rankings mundiales. Lo que nos obliga y compromete a seguir redoblando esfuerzos, implementando mejoras y estrategias que de calidad y sustentables para que el turismo, sigan siendo eje rector del desarrollo nacional y humano en nuestro México durante al menos el siguiente sexenio y seguir siendo parte de la elite turística internacional.