Venecia, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, famosa por sus canales y que en el 2014 recibió más de 5.2 millones de turistas internacionales (según un estudio de Euromonitor), ha comenzado a sufrir las consecuencias de un turismo excesivo.
Según el diario Argentino, la Nación, hay gente que en un acto de rebeldía y falta de conciencia, se tira de los famosos puentes para llamar la atención y “refrescarse”, tal como sucedió con un turista de origen Neozelandés de 49 años, cuando la semana pasada, borracho, se lanzó del puente Rialto y callo sobre una lancha-taxi, sufriendo heridas considerables. Ahora, enfrenta cargos por poner en peligro al transporte público.
Algunos otros, que ni siquiera pernoctan en la ciudad, llegan, consumen, ensucian y se van; o existen los que ven muy normal organizar un día de campo en la plaza de San Marcos, sin tener el respeto de limpiar a su partida.
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Hay turistas que en pleno día orinan detrás de edificios históricos y que de noche sacan una bolsa de dormir y acampan en las plazas de la ciudad de la laguna. Gente que pasea semidesnuda y gente que deja tras de sí residuos, botellas de plástico y otros desperdicios, ya que los recolectores de basura son insuficientes.
Por todo esto, el pasado fin de semana, en un acto de inconformidad por la cantidad de visitantes irracionales que acuden cada temporada vacacional a la ciudad Italiana, aparecieron por la calles y en monumentos, carteles y volantes con imágenes y leyendas que ruegan a los turistas a marcharse de la ciudad.
Frases redactadas en inglés que decían: “Alto, no soy bienvenido”, “¡Váyanse turistas!”, “¡Están destruyendo nuestra ciudad!”, fueron pegadas incluso, en iglesias de la ciudad turística.
Pero una imagen fue la que llamo más a atención por la manera tan ruda de declarar inconformidad ante lo que está pasando en Venecia. En la hoja se podía apreciar la figura de un cerdo en pantalones cortos (haciendo alusión a los turistas), arrojando basura a lo largo de la Riva degli Schiavoni, un pequeño malecón sobrecargado de gente frente a la cuenca de San Marcos.
Lo menos importante es encontrar a los culpables de esto, lo que realmente llama la atención es que los residentes de Venecia han llega al punto en que se sienten frustrados por la cantidad de personas que, dicen, obstruyen su ciudad.
El Alcalde Luigi Brugnaro, ha expresado en su cuenta de Twitter su desesperación ante lo ocurrido con el turismo, amenazando con llevar a prisión a personas que tengan actos de irresponsabilidad contra la ciudad. También, como acto de campaña, declaro que impondría medidas severas para normalizar y regularizar el turismo.
Insistió en la introducción de poderes especiales a la ciudad para mantener el orden público. “Carteristas, vándalos y borrachos deben pasar una noche tras las celdas», escribió en las redes sociales.
El más reciente acto, que obtuvo el descontento de la población, y que fue difundido en las redes sociales, fue cuando un grupo de seis jóvenes intentaron tomar un baño en el Gran Canal. Ellos fueron reprendidos por un local, quien enojado les grito: “¡Ustedes no tiene permiso para sumergirse en los canales!»,«¡Venecia no es Disneylandia!», según informo el diario italiano, Corriere del Veneto.
Por su parte, el vicealcalde Luciana Colle, ha dado una respuesta más diplomática a la situación, con el argumento de que la reacción es tal vez exagerada, mientras recordó que el turismo es la principal contribución a la economía de Venecia.
«Los personas deben ser educados», agregó. «La ciudad necesita más respeto, pero también los turistas.»