La docencia es una profesión emocionalmente apasionante, profundamente ética e intelectualmente exigente.
Ser docente en Turismo, es entrar a un ámbito que requiere la transmisión de información de la mano de ciertas habilidades personales que servirán para construir el andamiaje personal que cada alumno necesita para convertirse en un profesional competente. En este caso, la enseñanza al igual que en los negocios, debería basarse en los beneficios que reporta a las personas.
Aprender no es retener información que luego deberá plasmarse en una prueba o examen. Y es que mucho se ha dicho que el ejercicio profesional docente requiere personas con verdadera vocación, y esta premisa resulta preponderante al citar a quienes tienen la responsabilidad de formar a los futuros profesionales en Turismo.
Recordemos que en Turismo, no hay empresas ni destinos de calidad, sin personas de calidad; y no sólo calidad en términos de profesionalización, sino también calidad humana. Esta situación es la que otorga importancia a la verdadera formación de los Licenciados en Turismo, ya que de nada servirá la transmisión de contenidos, teorías y procedimientos si no se formó al ser humano que otorga la diferenciación en el servicio turístico.
Si eres estudiante de Turismo y haz conocido maestros cuyo ejercicio docente no sólo no te motiva y proyecta pasión por la carrera, sino que sus clases no aportan contenido y su método de enseñanza resulta aburrido u obsoleto, es porque probablemente no aplicaron tres características que a mi punto de vista y como resultado de varios años en la docencia, son básicas para facilitar el proceso enseñanza – aprendizaje en el aula:
Índice
1. Ser poco convencional
Se trata simplemente de enseñar fuera de los convencionalismos, de salir de la zona de confort. Imprimir creatividad para que cada clase resulte distinta a la anterior. Se trata de que el alumno pueda aprender a través de distintos métodos y no anclarse al mismo formato siempre utilizado, que propicia momentos en los que los alumnos se aburren soberanamente. Enriquecer la labor realizada en el aula con actividades que promuevan retos diversos a los estudiantes es requerimiento para su formación profesional.
2. Despertar emociones
Cuando el conocimiento va acompañado de vivencias adquiere su verdadera dimensión, es enseñar emociones en el aula y fuera de ella. Esto se refiere a que el docente debe ser capaz de transformar el tiempo de una sesión lectiva en un momento de aprendizaje significativo a través de imágenes, sonidos, el tono de voz utilizado e incluso aromas, que el docente logra vincular con sus contenidos de clase.
3. Ser interactivo
El docente debe asumir la diferencia entre mirar y actuar. La clase tradicional está pensada para que los alumnos miren y callen. Este tipo de aprendizaje es un aprendizaje unidireccional. De lo que se trata es de convertir las clases en sesiones interactivas, en sesiones bidireccionales donde el diálogo enriquece tanto al docente como al alumno.
La lista de características podría ser más larga y cada quien finalmente dar su sello personal. Lo importante aquí es que como docentes debemos tomar conciencia que no hacemos bien las cosas desde el momento en que los estudiantes sólo estudian para aprobar y no para aprender.