El turismo, al igual que las artesanías, el patrimonio edilicio, la animación cultural, la música, la literatura, el cine y la televisión, es una de las ricas manifestaciones del hombre y, de igual manera, ha sido un punto de partida para generar el desarrollo económico, social y cultural de diversas ciudades del mundo.
Los proyectos culturales permiten proponer productos que afiancen la identidad, base fundamental para el desarrollo cultural, social y económico de un país, con el beneficio agregado de la generación de nuevos puestos de trabajo. El turismo, como inductor de la economía, no queda exento de provocar dichos impactos.
Si bien hoy en día resulta imposible no concebir al turismo como sinónimo de desarrollo, la perspectiva económica del desarrollo ha ido variando durante las últimas tres décadas. En la década de 1980, la cuestión del desarrollo local aún tendía a ser predominantemente académica. En esta etapa, el accionar de los municipios estaba limitado a controlar y regular la infraestructura urbana y las actividades que se realizaban dentro de su jurisdicción, prestaban ayuda social y administraban los recursos públicos. Sin embargo, la globalización de la economía, el aumento de la conectividad y el acortamiento de las distancias ya comenzaban a cambiar las reglas del juego.
Ya en la década de 1990, las funciones de los gobiernos locales se replantearon a raíz de procesos de ajuste estructural y descentralización de responsabilidades sobre la prestación de servicios públicos. Tales transformaciones ocasionaron nuevas demandas sociales, que llevaron al Estado a cumplir funciones orientadas a resolver problemas a través de la gestión de políticas sociales, ambientales y de promoción económica y del empleo. La reforma del Estado significó para los municipios la responsabilidad de afrontar nuevos desafíos, pero también resultó una fuente de oportunidades, pues es en esta etapa que se dieron las primeras iniciativas para impulsar procesos de desarrollo como una herramienta para promover el bienestar de la comunidad, introduciéndose lentamente en el campo de la gestión pública el concepto de desarrollo local. Para ello, surgieron nuevas modalidades de gestión basadas en la cooperación público-privada, la implicancia de actores no estatales en el diseño e implementación de políticas públicas, la adopción de la planificación estratégica y de presupuestos participativos, entre otras metodologías y herramientas que aún son utilizadas por los gobiernos locales.
¿Y el turismo? El turismo es un fiel reflejo de la sociedad en la cual se desenvuelve. Las culturas del centro receptor comenzaron a experimentar la necesidad de redescubrir y fortalecer sus identidades y de resignificar su patrimonio cultural y natural, material e inmaterial. Al mismo tiempo, se originaron nuevas tipologías de demanda con diversos intereses, entre ellos, la cultura y el medio ambiente. En un marco donde las administraciones municipales y provinciales comenzaban a estudiar la diversificación de sus economías en vistas de diseñar estrategias para subsistir en el nuevo contexto, surgieron formas de turismo alternativo.
Ya en el nuevo milenio, caracterizado por la toma de conciencia medioambiental, la masividad del acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, la instantaneidad a la que nos somete la tecnología móvil y el auge de la tecnología 3.0, el desarrollo local alcanza un nivel sin precedentes: comienza a darse en los municipios un modelo de desarrollo endógeno que se está instalando en distintas comunidades hasta hoy en día. Dicho modelo se basa en un cambio estructural que debe darse desde la comunidad, es decir, un desarrollo “desde abajo hacia arriba”. Las nuevas demandas turísticas relacionadas con la autenticidad y la búsqueda de la vuelta a los orígenes llevaron a algunas comunidades a redescubrir en su patrimonio una potencial fuente de recursos. Así, realizaron una puesta en valor de su patrimonio y recursos existentes, los cuales se convirtieron en nuevos productos turísticos que se introdujeron en el mercado con el apoyo y acompañamiento del Estado y la academia: establecimientos agrícola-ganaderos y pequeñas comunidades rurales comenzaron a abrir sus instalaciones para mostrar los procesos productivos que allí se llevaban a cabo y ofrecer actividades recreativas y de ocio en el entorno de sus paisajes; festividades culturales típicas, musicales y religiosas comenzaron a ofrecerse en el mercado turístico para mostrar a la nueva demanda las tradiciones del pueblo.
Con vista en el objetivo de volver más competitivo el sistema productivo local, al proponer y llevar a cabo estrategias de desarrollo local basados en el turismo, los profesionales del sector debemos bregar por cinco dimensiones:
- Económica, que comprende la utilización y coordinación de los recursos productivos de los cuales dispone la comunidad empresaria local.
- Humana, que consiste en formar recursos humanos para contar con mano de obra capacitada.
- Social y cultural, que involucra la identidad y los valores éticos y morales de la comunidad.
- Político-administrativa, vinculada a los mecanismos y decisiones a nivel municipal o departamental.
- Ambiental, que busca la protección y cuidado de los recursos naturales.
Todo ello, en pos de un desarrollo endógeno, participativo y responsable.
¿Qué destino se te viene a la mente al pensar en el concepto de desarrollo endógeno?