Al hablar de turismo se nos viene a la mente los viajes de ensueño, las vacaciones anheladas y los destinos de ilusión que se develan ante el visitante que desea conocer por primera vez un destino. Aquel viaje que se planea con meses de antelación para poder realizar las actividades según lo planeado. Felicidad, emoción y alegría son las emociones que inundan a quienes deseosos cuentan los días para realizar su viaje.
En lo último que se piensa es en la nostalgia, melancolía y resignación, y son justamente estas emociones las premisas de este tipo de turismo denominado necroturismo, cuyo objetivo es realizar una visita a los espacios de descanso eterno como lo son los cementerios para develar ante la mirada de los visitantes la historia del destino en el que se encuentran a través de sus muertos.
El turismo a través de su rama denominada necroturismo, misma que se encuentra adscrito al turismo cultural, propone enriquecer la oferta turística de un destino que más allá de ser llevado a cabo por cuestiones de tabú o morbo, resulta una experiencia enriquecedora hacia quienes lo realizan pues quienes lo llevan a cabo comprenden más sobre lo efímero de la vida.
Las emociones que inundan a las personas que realizan esta actividad se describen como melancolía, seriedad, tristeza, nostalgia, pues los protagonistas del necroturismo no se encuentran vivos, pues sus vidas se han acabado, por lo que solo se puede saber de ellos a través de su última morada.
En estos recorridos los visitantes tienen la posibilidad de conocer los cementerios de la ciudad de una perspectiva diferente, es decir el guía que acompaña a quienes toman este tipo de recorridos ofrece una amena explicación sobre la historia del lugar donde se encuentran y sus huéspedes más ilustres.
En este sentido, la labor primordial del guía consiste en dimensionar al cementerio como un verdadero museo al aire libre, pues explica a detalle los significados de la iconografía funeraria, los estilos arquitectónicos funerarios, la botánica funeraria, la historia misma del cementerio, el origen histórico de los epitafios y lo más importante, dirige a los visitantes hacia la última morada de los personajes más destacados del recinto.
Y si hablamos de convertir un cementerio en un museo al aire libre, es muy importante mantener un marco de normativas para ejecutar la actividad de manera correcta. Esto toma mayor relevancia pues al estar en un cementerio los visitantes tienen que tener presente en todo momento que se encuentran en un lugar de descanso por lo que debe de mantener una postura de absoluto respeto por el lugar y por quienes ahí descansan.
Llevar a cabo este tipo de turismo genera que quienes lo realizan, comprendan sobre las historias individuales de los fallecidos que se entrelazan para formar una historia colectiva que permite al espectador comprender la historia de la ciudad en la que se encuentran de un modo completamente diferente a lo convencional, pues sus protagonistas se encuentran en «la otra vida».