¿Sabías que…? ¿Hay modelos de negocio turístico agotados? ¿Hay destinos turísticos con capacidad de carga superada? ¿Hay aeropuertos en quiebra? ¿Hay cansancio de lo conocido?
Quienes trabajan por y para el turismo saben que éste es un sector muy propenso a estar en riesgo y por ende caer en crisis.
La crisis en turismo es una situación generada por un suceso inesperado o por una sucesión de eventos de carácter interno o externo con el potencial de provocar un cambio sustancial que afecte a los turistas o ponga en riesgo ciertos productos o todo un destino turístico. El conjunto de factores que generan crisis y afectan al turismo es muy variado.
El sector turístico tiene “una estructura que ofrece productos relacionados con la experiencia y que son el resultado del trabajo conjunto de varios proveedores que deben afrontar diversos problemas de fragmentación y control” (Henderson, 2007). Esta estructura no hace más que acrecentar la vulnerabilidad del sector, que se alimenta y a su vez afecta a un gran número de actores.
En los últimos años han sido las crisis generadas por los riesgos económicos las que mayor impacto han tenido en el turismo. La industria turística se ha enfrentado también a las constantes alteraciones climáticas, a los incidentes que generan la inseguridad, entre otros factores. Es así que la percepción y adminstración del “riesgo” dependerá en gran medida de la capacidad de resiliencia desarrollada por un mercado de destino.
¿Qué es la resiliencia de destinos turísticos?
La resiliencia es un concepto del cual no se tiene una definición consensuada entre los diversos autores e investigadores que han trabajado la temática.
Entre los acuerdos generales para su definición se encuentra lo señalado por el Diccionario Esencial de Literatura Española (2006) que establece que la palabra resiliencia se deriva del verbo latino salire y del término resilio que significa volver atrás, resaltar o rebotar.
Al parecer el concepto de resiliencia tiene sus primeros esbozos en el ámbito de la ingeniería, aunque algunos lo vinculan también a las ciencias humanas, en el campo de la psicología (Scoville, 1942) y psiquiatría, y otros a la biología (Rutter, 1990); pero lo que es realmente importante es que ha sido y continúa siendo ampliamente aplicado a numerosas situaciones y contextos para explicar la capacidad de resistir y reaccionar ante hechos adversos.
En materia turística, el concepto de resiliencia ha generado interés de diversos actores, tanto en el ámbito de la investigación como para tomadores de decisiones en los sectores públicos y privados.
No omito señalar que la literatura referente a la resiliencia o capacidad de recuperación de los sistemas turísticos es todavía escasa.
Puntualizando entonces:
- Resiliencia es la capacidad de los sistemas turísticos para recuperar el estado de equilibrio ante fluctuaciones externas.
¿Cuáles son esos factores que hacen que un destino turístico tenga condiciones de resiliencia?
Importante resulta entender que gestionar “crisis” está estrechamente vinculado a la gestión de riesgos que pueden afectar un destino turístico. Estos pueden ser:
- Factores geopolíticos: Asuntos diplomáticos, problemas de terrorismo, guerrillas internas, medidas migratorias, etc.
- Factores económicos: Estancamientos y recesión de las economías, los tipos de cambios, alza de impuestos, etc.
- Factores socioambientales: Desastres naturales. Erupción de volcanes, incendios forestales, escasez hídrica, terremotos, aluviones y tsunamis.
Los destinos que tienen la categoría de resilientes son aquellos que son capaces de predecir, analizar, evaluar los riesgos y elaborar un sistema de trata de riesgos desde varios ámbitos, con el objetivo de dotar al destino con sistemas de prevención y una adecuada capacidad de recuperación por autoorganización.
La resiliencia en turismo es un tema donde hace falta mucho por trabajar. A pesar de que importantes destinos turísticos han sabido sobreponerse a situaciones adversas y actúan a gran velocidad una vez que tienen el problema encima, lo que verdaderamente hace que un destino turístico sea resiliente es su capacidad de establecer acciones de prevención y adaptación de mayor alcance.
Tengamos presente siempre que el cambio es una condición permanente y la incertidumbre un factor innegable.