Las personas están esperando ansiosas volver a viajar, pensar en sus vacaciones, programar lugares, actividades, etc., buscar distintas opciones y tratar de recuperar la nueva y diferente normalidad. Sin dudas, el mar estará entre las opciones más elegidas para reencontrarse y vivir nuevas experiencias, por su faz cambiante y su misterio que conecta con energías positivas, que en estos tiempos han sido modificadas, en muchos casos por el encierro y estrés vivido con la pandemia.
En este artículo se propone descubrir cuántas personas se identifican con la tasalomania y talasofilia y cómo dar respuestas a ellas. Se trata de dos conceptos relacionados que invaden al ser humano de manera positiva y que tienen como protagonista el mar, haciendo que despierten diferentes emociones tales como serenidad, calma, cambio permanente, y plenitud.
A través del tiempo, muchos artistas también han sido atraídos por el mar resultando para ellos, la fuente de inspiración literaria, pictórica, etc., que han sido plasmadas en sus obras. Algunas citas:
“Miró por sobre el mar y se dio cuenta de cuán solo se encontraba”. – Ernest Hemingway
“El mar es la gran reserva de la naturaleza. El mundo, por así decirlo, comenzó en el mar, y quién sabe si no terminará en él”. – Julio Verne
“¡Nada es tan mío como lo es el mar cuando lo miro!”. – Elías Nandino
“Los tres grandes sonidos elementales en la naturaleza son el sonido de la lluvia, el sonido del viento en primavera y el sonido del mar abierto en una playa”. – Henry Beston
“Necesito el mar porque me enseña”. – Pablo Neruda.
Se dice que después de un viaje se producen numerosos cambios en las personas, y es importante conocer si la talasofilia y tasalomanía influye en esa alma viajera, y cómo descubrir internamente los cambios que este fenómeno ha provocado a través de su experiencia.
La talasofilia es el amor intenso y la atracción por los océanos y mares, le llaman también fiebre o amor del marinero. Es un amor a primera vista hacia el mar, es la pasión hacia la vitalidad de la naturaleza que devuelve paz, relax, furia y un sinfín de emociones intensas similares a las que surgen en cada ser humano. Es una conexión mágica que se produce en ese ir y venir, rumor que no se acaba, olas que no cesan de llegar a la playa.
La tasalomanía, es la fascinación intensa por el vaivén y el sonido del mar, es la esencia de cambio constante y brinda una sensación de libertad indescriptible. Según especialistas, aseguran que estar dentro o cerca del mar hace más feliz a las personas ya que incrementa calma y disminuye notablemente la ansiedad.
Para los que han experimentado esa sensación de talasofilia o tasalomanía, evocan las experiencias vividas junto al mar, siendo el espacio más apropiado para facilitar un estado de meditación y mindfulness, observando su inmensidad, el arrullo del agua y los sonidos que resultan innatamente placenteros y facilitan que la creatividad se libere.
Cuando la talasofilia o tasalomanía invade cuerpo, mente y alma. Estas 5 propuestas pueden beneficiar a los viajeros:
- Caminar descalzo por la arena del mar y respirar profundamente, mientras la espuma baña los pies.
- Escuchar el sonido de las olas y quedarse a observar en sus playas amaneceres y atardeceres, en lo posible.
- Contemplar el vaivén de las olas, y sentarse a meditar y hacer mindfulness sin tiempo.
- Aprovechar el imponente paisaje para dar espacio a la creatividad.
- Asociar con sentimientos de protección y seguridad. Ya el mar recuerda al ser humano, el sonido del latido del corazón de la madre cuando se estaba en el útero.
Seguramente la nueva y distinta normalidad de los viajes, obligará a tomar otras medidas de seguridad, fijando nuevas estrategias para lograr la confianza de los turistas, que necesitan más que nunca unos días de relax. El mar será uno de los lugares que contribuirá a oxigenarse, desconectarse de la rutina, llenarse de energía, y beneficiará la talasofilia y la tasalomania.
«Dame, señor, la fuerza de las olas del mar, que hacen de cada retroceso un nuevo punto de partida.” – Gabriela Mistral