El año está comenzando y con él la oportunidad de comenzar de nuevo con tu propósito para ser un viajero este 2022. Si aún no sabes con qué destino comenzar tu ruta del año, te recomendamos Mérida, ya que es un lugar ideal para recargarte de energía por sus múltiples opciones culturales, gastronómicas, de diseño y arte; además de deleitar tu vista con sus paisajes naturales y arqueológicos.
Para conocer la capital yucateca, hay que visitar sus detalles, remanentes de muchos siglos donde sólo lo mejor perdura y se adapta.
Club Premier, experto en experiencias únicas, te comparte cinco razones para visitar y hacer turismo en Mérida, la capital yucateca, un destino imperdible para todo viajero.
Índice
1. Gastronomía
Para comenzar a hacer turismo en Mérida, prueba unos panuchos del centro y unos taquitos de castacán, luego una sopa de lima o –si hace mucho calor– un buen ceviche. De ahí, te sigues con un lechón o una cochinita enterrada y, si te queda un hueco, lomitos Valladolid y poc chuc. No hay pierde, menos si te acompañas de una cerveza artesanal local. La Hacienda Teya es una parada obligada, pero –tanto en el centro como en sus alrededores– sólo hay que dejarse llevar por los antojos.
No dejes de visitar: Kii’wik, del chef Pedro Evia. Este café es ideal para desayunar, el Salón Gallos, sitio ideal para tomarse un buen trago, mientras disfrutas de su galería y cine, y Cuna, del chef Maycoll Calderón, en el Hotel Wayam, para degustar su comida y un ambiente agradable.
2. Los Cenotes
En Yucatán, se cuentan por miles en espacios abiertos, cerrados y semicerrados, con estalactitas y estalagmitas, con cuevas para bucear o plataformas para brincar. Tan cerca y tan lejos como puedas buscar. Su agua es clara y cristalina, y las vistas son sumamente hermosas.
Yendo hacia el sur, a menos de una hora, está todo el anillo de cenotes, algunos dentro de una hacienda donde puedes pasar un día completo haciendo turismo, como Mucuyché. Lo mejor es siempre tener un traje de baño contigo, no importa a dónde vayas.
No dejes de visitar: Cenote Xlacah, al norte de Mérida, en la zona arqueológica de Dzibilchaltún; Cenote Ik Kil, a un kilómetro de la zona arqueológica de Chichén Itzá; Cenote San Ignacio ubicado en una cueva subterránea, a unos 40 kilómetros de Mérida y los tres cenotes de Cuzamá, a unos 40 kilómetros de Mérida.
3. Las Haciendas
Estas enormes propiedades son la ventana al pasado de la ciudad. Al recorrerlas, te adentras en un mundo colonial donde el oro verde definía castas y creaba urbanizaciones. Mérida se construyó a partir del henequén, el mismo que sigue bien amarrado a sus tradiciones.
No dejes de visitar: Hacienda San Ildefonso Teya consu restauración, que empezó en 1974 y duró 20 años, dando como fruto un lugar digno de visitarse; Hacienda Temozón Sur, relevante por el cultivo del henequén; Hacienda Sotuta de Peón construida en el siglo XIX (y parte del XX), todavía produce henequén. Si visitas la fábrica, podrás ver la elaboración de cuerdas con los procesos y máquinas de la época, además de otros métodos modernos.
4. La Cultura Maya
Más allá de las espectaculares zonas arqueológicas y centros ceremoniales que documentan una de las civilizaciones más geniales de la historia, capaces de crear monumentos que incluso mil años después responden a tus aplausos con el canto del quetzal, la cultura maya está permeada en el lenguaje, en el arte, la artesanía, la moda, las creencias, costumbres y vitalidad de una ciudad moderna.
No dejes de visitar: Chichén Itzá y Uxmal son, quizá, las zonas arqueológicas más celebradas;Mayapán perfecta para ir con niños; Dzibilchaltún prácticamente incrustada dentro de la ciudad y El Gran Museo del Mundo Maya en el que encontrarás otro tipo de formas para conocer esta rica cultura.
5. Hermosos paisajes ideales para relajarte
En una tarde cualquiera practicando turismo puedes ver flamencos y atardeceres del mismo tono sobre el mar, escuchar los ruidos de la naturaleza sin interrupciones, caminar el centro hasta perder el aire, descubrir el potencial de tu cuerpo con un deporte de vela –hay muchos y diferentes para cualquier persona o condición–, o simplemente descansar, abandonándote a una versión de ti mismo libre de preocupaciones. Ahí es donde radica el placer.