En el argot popular, es clásica la frase; “no se sabe lo que se tiene hasta que se lo pierde”, aunque en muchos casos y sobre todo cuando nos referimos a un recurso sea este natural o cultural, se sabe a ciencia cierta que se tiene, no obstante, no se le da la ponderación de importancia merecida. Nuestro país en las últimas décadas, se ha dedicado en gran escala a las actividades extractivas, tales como; las petroleras y la minería, aunque tal imagen se trató de mejorar con “el cambio de la matriz productiva”, que en resumidas cuentas sólo se interpreta como falacias.
Y es que, cuando se extraen recursos naturales no renovables como el petróleo o minerales, la tierra pierde tal recurso y aparentemente nosotros “ganamos” con el erróneo concepto de desarrollo, interpretado éste como construcción de obra física. Cabe mencionar que, aunque en Manabí la actividad petrolera no exista, la minería ha sido un tema de controversia y debate, ya por un buen tiempo, sobre todo porque la referida actividad se ha venido desarrollando en sitios de interés turístico, e incluso en algunos de ellos ya existiendo una infraestructura turística.
Es inconcebible que se hable de turismo y se desconozca que, los recursos naturales y culturales son el capital más importante que posee un sitio de interés y los principales atributos que el visitante desea conocer. Como manaba de cepa, he tenido el agrado de recorrer la provincia, recuerdo que hace algunos años en el cantón Jama, al pasar el puente del sitio Don Juan, en plena curva, un letrero del Gobierno Provincial exponía “Conserve la naturaleza, es un recurso de todos”, y en ese mismo lugar, maquinaria trabajaba extrayendo piedra de un cerro ya casi desaparecido.
Más preocupante aún, y lo vuelvo exponer en este espacio, es lo que pasa en los Cerros de Hoja y Jaboncillo, sitio de interés turístico en pleno crecimiento, lugar que guarda la identidad cultural de todo manabita, donde se ha realizado una gran inversión de tiempo y recursos, y que ha sido el espacio idóneo para la producción de obras académicas y científicas, y que de manera consciente se está destruyendo, porque muy probablemente todos alguna vez hemos escuchado que el sitio fue el lugar donde la cultura Manteña (500 a 1.500 D.C.), tuvo su máximo apogeo y dirigió uno de los posibles primeros estados prehispánicos. Por el lado de Picoazá, se incentiva el turismo, mientras que del otro lado en la vía a Portoviejo, cerca del peaje, se ve a simple vista el daño irreversible en contra del recurso natural causado por las canteras, el mismo que en el mediano plazo terminará afectando el recurso cultural.
Por otro lado, Montecristi, ciudad de identidad etnográfica y preciado capital natural integrado sobre todo por el Cerro Montecristi, a diario pierde una parte de éste, la extracción de material pétreo no se detiene, están recortando por partes este imparte ecosistema, hogar de venados, guantas, guacharacas, entre otras especies que a pasos agigantados se quedan confinadas a reducidos espacios, pero no sólo la extracción de material pétreo afecta este ecosistema, los mismos excursionistas dejando basura coadyuvan a la perdida acelerada del recurso. .
En este escenario, surge la pregunta planteada en el título; recurso ¿tengo más o menos?, es decir, si extraigo un recurso no renovable para la generación de algún tipo de obra, en la línea de tiempo ¿tendré más o menos?
Bien decía Victor Hugo «produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha».