Todo buen viaje empieza antes de la salida del sol, ya sabes, para aprovechar el día, así que te levantas temprano y con maletas listas te lanzas al camino. Para empezar, tomamos la carretera de cuota que va a Puebla.
Índice
El trayecto
Si quieres sentirte entre nubes, nada mejor que recorrer la carretera 150D y cuando te vas acercando a San José Miahuatlán, que en Nahuátl significa “entre las espigas de la caña de maíz”, entras al cielo. Debido al clima que prevalece en la región, es posible que gran parte del camino sea de un blanco esponjoso que quieres tocar: este es el primer acto de la naturaleza en tu travesía y te tiene preparado un espectáculo mejor, los primeros rayos de sol que bañan las praderas húmedas de rocío, y así con esta vista, llegas a Oaxaca.
Llegada a Oaxaca
Oaxaca es un estado enigmático, soberbio desde el nombre, fuerte como su gente, cálido como su clima, diverso como su cultura y cuando haces parada aquí para recargar baterías, aprovecha para disfrutar unos clásicos tamales y para agarrar fuerza, un tasajo delicioso.
La parada es corta porque lo mejor está por venir…
San Agustinillo
Saliendo de Oaxaca tomas la carretera libre 175, quien al entrar en ella te recibe con sus campos de agaves. De ahí en adelante es otro cantar, porque llegando a Santo Tomás Tamazulapan y hasta la comunidad de Piedra de Lumbre, es una serpiente natural trazada en la mismísima piedra de la sierra, sí, se necesita buen estómago que aguante este trajín, pero no bien has llegado a Pochutla, ya se siente en la cara ese calor de playa que tanto nos gusta.
Y así entras a la recta final del camino, lo primero que te recibe es el Centro Mexicano de la Tortuga, un lugar creado para brindar información relevante acerca de esta especie; de ahí el camino es sencillo con todo lo que viste a Oaxaca: plátanos verdes, artesanías, heladerías y al llegar justo al punto final del recorrido, un letrero que indica sin lugar a duda que estás ahí… SAN AGUSTINILLO.
La playa
Inmejorable, con la peculiaridad de que la arena tiene un toque negro metálico muy característico de esta zona. El sol que con una temperatura anual promedio de 22 °C te acompaña en todo momento. Sus templadas aguas nos regalan un azul claro que te invita a una caricia, un oleaje suave, ligero y entre algunas rocas de Bahía Juanga, puedes nadar con los peces que se escurren entre los dedos.
Se respira paz en todo el sentido de la palabra, quienes aquí viven están en armonía con el medio ambiente, fluyen con él y eso se contagia. Esperas a que caiga la tarde, el sol se apaga y las luces se encienden, pizzas aquí, smoothies por allá, mariscos frescos preparados al momento en un ambiente sereno y casi de camaradería, así es San Agustinillo.
La visita durante el mes de enero puede dar oportunidad de ver ballenas a lo lejos, y hubo suerte esta vez, a la distancia se levanta una cola enorme y al instante desaparece entre el agua azul y espuma blanca.
San Agustinillo es el espacio ideal para el descanso total y la conexión con la tierra. Hay diversas opciones de hospedaje para todos los gustos y bolsillos. No dejes pasar la oportunidad de conocerlo y te aseguro, no te arrepentirás.