Los grandes flujos turísticos en el país constituyen cifras desafortunadas por ser una amenaza al medio ambiente, por lo que es urgente impulsar políticas públicas para transformar el turismo actual hacia la sustentabilidad de los ecosistemas naturales.
El director general de Comunicación de la Ciencia de la Comisión Nacional para el Conocimento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), Carlos Galindo, destacó que “el reto es transformar la industria turística hacia modelos más amigables con el medio ambiente”, cuya característica puede ser un activo en el entendido de que México goza de una amplia riqueza natural y cultural aprovechable.
Y es que de no hacerse, el crecimiento de turismo en los siguientes años sería mas bien una amenaza, y en ese sentido las experiencias no han sido alentadoras.
Mientras que en términos económicos el flujo turístico es mejor entre más se sumen, para la biósfera es una de las amenazas más desbastadores.
“Tenemos hoy un México con límites a la capacidad de carga de los ambientes. ¿Cuántas veces hemos visto grandes volúmenes de turistas, como es el caso de Acapulco en Semana Santa y las visitas a los santuarios de las Mariposas Monarca en el estado de Michoacán?”, se cuestionó.
El especialista destacó que en el caso de la Mariposa Monarca, que ya se convirtió en “un problema terrible en el que la gran cantidad de turistas tienen un impacto directo en el deterioro del sitio”.
Esto habla de los límites que se debe de poner a la actividad y dejar de verse sólo como introducción de divisas, así como del comportamiento del turista que debe ser modificado.
“Se ha visto, por ejemplo, en Barcelona, España, en donde si bien es un lugar bonito, el turismo es terrible e incluso ha logrado un deterioro de la ciudad, porque el comportamiento de los turistas es de dar pena. De qué sirve que tengamos millones de turistas si se comportan como los Spring Breakers en Cancún o si realmente estos turistas benefician en no sólo no deteriorar el ambiente, sino en restaurarlo”.
Y es que el turismo ya se ha convertido en una amenaza con consecuencias en el patrimonio social y cultural.
En el caso de México, dijo, muchos lugares que existían ya no existen, sobre todo en la Península de Yucatán, hay muchos ríos contaminados y lugares que se han deteriorado cuyos patrimonios culturales han desaparecido.
“Ahí tenemos que ser muy cuidadosos porque tenemos un tesoro que estamos perdiendo”.
Mencionó que la transformación la deben hacer todos, tanto los servidores turísticos, como los visitantes y las autoridades con la elaboración de políticas públicas.
Son políticas publicas que tienen que ver con la educación y el conocimiento para incluso eliminar infraestructura y mejorar el ambiente, lo que han hecho otros países.
En relación a las conocidas Manifestaciones de Impacto Ambiental, dijo que hasta el día de hoy son muy locales, cuando debieran de ser regionales y estudiar el daño que se hace a las regiones con ciertos desarrollos.
Dijo que un ejemplo a restaurar es Xochimilco, completamente deteriorado, y lo que se debe de hacer es tenerlo realmente sustentable y que sea patrimonio de la humanidad.
Por su parte, la investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Gabriela Jiménez, destacó que en los estudios de impacto ambiental poco se analiza el verdadero deterioro por urgencia de inversiones.
Y “si se pretende hacer un cambio turístico, se tienen que hacer estudios muy profundos para no afectar precisamente a la biósfera, la ecología y la biodiversidad, y se tienen que hacer estudios concienzudos al respecto”.
Esto, aseguró, ha provocado la destrucción de la flora y la fauna en los lugares, además del daño que se ocasiona al suelo al hacerlo impermeable y cimentarlo.
Esto implica que el suelo ya no va a captar agua de lluvia, ya no se recargan los acuíferos como debieran porque en el lugar habrá tubería, provocan desabasto de agua en las poblaciones cercanas y lo cambiarán por escenarios artificiales.
Un cambio inmediato podría ser permitir el crecimiento de la flora natural, misma que atraería a las especies nativas del lugar y al mismo tiempo ofrece escenarios naturales al visitante.
La especialista mencionó también como un aspecto grave de la depredación turística el uso de energía y que por su puesto estarán contaminando. “Si no cuidamos todo eso, el consorcio turístico será dañino para el ambiente”.
Y el hecho de que se cuide la biodiversidad, dijo, nos llevará a una cultura ambiental, lo cual es necesario ante el deterioro del medio ambiente.
“Hay aún contaminación del aire, del agua, contaminación lumínica, acústica que afecta a las especies y animales”.
Créditos: Notimex