Cuando se llevan al límite las experiencias en un viaje y vuelves a casa con una maleta cargada de energía positiva, de olores, sabores y sobre todo de toques nostálgicos porque “ha acabado”, no queda de otra más que volver a por lo que faltó, por esa necesidad genuina de que no acabe jamás.
Y es que me he permitido volver a empapar mi viaje con aguas del Mar de Cortés, volver al mar que hace quedarse inmerso en un mundo de sensaciones equiparables a la retrospección de la vida misma.
Se suma nuevamente a esta colaboración Ernesto Jáuregui, lugareño, guía, promotor de talleres de arte y sobre todo un gran amigo, así que sin más preámbulos he aquí entonces un relato más de lo vivido en las últimas vacaciones:
Índice
La Paz y el Pueblo Mágico de Todos Santos
Para empezar con la conexión del destino, primero que todo, la degustación de un suculento desayuno con vista al mar, mientras se puede observar el paisaje luminoso con ese sol intenso que se refleja sobre el agua y escuchar ese sound track del momento que nos propician el golpe de las olas con una que otra gaviota presumiéndonos su majestuosidad.
Pasado un poco el tiempo se emprendió el viaje a Todos Santos, aproximadamente dos horas de entre este y La Paz. El tramo carretero es único, pues es ir recorriendo el paisaje desértico mientras observas la imponente resiliencia de la vegetación que nos regalan las cactáceas.
Cuando se llega a Todos Santos es inevitable no percibir una sensación de calma, sus calles pequeñas y coloridas, las bardas de las construcciones con decoraciones relacionadas con el mar, transportan tu mente a visualizar las paradisíacas aguas turquesas del mar sud californiano.
Hotel California
El atractivo turístico del pueblo es el enigmático Hotel California, un hotel categoría boutique que comprende 11 habitaciones y suites decoradas con arte de todo el mundo e ideal para un descanso placentero en la zona. Cabe señalar que, de acuerdo a la información en el portal web del mismo hotel, la icónica canción de la banda Eagles, denominada con el mismo nombre del recinto, no tiene ninguna conexión con este.
Secret Rocks Beach
Conforme la tarde iba cayendo, se acercaba la hora de la puesta de sol, así que se emprendió camino para disfrutarla y qué mejor manera de hacerlo que sobre la arena de la playa. A unos 20 minutos del centro de Todos Santos se localiza Secret Rocks Beach, una peculiar playa a orilla de carretera que posee un mirador increíble para disfrutar de las impresionantes vistas al horizonte; el solo hecho de detenerse a contemplar el mar desde la altura, ver cómo no existe el fin y simultáneamente escuchar las fuertes olas estrellarse contra las rocas, hace que se erice la piel al reiterarse cuán insignificante se es al lado del océano y que es inevitable no rendirle respeto a tanta grandeza. Una charla amena, acompañada de bebidas refrescantes y botanas, acompañó el ocaso que nos regalaba los últimos rayos del sol, terminando por cobijarse dentro del mar.
El Cerro Atravesado
Este segundo día se vivió de una manera muy intensa, pues, desde las 05:30 a.m. se emprendió el ascenso al Cerro Atravesado, particular formación rocosa elevada sobre la ciudad de La Paz, ideal para la práctica de Trail Running, Senderismo o bicicleta de montaña, se recibió el amanecer desde una altura impresionante contemplando la ciudad y el mar, paisajes decorados con cactáceas que dan un toque de soledad que atrae la meditación y reflexología sobre situaciones diversas que rodean la mente.
La Casa de las Artes
Pasado poco tiempo se tomó la fantástica carretera transpeninsular con destino primeramente a Ciudad Insurgentes, perteneciente al municipio de Comondú. En este punto se ubica Casa de las Artes, un cultural proyecto emprendido por autoría de Ernesto Jáuregui único en la región en donde se llevan a cabo diversas actividades de índole artístico y cultural como talleres de teatro, cuentacuentos, fotografía, arteterapia, cursos de inglés y muchos más; ideales para toda la familia por medio de los cuales se busca fomentar la mente creativa a través de la incursión del talento propio en las artes.
Pueblo Mágico de Loreto
Posteriormente, llegamos al Pueblo Mágico de Loreto pasadas casi dos horas en carretera. Loreto nos recibió con un calor intenso, un mar en calma y un ambiente hospitalario alrededor de nosotros. La adquisición de artesanías y la toma de fotografías no se hicieron esperar. Al mirar hacia el horizonte nos percatábamos de que la tarde comenzaba a hacerse presente lenta y profundamente así que, de inmediato nos condujimos a nuestro destino final.
Mulegé
Mulegé está a poco más de dos horas de Loreto, por ello tratamos de optimizar el tiempo lo más posible. Ese paisaje de las playas y el desierto dejan mudo a cualquiera, pues previo a la llegada al centro de Mulegé, los escenarios deleitan la pupila con esas aguas cristalinas y turquesas que invitan a dejarse llevar por el casi arrítmico vaivén del oleaje.
Playa El Coyote
Ya por ocultarse el sol, llegamos a Playa El Coyote, una playa también a orilla de carretera que desde un principio hacía el llamado a arroparnos durante la noche. Se instaló la casa de campaña y a unos minutos de estar a oscuras, el cuerpo hizo contacto con el agua. El agua tibia hospitalaria provocaba un efecto paradisíaco de relajación. Era apenas un preludio de lo que estaba por ocurrir.
Cuando llegó la noche, la perspectiva de apreciación fue completamente diferente, ya que mientras la pálida luna se ocultaba entre las altas montañas del desierto, el oscuro cielo comenzaba a iluminarse con la presencia de las estrellas que, con sus parpadeos brillantes, anunciaban que la magia estaba por empezar.
En medio de charlas, risas y anécdotas en las que al agua del mar fungía como testigo principal, se alcanzaba a percibir el ruido bajito de las olas casi nulas y la quietud que invadía el ambiente llamaba a permanecer casi en total calma.
Ya a altas horas de la noche se apreciaban claramente las constelaciones, la Vía Láctea, los satélites rondando y la visualización de una que otra estrella fugaz que decoraban la noche con esa sensación de misticismo que invitaba a la contemplación. Simultáneamente, al hacer movimientos con las manos por debajo del agua, unas pequeñas lucecitas con tonalidades eléctricas y fosforescentes emergían en cada charpaleo, nos recordaban que no estábamos del todo solos, que ese pequeño alumbrado también formaba parte de la naturaleza viviente y que de alguna manera quería que fuésemos testigos de su vanidoso efecto alucinante: la bioluminisencia.
El canto de las gaviotas nos despertó a la mañana siguiente, el mar estaba en total calma, parecía inerte con un efecto espejo asombroso sobre el que se dibujaban historias ya casi dormidas, tomando de la mano a la nostalgia que se producía al saber que era el último día y que estaba por terminar.
La Misión de Mulegé y el Oasis
También visitamos La Misión de Mulegé, una iglesia antigua construida en 1705 con piedra, en la cual los feligreses pueden hacer acto de presencia manifestando su devoción religiosa. Desde la misión se aprecia El Oasis, un área 100% verde decorada con palmeras simulando un colosal estanque de agua dulce hogar de numerosos peces abastecido por el río, mismo que se mezcla empecinadamente con el mar a aproximadamente 4 km de distancia.
Playa Escondida
Pasado el mediodía Jonathan, lugareño de Mulegé y amigo de Ernesto, nos dirigió a Playa Escondida, la cual le hace alarde a su nombre pues, inmersa entre el desierto y el acceso, casi nadie lo conoce. Una playa, podría decirse virgen, nos hacía la invitación a adentrarnos en sus aguas transparentes para disfrutar de los últimos momentos de las aguas del Golfo de California.
Mientras el sol estaba en su máximo esplendor, se podían observar despampanantes pececillos desplazándose despavoridamente de un sitio a otro ocultándose entre piedras y algas. Poco a poco se acercaba la hora de retirarnos; llegada la hora emprendimos el viaje sin retorno hasta La Paz, casi 6 horas de trayecto nos esperaban. Mientras nos íbamos alejando del mar, el camino se hacía más y más largo pues, el cansancio hacía una mancuerna perfecta con la ambivalencia que se percibía al haber disfrutado de las mejores experiencias que habían concluido.
Es así como se llega una vez más al punto de partida en el que la verdadera magia puede existir en cada sitio al que se visita, que cada oportunidad de conocer debe verse como si fuese un arsenal inmenso de sensaciones extraordinarias que, al destaparse, jamás podrán ser olvidadas.
Se extiende la invitación a no privarse de las ocasiones que conllevan a vivir un mundo sensorial en los escondites que posee cada sitio. A descubrir los secretos más ocultos de este maravilloso viaje por la vida.