La provincia de Soria, en Castilla y León, a unas dos horas y media de Madrid por carretera, es una de las más deshabitadas de España, afectada por la lacra del éxodo rural que la aqueja desde hace decenios. Si Soria capital tiene 38.000 habitantes, la segunda población, Almazán, se encuentra alrededor de 6.000, teniendo, tan solo, el conjunto de la provincia, de unos 10.000 kilómetros cuadrados, unos 88.000 habitantes. Sin embargo, estas cifras contrastan con una zona de grandes recursos culturales, patrimoniales, paisajísticos y recientemente, también, gastronómicos, con la trufa negra y las setas, principalmente. Soria y su provincia, gracias a la potenciación de sus riquezas turísticas a nivel monumental, a nivel de naturaleza y a nivel culinario, se está convirtiendo en un destino muy deseado por los viajeros. Es una zona en la que nadie se imagina la cantidad de cosas que se pueden descubrir y cómo se está volviendo un referente del turismo de interior en España.
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Turismo gastronómico en Soria
Desde el micoturismo (crecen 700 especies de hongos), hasta el trufiturismo (800 hectáreas de fincas truferas, viniendo el 30% de la producción española de Soria), Soria se está posicionando como un lugar indiscutible de turismo gastronómico.
Este auge gastronómico hace que nazcan Certámenes de índole internacional, como “Cocinando con Trufa”, las Jornadas Gastronómicas o la elección de la mejor tapa de boletus en La Semana de la Tapa micológica, en las que participan 43 hosteleros. Embajadores de sus productos por medio mundo, los restauradores sorianos han alcanzado un alto nivel de calidad, con restaurantes de estrella Michelín como Baluarte de Oscar García o La Lobita de Elena Lucas.
Productos como la Trufa Negra o las setas fomentan el desarrollo local y el interés de los visitantes para acercarse y degustar estos magníficos platos. Otros alicientes gastronómicos como los típicos torreznos (panceta de cerdo frito con su piel) o la mantequilla de Denominación de Origen Protegida (dulce, salada, natural) contribuyen a la riqueza de esta gastronomía soriana que se puede degustar en tapas, jornadas temáticas culinarias o en restaurantes de alta categoría.
La provincia y sus maravillas
Pero Soria va más allá de la gastronomía. Su historia es ingente y se remonta a siglos atrás. Desde yacimientos como el Arco de Medinaceli o las ruinas celtíberas de Numancia, hasta castillos, iglesias románicas o caminos de caballeros de leyenda, su atractivo se multiplica tanto en la provincia como en la capital.
Solo en la provincia, hay villas excepcionales como Burgo de Osma, la segunda ciudad patrimonial más importante de la zona gracias a su espectacular catedral.
Declarada Bien de Interés cultural, la localidad es destacable por su catedral gótica, su conjunto amurallado, su castillo y sus pórticos en el centro histórico. Los orígenes monumentales de Burgo de Osma están ligados a la fundación de la catedral, con el obispo francés Pierre de Borges (San Pedro de Osma, como le “bautizaron” en España) quien empieza a construirla hacia 1001. Burgo de Osma proviene de la antigua ciudad celtibera de Uxama, que luego derivó en el vocablo Osma, con el tiempo. Atravesada por el río Ucero, Burgo de Osma llama la atención por su conjunto monumental pero sobre todo por las riquezas de su catedral, románica en origen pero luego fusionada, desde el siglo XII hasta el XVIII, con el estilo gótico, en la que destaca su hermosa Sala Capitular con pinturas de dragones protectores y el bellísimo sepulcro de San Pedro de Osma.
La provincia posee bellísimos paisajes. Hay grandes espacios abiertos, cañones como del del Río Lobos, montes como el Moncayo o lagunas glaciares como la Negra. Otro de los pueblos sobresalientes de larga historia es Berlanga de Duero. Además de poder comer excelentemente en Casa Vallecas, descubriremos los restos de sus murallas, su Castillo, sus ermitas, sus conventos, sus palacios y su Colegiata que data del s. XVI. Todo un pasado que rememora el conjunto medieval y renacentista de la villa. El Castillo destaca especialmente por su belleza, dominando todo el pueblo desde su Torre del Homenaje. Además, un ciudadano ilustre de esta villa nos da la bien bienvenida, desde su casa natal y su escultura, a las faldas de la Muralla. Se trata de Fray Tomás de Berlanga, descubridor de las Islas Galápagos en el siglo XV, diseñador del canal de Panamá, defensor de los indios y que, además, trajo la patata, el tomate y el perejil a España. Eso sin contar un caimán disecado que, hoy en día, luce en una de las paredes de la Colegiata.
A pocos kilómetros, en el término de Casillas de Berlanga, se encuentra la Ermita mozárabe de San Baudelio, un monumento emblemático del mundo altomedieval de Castilla y un foco de investigación en la historia del arte mozárabe y románico. Situada en un promontorio, en medio de un paraje desértico de gran belleza, sus pinturas provienen del siglo XI y XII. Una gran parte fueron expoliadas, por León Leví, en 1922, a pesar de estar declaradas Monumento Histórico Artístico, yendo a parar a Estados Unidos (Metropolitan NY, Boston, Cincinnati). Actualmente, a raíz de un acuerdo, seis escenas se pueden contemplar en el Museo del Prado de Madrid. En el interior de la Ermita, hay una cueva, que fue un eremitorio donde vivió en ermitaño que custodiaba las reliquias de un mártir galo romano llamado Baudilio o Baudelio. Por eso, el monumento se conoce o como San Baudilio de Casillas o como San Baudelio de Berlanga. Se trata de una arquitectura diferente y muy original. Una palma central con 8 nervios, la palma protectora de San Baudelio, preside el interior, con una pequeña cúpula. Las pinturas de tipo románico (s. XII) son, asimismo, misteriosas y originales con animales como leones, dromedarios (influencias del arte islámico) que salen de los Bestiarios y de las pinturas de los monjes en monasterios. También hay escenas del Nuevo Testamento. Un interior que le da una peculiaridad y un misterio especial a esta Ermita, digna de ser vista.
La ciudad de Soria: turismo cultural
Volviendo a la capital, Soria nos atrapará con su encanto románico, su calidez de ciudad de provincia (en su plaza Mayor, su calle principal peatonal, El Collado) y su entorno paisajístico. El río Duero y su paseo rodea una parte de la ciudad, construida en alto, entre cerros. Otea el horizonte el Parador de Turismo, con vistas excepcionales.
Pero, si lo que queremos es dar un paseo por las riberas del río, quedaremos fascinados por su vegetación serena, sus plácidas aguas y por algunos monumentos como la ermita de San Saturio, erigida en una roca, una bellísima iglesia levantada en el s. XVII. Siguiendo el Duero, llegaremos a otro de los puntos claves en una visita a la ciudad de Soria: el Claustro románico de San Juan de Duero (s. XII). Es único en el mundo por su tipo de arquitectura en los arcos del claustro, cuyas esquinas no terminan todas en punta. Una sí pero tres son achaflanadas. La diversidad en los tipos de arcos, románicos, de influencias islámicas, de medio punto, apuntados, secantes, entralazados o califales le da su originalidad y le confiere ese alarde sincrético de estilos artísticos. Detrás de este maravilloso claustro, se erige el llamado monte de las ánimas, que Bécquer, uno de los escritores románticos más importantes de la literatura española, retrató en sus “Leyendas”. Literatura que también encontramos en las calles de Soria en estatuas, placas, frases, de Antonio Machado (1875-1939), otro de los grandes escritores españoles que reflejó, como nadie, en sus escritos, el alma de esta pequeña ciudad.
Soria, la bella desconocida, es, finalmente, un libro abierto del Románico. En su Iglesia de Santo Domingo, donde destaca su pórtico con casi todas las escenas bíblicas en piedra (muchos la denominan la “biblia en piedra”), en la de San Juan de Rabanera y su ábside o en la concatedral de San Pedro (la principal es la Catedral de Burgo de Osma), cuyo claustro ejemplifica la belleza de este estilo.