Turismo comunitario: mi experiencia en el Maya Trek de Guatemala

Ruinas Mayas Tikal en Guatemala//Fuente: Wikipedia

Mi experiencia comienza cuando decido ir a Guatemala, y cambiar mi manera de hacer turismo, por lo que comienzo a interesarme por el turismo comunitario, que tiene como característica principal que el control y los beneficios de los recursos están en manos de miembros locales. En este caso, de  la Comunidad del Cruce de dos Aguadas.

Investigo por la web del Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT) donde aparece la opción de  Maya Trek desde la Comunidad del Cruce de Dos Aguadas hasta llegar a Tikal que fue un centro urbano de la civilización maya.

El día antes de comenzar el trekking conocí a Euler, el que había sido el primer contacto con la comunidad, quien había contestado mis correos y sacado mis dudas desde Argentina. Ahora estaba en Guatemala y tenía nuevas preguntas y nuevos miedos. Euler contestó a todo y pudo dejarme tranquila y además, orgullosa de que sería parte de una actividad que los beneficios se verán reflejados en su comunidad Quekchi (descendiente de los Mayas).

La travesía empieza desde el alojamiento en la Isla de Flores que está a una distancia de 60 km de Tikal que era el destino final.

El día 21 de diciembre a las 04:45 a.m. vinieron a buscarnos a Santiago (mi novio) y a mí, en un auto que nos llevó directo a la Comunidad, un lugar alejado en tiempo y espacio, desde mi perspectiva de “turista”. Tomamos un desayuno exquisito: té de pimienta y huevos revueltos con pasta de frijoles. En minutos estábamos afuera esperando al Guía José, al porteador, el caballo y conociendo a nuestro compañero, que era un lingüista ucraniano con un posgrado en glifos mayas.

Comunidad Cruce dos Aguadas //Autor: Yisela Ramirez

En nuestro primer día el recorrido era desde la Comunidad Cruce dos Aguadas hasta El Zotz, es decir, se desarrolla en su totalidad dentro de la Reserva de la Biosfera Maya, el área protegida más grande de Guatemala la cual ocupa un 19% del territorio nacional.  El clima es húmedo y hay mucha fauna y flora de la cual no podía confiar: algunos árboles provocaban grandes quemaduras o tenían espinas. En esta instancia el sendero es grande, y llegar hasta el primer descanso es el primer paso. Hay tantos colores, y veo tantos verdes diferentes. La magnitud de la selva me conmueve.

Apurando el paso llegamos al campamento después de seis horas de caminata y era una visión para mí, con su techo de paja, piso de cemento, rodeado de árboles, con la visita de algún zorro gris. Dormimos en carpa, la primera experiencia de camping para mí, y en la selva. ¿Habrá sido mucho para la primera vez?

La espesa selva//Autor: Yisela Ramirez

A la mañana siguiente recorrimos el sitio arqueológico El Zotz que aún está sin explorar, por lo que se ven los montículos, es decir las pirámides o construcciones cubierta de plena selva. Sorprende ver que la propia selva con el tiempo, va escondiendo estos tesoros imperceptibles para unos ojos como los míos, un poco acostumbrados a ser el turista que ya lo sabe o leyó, o lo vio antes.

Después de almorzar salimos rumbo al segundo campamento, con un sendero un poco más estrecho que el primero, era un sendero de animales donde las huellas de jaguares, y tapires eran más comunes que las de humanos.  Luego de tres horas de caminata llegamos, este era un campamento de techo de chapa y sin piso pero no menos acogedor que el primero. Apenas llegamos se hizo la noche, y nunca en mi vida había visto una noche tan cerrada, tan negra y profunda. No había ruidos ni sonidos y aunque mirara en dirección a cualquier punto cardinal no iba a ver ninguna luz.

Cenamos, y directo a dormir. Cuando a las 4:00 a.m. los monos aulladores nos hacen recordar el lugar que ocupamos, de “visitantes”. Y no sería la única vez. Ya amaneciendo a las 6:00 a.m. comenzamos el recorrido desde el segundo campamento al destino final Tikal, en este tramo la selva es más densa, el sendero es de animales, hay muchas raíces y árboles caídos, hay que levantar bien los pies para no caerse. Los monos nos tiran ramas desde los altos árboles, y un poco serio y un poco en risa nos vamos acercando al destino final. El calor era intenso, la selva es muy densa y cuando empezamos a ver luz de un momento a otro y escuchar voces, era que llegamos a Tikal.

Templo del Gran Jaguar en Tikal, Guatemala//Autor: Yisela Ramirez

Para mí, llegar a Tikal fue como una sensación única de sentirse invencible, seguro y muy feliz. Para el guía era como estar en su casa, y es su casa: la de sus antepasados y la de su descendencia.

Recorrer Tikal luego de esa caminata fue difícil, pero el esfuerzo valió la pena. Por la tarde volvimos en auto a nuestro alojamiento en Flores, cansados y sucios sí, pero con la satisfacción de haber llegado, de estar agradecidos por ver, vivir y sentir su cultura.

A menudo escuchamos malos comentarios sobre determinados destinos, creo que Guatemala al igual que algunos de sus vecinos países, se tiene en el imaginario colectivo, con la característica de ser insegura, idea que debemos de revocar ya que nos estamos perdiendo de una joya en Centroamérica.

Guatemala tiene respeto por su historia, por su cultura y por los grupos étnicos descendientes de los antiguos pobladores, tal es así que estas iniciativas de turismo comunitario son avaladas y publicitadas por el Instituto Guatemalteco de Turismo, si bien no es un turismo masivo, porque los grupos que reciben son pequeños, es una experiencia integral como “turista”  y como persona.

No pierdan la oportunidad de conocer arquitectura, cultura e historia en el mismo lugar además del patrimonio “vivo” intangible de historias y conocimientos que los guías pueden contar.

Yisela Ramirez: Lic. en Turismo. Amante de los viajes y las nuevas experiencias.
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