Diseñar un viaje ha generado desde siempre emociones, ansiedades, dudas, interrogantes y sobre todo expectativas de disfrute. Lo que nace como una difusa idea se va convirtiendo poco a poco en un anhelado sueño a través de su visualización y posteriormente en una realidad concreta.
Se piensa en el destino elegido y de acuerdo a las posibilidades que éste brinda, se diseña y libera en la mente una serie de emociones con solo pensar en las vivencias y experiencias futuras.
Es por ello, que tanto el destino como los prestadores de servicios turísticos deberán estar preparados y dispuestos a responder con todo lo prometido y brindar siempre algo más para dejar satisfecho al turista y que sienta superadas sus expectativas, generando un estado de satisfacción plena, que le permita imaginar el regreso en un futuro próximo o la recomendación a otras personas. Contar con la infraestructura e instalaciones acorde a las imágenes que se ofrecen, todo en perfecto estado de funcionamiento, con énfasis en el bienestar y consumo responsable de todos los servicios adicionales con lo que se cuenta (ejemplo: piscina, masajes, spa, gimnasio, etc), es una condición necesaria para promover el disfrute. También será valioso brindar una buena gastronomía, cuyo servicio seduce y fideliza al turista cada día más cuando el desarrollo de sus productos son de consumo estacional, materias primas nutritivas, conservación de la biodiversidad y donde se rescate su cultura alimentaria, la valorización del productor y del mismo alimento.
Es que las necesidades de las personas, en general han cambiado a través del tiempo, el turista ya no se conforma sólo con romper la rutina cotidiana de su trabajo en otro entorno, sino que la información constante lo transforma en un público más exigente; y esta pandemia mundial fija precedentes para lo que vendrá en concepto de calidad e higiene, entre tantas otras transformaciones que se experimentarán con el transitar de esta nueva realidad. La buena noticia es una adaptación positiva muy posible, que permita una mirada más humana e inclusiva.
Se plantean nuevos retos, a los que se deberán enfrentar y evolucionar, pero también implica cambio y adaptación que suponen oportunidades: el repensar del turismo. De lo masivo a un turismo con nuevos propósitos, sostenible, que contribuya a la resiliencia de la sociedad y un cambio de paradigmas del turista valorando más el cuidado del planeta y el significado de la vida, poniendo en valor la innovación.
Por lo que diseñar un viaje hoy, más allá de seguir generando incertidumbre, es un gran desafío que hará necesario agudizar la creatividad y la empatía. Tarea compleja pero apasionante para los que buscan permanentemente nuevas estrategias en pos de una mejora contínua.
Reinventarse, palabra muy utilizada por estos días hace pensar en la generación de cambios de alto impacto, sabiendo que toda “crisis despierta una oportunidad”, y que todo nuevo camino o viaje empieza con un primer paso. Estar dispuesto a dar ese primer paso es entender por dónde es el camino.