Frases como “Sin mi mascota no sé qué hubiera sido esta pandemia”, o “Gracias a Dios tuve la compañía de mi perro durante el encierro”, han dado un digno reconocimiento a las mascotas, compañeros inseparables del día a día. Pero esto también lleva consigo un trasfondo que necesita ser revisado en una época de evolución del turismo: ¿Qué tan inclusivos pueden llamarse ciertos destinos turísticos en una región, sin tener en cuenta que, la prohibición de acceso de mascotas también puede ser un problema, a la hora de seleccionar un destino en específico? Y es que no solo son compañeros en el diario vivir, sino también cómplices en un viaje y factores determinantes, cuando se trata de definir a dónde viajar, dónde alojarse, dónde comer, o, simplemente, dónde estar.
Y es que cuando uno de ellos entra a tu casa, entra también en tu corazón. Cuando un Pug de 2 meses llegó a mi casa, muchos me comentaron de las complicaciones que podría atraer su condición respiratoria, el tema cerebral, los problemas de la columna y su afección en caso de sobrepeso. Pero sobre todo había un detalle: la imposibilidad de que sea un compañero en mi ajetreada vida de viajes, montañas y caminos. Nada más alejado de la verdad. En menos de 6 meses, el Pug potencialmente endeble, subió varias cumbres, sumó a su historial algunas decenas de kilómetros de recorrido, y, como plus a su ya vasto currículum, logró la sorpresa de todo cuanto viajero lo veía. Así, en un semestre, me conseguí un cómplice de aventuras y experiencias.
Pero dejemos de lado cualquier intento de apología, para centrarnos en lo objetivo: Aumento de pasajeros que, con intencionalidad o por compromiso, viajan, más y más, con sus mascotas. Si en el buscador de nuestra preferencia colocamos cualquier parecido a viajes pet friendly, se nos desplegará un número considerable de blogs, sitios, páginas y destinos que nos muestran este creciente interés por este tipo de turismo. Y, cada día, se suman más proveedores a este bufete de opciones para viajeros amantes de las mascotas: Hoteles, playas, atractivos y experiencias (Sí, correcto, ¡Experiencias!) son varias de las propuestas que van en aumento, con el fin de atacar un mercado que ha estado olvidado, ya sea por comodidad del producto (Seamos sinceros: Es costoso limpiar una habitación donde una mascota ha hecho “de las suyas”) o por imposibilidad práctica (Es claro que todo sitio no puede ser pet friendly, hay sitios ecológicos que, al permitir el ingreso de mascotas, podría poner en riesgo la estabilidad ambiental). Sea cual sea la motivación para no permitir el ingreso de mascotas, es necesario replantear nuestra realidad y notar que, en tiempos de crisis, limitar nuestras oportunidades de negocio se podría convertir en un acto kamikaze.
Aquí unos datos que, quizá, logren cambiar un poco la perspectiva de este tema. Según estudios de Booking.com, 57% de las personas con mascotas consideran que sus viajes serían más apetecibles y llevaderos si pudieran llevar a sus mascotas. 46% de las personas encuestadas afirman que su destino de viajes es generalmente elegido en relación directa a la posibilidad de que su mascota los acompañe. Con estos números, es momento de detenernos a pensar si tenemos aquí una opción potencial para que nuestro producto crezca. Y no solo hablamos de hoteles, la inclusión de viajeros con mascotas se amplía a restaurantes, sitios turísticos, vehículos y todo cuanto forme parte de la planta turística. Incluso, la propuesta llega a algo que, desde algunos años atrás, forma parte del aliciente para visitar un atractivo: la experiencia vivencial en el destino. Un destino pet friendly, con experiencias para el pasajero y su mascota, no solo enriquece al mencionado producto, sino que lo pone en el “top of mind” de los potenciales compradores del mismo.
En un momento de la historia donde quien mejor se adapte a los cambios será quien sobreviva, es necesario reformular nuestras propuestas turísticas, con el fin de adaptarnos a las realidades circundantes, y, protegiendo los entornos naturales, culturales y sociales, brindar opciones a todos los viajeros, turistas y visitantes, con el fin de captar la mayor cantidad de atención posible en nuestro destino, a través de propuestas inclusivas, conservacionistas y amigables con las comunidades protectoras del atractivo.
Con permiso, es hora de salir a recorrer las montañas de mi ciudad, con mi compañero de 4 patas, que, a golpe de costumbre, me exige que lo lleve a donde voy.