Tal vez no sea difícil imaginar el drama que puede vivir una familia cuando el padre de familia es detenido por haber cometido un delito, toda vez que ocurre todos los días. Pero para una familia en Mazán (Perú), acostumbrada a ver que los árboles caen diariamente, la detención del padre de familia se vuelve un drama más doloroso aún.
La madre y los hijos lloran inclementes, con unos pequeños polluelos como probable alimento en la ausencia del padre de familia, que puede prolongarse por largos doce años de prisión, dado el delito ambiental agravado al haber talado ilegalmente árboles de cedro (Cedrela odorata L.) considerados en peligro de extinción, y, además, con diámetros a la altura del pecho (DAP) que no han alcanzado el nivel para su comercialización.
Sin embargo, la imagen de la detención, el comiso de la madera, la firme determinación de la autoridad ambiental de sentar precedente para que la tala ilegal y el desbosque total de la cobertura de unos de los bosques más frágiles del mundo, puede ser el inicio para volver la mirada a aquellas actividades como el turismo rural, que pueden llevar dinero contante y sonante a los pobladores de Mazán, específicamente a la Comunidad Libertad.
El turismo rural permite que las mujeres aporten ingresos por la preparación de alimentos para los turistas, mientras que los hombres actúan de guías en los bosques, ríos y cochas. Los jóvenes pueden sentirse animados a permanecer en el lugar y ayudar a su familia en las tareas que requiere la prestación de servicios turísticos. Y el turista será aquel que valora en suma manera los bosques “vírgenes”, con flora y fauna terrestre y acuática única, que aún perviven a lo largo y ancho del Río Mazán. De esta manera, todas las miradas se concentrarán en reconocer que los árboles valen más en pie que talados.
Corresponde a las autoridades locales (Municipalidad de Mazán, Maynas), gobierno regional y nacional, a través de sus diferentes instancias, a revolucionar su accionar a fin de priorizar en sus planes el desarrollo del turismo rural. Existen los profesionales, los recursos financieros y técnicos y la normatividad más que suficiente para su puesta en marcha. Y cuanto antes se empiece, la destrucción de los bosques en Mazán, y en Loreto en general, puede ser detenida, sin dejar de compensar directamente a la población local.