Los cenotes no son sólo maravillas con que la naturaleza ha ornamentado el paisaje de Yucatán, sino que por su importancia vital enfatizada desde los tiempos prehispánicos de la civilización maya hasta la actualidad, los cenotes son la carta fuerte que el estado tiene para ofertar al turismo de naturaleza.
La palabra cenote denota “cualquier espacio subterráneo con agua, con la única condición de que este abierto al exterior en algún lado. Es decir, incluye toda manifestación kárstica que alcance el nivel freático”.
Los cenotes son sitios únicos en el mundo por demás interesantes que constituyen un atractivo particular para este segmento de turismo que se caracteriza porque “los viajes tienen como fin realizar actividades recreativas en contacto directo con la naturaleza y las expresiones culturales que le envuelven con una actitud y compromiso de conocer, respetar, disfrutar y practicar en la conservación de los recursos naturales y culturales”.
Tristemente los cenotes son sitios hoy se encuentran gravemente amenazados, y es que el respeto a la naturaleza es una cuestión de sentido común que parece hemos olvidado. Es evidente que en muchos aspectos actuamos en contra del sostén de nuestras vidas: la naturaleza. Es por eso que quiero poner énfasis en este punto y abordar la problemática que está presente y pone en riesgo el entorno natural de los cenotes del estado de Yucatán: basura, abandono, desorden, desidia de autoridades y lugareños y en general la inconsciencia humana, son los principales factores que amenazan las bellezas naturales conocidas como cenotes, en Yucatán.
Ante tal situación, el turismo se convierte en una vía de conservación al promover la importancia del cuidado del entorno a través de acciones sustentables que no ponen en riesgo los recursos presentes.
La Organización Mundial del Turismo ha señalado cómo “en los últimos años el turismo de naturaleza ha ido en aumento, miles de personas viajan cada año para disfrutar de los distintos entornos naturales; cada día son más numerosos los turistas con sensibilidad ambiental que buscan destinos bien planificados y menos contaminados, y que dejan a un lado los mal diseñados con problemas ambientales o sociales.”
Es por ello que el tema del rescate y saneamiento de los cenotes es un trabajo arduo con tono de urgencia que debe resolverse no sólo con acciones asertivas del gobierno sino también con una educación ambiental que favorezca la sensibilidad ecológica que los pueblos prehispánicos practicaron: tomar de la naturaleza sólo lo se necesita y restituir lo utilizado. De no atenderse el problema de contaminación actual que presentan muchos cenotes en el estado, la situación “problema” no sólo se traduce en afectaciones a la salud, en materia turística se pierden por igual oportunidades de desarrollo para comunidades indígenas que por acción del turismo pueden recibir ingresos económicos y ser sus propios generadores de empleo.