Quedan tan sólo cuatro meses (02 al 13 de diciembre) para que se lleve a cabo la tan esperada vigésima quinta versión de la cumbre Conferencia de las Partes en Chile, mejor conocida como COP25. Evento que reúne a las principales economías mundiales y sus respectivos líderes para definir en conjunto las medidas y obligaciones que se tomarán de ahora en más respecto del cambio climático.
Se supone que esta reunión (N°25) es la última y, que en ella se establecerán exactamente las responsabilidades de cada nación respecto de éste asunto tan importante. Sanciones, beneficios, y un sinfín de otros puntos debieran quedar absolutamente zanjados para que se establezca y oficialice la “hoja de ruta” y actuar definitivos, que controlen nuestro comportamiento para con el planeta.
Son diversos los puntos que aún están en debate, pero es precisamente uno el que ha generado más controversia entre países y, en el cual se espera trabajar en esta cumbre en Chile para “cerrarlo y aclararlo” definitivamente para poder poner en marcha el plan de protección planetario; pero no es fácil. El conflicto se genera dado que aún no es posible ponerse de acuerdo cómo entregar “méritos, premios, reconocimiento y beneficios” al país que menos huella de carbono (bonos de carbono) genere y/o proyectos de conservación cree de ahora en más. Un asunto realmente complejo de establecer dadas sus características intangibles y difíciles de medir.
Imagínense, si un país desarrollado X que en su territorio hay graves problemas medioambientales, quiere construir la mayor planta de energía eólica o solar del mundo en un país subdesarrollado X… ¿de quién debieran ser los créditos y reconocimientos para quedarse con esos “bonos de carbono”?, ¡del país ejecutor e inversor o del país receptor?; Esto se complica aún más existiendo intereses políticos y monetarios entremedio. Realmente un tema complejo de zanjar; y de hecho es el único punto que no se ha podido solucionar en las pasadas 24 cumbres y, que ésta vez (la última) se aclare y solucione en Chile antes de poner en marcha el plan mundial de mitigación. [Aquí un artículo para mayor entendimiento del temible Artículo 6]
A pesar de lo lindo que suena en el papel éste tipo de iniciativas mundiales, todos sabemos que a pesar de llevar 24 años desarrollando este tipo de reuniones que se supone debiesen ya existir soluciones concretas que deberían estar ejecutándose, hoy por hoy poco y nada sabemos al respecto; y si existen, a ciencia cierta no han servido de nada.
De un largo tiempo a ésta parte, el mundo y todos nosotros hemos sido testigos de las graves consecuencias que han generado en el planeta nuestras malas prácticas y conductas de vida y, desde luego de lo poco conscientes que hemos sido en darnos cuenta del daño al medioambiente. Incendios en todas partes del mundo (últimamente el peor es el del vital Amazonas), contaminación industrial y por basura domiciliaria, ríos y mares de basura, destrucción de humedales/lagos/napas, tala indiscriminada de bosques y un triste sinfín de ejemplos que todos conocemos.
Hace unas semanas la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU) dio una triste y desalentadora noticia que más bien parece presagio: “(…) Nos quedan tan sólo 31 años de planeta si hoy no hacemos nada al respecto, ya que en éste preciso momento nuestro planeta se encuentra en un punto crítico y, en el 2050 nuestro mundo será inhabitable (…)”. Sin lugar a dudas éste anuncio resulta devastador, pero es cierto.
En lo personal todo esto que ha ocurrido y sigue sucediendo me abruma, entristece y duele muchísimo ya que sé que también tengo y todos tenemos responsabilidad (en algún grado) en que estemos en éste punto de casi “no retorno”.
Yo lo tengo claro, y también estoy seguro que todos sabemos lo que podemos hacer si cambiamos ahora ya nuestras conductas y nos ponemos a trabajar en salvar nuestro hogar. ¿Qué tal si desde mañana mismo, los más de 7 mil 500 millones de personas en el mundo decidimos actuar distinto?… Si fuese así, estoy seguro que los cambios serían milagrosos.
Se han preguntado últimamente si todo éste “show mediático” de hablar de calentamiento global, de las marchas de las ONGs y las famosas cumbres mundiales sobre el tema, en realidad son una total y absoluta farsa y que en verdad lo único que están haciendo los líderes poderosos y políticos es hacernos “crear en nuestro subconsciente” una especie de “conformismo” o “resignación sin culpa” de que cuando llegue el momento del fin (según ONU) digamos “al menos lo intentamos…tarde, pero lo intentamos”.
¿Qué pasa si nos están ocultando la verdad y, en realidad ya nada podemos hacer y precisamente ahora estamos viviendo exactamente y sin saberlo el temido “punto de no retorno”? Algo claramente anda mal, y en vez de “medicar al planeta” y tomar medidas correctivas para que sane o mejore, más parece que hoy en día existen sólo cuidados y medidas paliativas.
Resulta curioso ver por qué la tierra se está comportando como hemos visto: tsunamis, erupciones, inundaciones, terremotos, lluvias, granizos, tornados y nevazones inusuales, etc., etc. ¿Será que definitiva y finalmente nuestro planeta ha perdido su equilibrio natural propio y sólo estamos siendo testigos de su lenta e inminente destrucción?
Turismo: Responsabilidad y Protagonismo
Mi amigo Paul Coleman, más conocido como el “Caminante de la tierra”, me contactó en el mes de julio para plantearme la idea de escribir acerca de la oportunidad que genera éste tipo de cumbres en la dinamización del turismo nacional, pero específicamente para el ecoturismo. ¡Encantado! Dije, pero claramente quise ir un poco más allá.
Indudablemente si tomamos como referencia que para la COP25 se espera una afluencia diaria promedio de más de 25 mil asistentes (300 mil en total durante los 12 días) con la presencia de los representantes de 196 países y además los que asistan de la Unión Europea, sin lugar a dudas que la imagen turística a nivel mundial como destino antes, durante y posterior al evento, pueden eventualmente aumentar y revalorizar su apuesta en ese tipo de turismo en el contexto de ésta cita mundial sobre medioambiente.
«El turismo como lo conocemos hoy en día, es directa e indirectamente uno de los principales factores de daño al planeta.»
Actualmente las políticas turísticas en Chile apuntan a un cambio en la manera de hacer turismo. De hecho, son múltiples las campañas que de un tiempo a ésta parte hacen hincapié a modificar nuestras conductas de viaje; tanto en lo receptivo como en lo emisivo. La sustentabilidad turística y el nuevo turismo son conceptos que aún están mejorando y adaptándose a la actual manera de pensar y actuar respecto del medioambiente, pero que no alcanzan a cubrir totalmente las expectativas.
Intenté ponerme en contacto con las autoridades turísticas que dirigen y controlan nuestro desarrollo futuro en el área, para conocer su opinión y relación respecto del turismo para con la conferencia, pero como pueden imaginar no he tenido respuesta hasta ahora. Quiero pensar que están bastante ocupados trabajando en pro de un buen desarrollo turístico que asegure a Chile un futuro e imagen respetable y ejemplar a nivel mundial.
Resulta imposible hacer vista gorda y no asumir que el turismo como lo conocemos hoy en día, es directa e indirectamente uno de los principales factores de daño al planeta. Que más allá de implementar nuevas normativas que regulen el correcto desarrollo de la actividad por parte de los ofertantes, es necesario un cambio drástico más profundo, algo que traspase la línea de lo tangible. Es fundamental y urgente un cambio mental, humano, cultural y emocional que asegure sin la necesidad de leyes un verdadero futuro sustentable y sano a nuestros hijos; si no es así, que Dios nos perdone, porque sabemos lo que hacemos.