Turismo y Patrimonio Cultural

Hoy en día el desplazamiento turístico por motivos culturales no es un fenómeno nuevo, pero en los últimos tiempos la demanda de esa actividad se ha extendido a amplias capas de la sociedad mundial. Es un fenómeno de repercusión global, lejos de la antigua exclusividad por parte de las élites eruditas, siendo esta la razón por la cual se debe potenciar la actividad turística para que de la misma manera se logre promover la valoración del patrimonio cultural, en base al concepto de turismo cultural.

Siendo que el turismo cultural ha pasado de un mercado de nichos a un mercado de masas, causando una rápida evolución del uso social y el concepto de patrimonio; así los bienes culturales se han redefinido más allá de sus significados identitarios, valorándose como recursos y factores de desarrollo del territorio.

El patrimonio se ha convertido en un bien de consumo dentro del mercado, a la vez que se ha propiciado su acercamiento a amplias capas de la población.

Considerando los valores tangibles e intangibles que acumulan los elementos patrimoniales y que están presentes con su vocación histórica y cultural, se hace recomendable superar la pura acción de mercado y tener en cuenta la oportunidad de rentabilización social, cultural, educativa, de uso y disfrute por parte de los ciudadanos, por encima de cualquier rentabilidad exclusivamente de orden económico.

En cualquier iniciativa turística que tome en cuenta los bienes culturales, debe primar su uso por amplias capas de la sociedad a la que estos bienes pertenecen, sin distinguir los niveles económicos y culturales.

Desde que el turismo es una potente industria mundial, los organismos internacionales se han preocupado por conciliar esta actividad con el patrimonio. Se hace especial relevancia en el trabajo de la Organización de las Naciones Unidas (UNESCO) y la Organización Mundial del Turismo (OMT), que han marcado nuevas orientaciones en la materia. En este contexto se otorga especial interés a la necesidad de coordinación entre la política turística y la del patrimonio, asimismo se subraya la exigencia de la adecuada planificación de uso, y se reclama la concienciación de los turistas y pobladores locales en que la destrucción de este recurso no renovable supone un grave deterioro de la calidad de vida, por lo que es necesario asegurar las posibilidades del uso del patrimonio y población local.

Junto a ello se suman las ventajas de que el patrimonio es un vehículo intercultural, que tiene como requisito la salvaguarda de la identidad, la diversidad y el pluralismo cultural. Estas nuevas orientaciones generan retos en la gestión cultural, ya que ahora se considera la necesidad de una rentabilización social mediante el uso y disfrute por parte de los ciudadanos. Se contempla el patrimonio como un recurso susceptible de generar beneficios económicos y como tal, plantea problemas a resolver como las relaciones con la presencia del público o turistas, o con  la necesidad de incrementar la calidad de visita, introduciendo cambios en la manera de exponer y presentar el patrimonio a los mismos.

La interacción entre patrimonio, cultura y turismo, no se vislumbra como un camino de fácil acceso, sino como una cuestión a reflexionar, ante los efectos positivos y negativos que se generan de esa interrelación.

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Por Lindsay Rocio Martinez Medina

Licenciada en Turismo egresada de la Universidad Mayor de San Simón (Cochabamba - Bolivia), cursé las Maestrías de Planificación del Territorio y Valoración del Patrimonio Cultural en la Universidad Mayor de San Simón (PRAHC -UMSS) y la Maestría en Evaluación y Valoración del Patrimonio Histórico y Artístico en la Universidad de Salamanca (USAL - ESPAÑA). Actualmente trabajo como docente de la Universidad Mayor de San Simón en las Carreras de Turismo y Planificación del Territorio y Medio Ambiente.

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