Albacete, es la “bella desconocida” de España. Situada en la Comunidad de Castilla-La-Mancha, a una hora y media de Madrid en el AVE (Tren de Alta velocidad), la ciudad, capital de la provincia, posee grandes alicientes insospechados que configuran un patrimonio monumental y museístico de primer orden.
Una ciudad que nos sorprenderá y que como curiosidad es apodada la “Nueva York” de la Mancha, bautizada así a principios del siglo XX por el escritor español Azorín, por ser muy moderna, industriosa y tener algunos edificios bastante altos para la época.
Una ciudad que tuvo su primer desarrollo en 1375, cuando se le otorgó el título de Villa y el segundo gran salto con la Guerra de Secesión, cuando el rey Felipe V le da el favor de hacer una Feria Anual, como la que sigue marcando la vida de Albacete y que acaba de tener lugar este mes de septiembre y finalmente cuando Isabel II le dio el título de Ciudad en 1865, con el establecimiento de la Audiencia Territorial, hoy actual Tribunal de Justicia de Castilla-La-Mancha. Albacete cuenta actualmente con una población de 180,000 habitantes (210,000 durante la semana).
Lo primero que llama la atención cuando llegamos a la ciudad es la plaza del Altozano, o del Ayuntamiento, que puede presumir de tener algunas de las razones por las que debemos visitar Albacete como la estatua homenaje al cuchillero o el Gran Hotel. Se trata de uno de los edificios más antiguos, grandes y emblemáticos de Albacete, que destaca en la plaza por su imponente belleza. Construido hace 101 años por decisión del alcalde Gabriel Lodares que se lo encargó al arquitecto municipal Daniel Rubio, el Gran Hotel posee una fachada modernista con adornos florales, de niños, jarrones, gárgolas y de diablos, muy presentes éstos en todos los edificios modernistas de la ciudad, ya que se ponían para ahuyentar a los malos espíritus.
De ahí, seguimos por la calle Ancha, por donde corren pequeños riachuelos subterráneos. La calle está bordeada por edificios modernistas, típicos de este estilo artístico de principios del siglo XX, encargados, en su origen, por familias catalanas y valencianas, que emigraban a Albacete. Todos ellos muy en la línea de la fachada del Gran Hotel. De hecho, Albacete que fue sede de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española (1936-1939), fue visitada por escritores combatientes en dicha contienda, como el francés Antoine de Saint-Exupéry y el americano Hemingway que se alojaron respectivamente en el Gran Hotel y en el extinto hotel Regina.
La calle Ancha desemboca en el frondoso Parque de Abelardo Sancho. Pero si torcemos a la derecha, llegamos a la joya arquitectónica de Albacete, el Pasaje de Lodares, que toma el nombre del alcalde, adinerado terrateniente, Gabriel Lodares porque lo encargó él también, como ya hizo con el Gran Hotel. Se trata de una galería comercial que recuerda la de Vittorio Emmanuele de Milán. De estilo modernista, data de 1925. Es una obra de belleza elegante y une dos calles, la del Tinte con la calle Mayor. Actualmente, es un pasaje privado que se abre al público durante el día, con miradores, columnas, estatuas de cariátides simbólicas de la industria y las artes y arcos que aportan serenidad al edificio. En España solo quedan tres ejemplos de este tipo de galerías: El Pasaje de Lodares, el Pasaje Gutiérrez de Valladolid y el Pasaje Ciclón de Zaragoza.
Desde la calle Mayor, antigua vía real que unía Madrid con Valencia, llegamos a la Catedral de San Juan, pasando por simpáticas y tradicionales bodegas manchegas, de paredes encaladas y sillas de colores, donde se pueden beber vinos de la zona y tapas regionales. La Catedral, que llama la atención por su piedra dorada, empezó a construirse en 1515 y tardaron 500 años en terminarla. Como dato curioso, decir que se empezó a idear como iglesia y no como Catedral.
Desde la calle Mayor entramos al templo por una puerta secundaria y al salir por la principal, veremos, a nuestra derecha otro de los símbolos de Albacete, el Museo Municipal de la Cuchillería. Albacete es famoso en el mundo entero por sus navajas y cuchillos, siendo uno de los centros de la cuchillería internacional. El Museo alberga varias salas como la de las Tijeras o las de navajas bellísimas elaboradas con todo tipo de ornamentos, detalles que dan lugar a unas piezas de una creatividad asombrosa, provenientes de muchos países. Como dato informativo para comprar una genuina navaja de Albacete, decir que los auténticos artesanos de cuchillos de la zona ponen siempre sus marcas y/o apellidos en las piezas. De no ser así, no son auténticas.
Podemos seguir nuestro paseo, callejeando, admirando todo el modernismo de la ciudad o yendo a degustar algunos de los platos típicos de Albacete en alguna bodeguita o restaurante: pisto manchego, judías con caza, atascaburras (patatas y bacalao), por solo decir algunos platos típicos que deberemos coronar con el postre más característico, los deliciosos “miguelitos”, pastelillos de hojaldre rellenos de crema pastelera o chocolate, en las versiones más modernas, que acompañaremos, como manda la tradición con una sidra fresquita.