Los espacios utilizados para la actividad turística no han sido los mismos desde que comenzaron a funcionar como objeto de recreación y descanso. Estos espacios, mejor conocidos como destinos turísticos se caracterizan por ser entornos complejos y cambiantes, delimitados por cuestiones geográficas, socio-culturales y políticas. Es inconcebible entender un destino turístico sin priorizar las necesidades de la comunidad receptora, por lo que “la industria del turismo requiere servicios del sector público y privado para poder funcionar, lo cuál hace a esta industria altamente dependiente de los mismos” (1), especialmente del sector privado ya que muchos países han dependido de la inversión extranjera, misma que condiciona la producción económica de una nación.
Al paso del tiempo la capacidad de carga social y ambiental, anudando con las transformaciones a consecuencia de la globalización y al mismo tiempo la evolución y el ciclo de vida de los destinos turísticos, trae consigo la necesidad de adaptar los espacios receptores de demanda para ajustarse a la dinámica global y medioambiental (2). Según la concepción de evolución del ciclo de vida de un destino turístico de Butler (3), compuesto por diferentes etapas -descubrimiento, inicio, desarrollo, consolidación, estancamiento y declive o rejuvenecimiento- se puede decir que a cualquier destino llegará a consolidarse y estancarse, algunos con mayor intensidad, otros lentamente, pero en definitiva, es inevitable el declive y en el mejor de los casos el tan anhelado rejuvenecimiento. Incluso las acciones tomadas por el sector público y privado en beneficio de la oferta de los destinos sólo retrasaría un declive irreversible(2). ¿Pero cuáles son las posibles causas que determinen esta fase en la vida evolutiva de un destino turístico? ¿Así como surgió un destino surgirán más, pero estos se enfrentarán a la misma situación?
La explotación de los recursos del territorio, una imagen desgastada, “crisis a consecuencia de acontecimientos actuales, como caos político, desastres naturales, terrorismo y disturbios civiles, sin dejar de mencionar los hechos producidos externamente, como las crisis económicas” (1) son algunos de los factores que influyen en los cambios en de la evolución de los ciclos de vida de los destinos turísticos.
El modelo de Butler (3) explica que el decrecimiento de la demanda sucede cuando se supera la capacidad de carga del área en términos ambientales -escasez de suelo, calidad del agua y aire-, infraestructura física -transportes, alojamiento- o sociales -masificación, percepción negativa del turismo por parte de la población local-. En ese momento comienza el declive con respecto a otros espacios turísticos y a su vez desciende el número de turistas. La reconfiguración o regeneración de un destino turístico, es, por lo tanto, necesaria para poder seguir siendo atractivo y poder mantener un equilibrio entre la población residente y los visitantes (4). Ante esta situación es menester poder explicar e integrar los elementos que convergen en el desarrollo de un destino, no solamente restablecer las características de imagen urbana e infraestructura, sino mantener la esencia tradicional cultural, ambiental y social que han sido interesantes y significado motivos de visita; pero además crear e innovar estrategias para reposicionar la imagen, así como reordenar la evolución de estos espacios y recuperar o integrarse al mundo competitivo.
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Referencias
(1) Ndlovu, J., Nyakunu, E. & Heath, E. «Branding a destination in a political crisis: Re-learning, re-thinking and re-aligning strategies». (2) Vera, J. y Baños C. «Renovación y reestructuración de los destinos turísticos consolidados del litoral: Las prácticas recreativas en la evolución del espacio turístico». Boletín Geografos Españoles. (3) Butler, R. «The concept of a tourist área cycle of evolution: implications for management of resources. Canadian Geographer. (4)Lobeira Alcaraz, M. «Regeneración de destinos Turísticos: Tres casos de estudios en España». Universidad Internacional de Andalucía.