incendio-en-holboxFuente: elgrafico.mx

A tan sólo nueve meses de la devastación del manglar de Tajamar en Cancún, la semana pasada se reportó en diferentes medios de comunicación acerca de un incendio en la reserva Yum-Balam de la isla de Holbox, al norte de Quintana Roo, el cual afectó 87 de las 154,000 hectáreas de selva y manglar que conforman la zona decretada como Área Natural Protegida.

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De acuerdo a diferentes grupos ambientalistas como «Todos Unidos por Holbox», el incendio habría sido provocado para satisfacer los intereses de Península Maya Developments, una empresa con la cual los ejidatarios de la región mantienen un conflicto legal desde el año 2007, cuando presuntamente se apoderó de terrenos ejidales de manera irregular.

En el año 2014, con el objetivo de “generar la mejor propuesta para la isla con énfasis en la protección del medio ambiente y el desarrollo comunitario sustentable”, la empresa retomó sus planes de desarrollar un complejo denominado La Ensenada, en donde se construirían 875 villas y condominios, 195 cuartos en tres hoteles, y una unidad turística de tres niveles, así como centros comerciales y oficinas, lo cual es completamente incongruente con su narrativa sustentable.

El pasado Viernes 22 de Septiembre, personal de la Procuraduría Federal de Protección Ambiental (Profepa), así como de las comisiones Nacional para Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y Nacional Forestal (Conafor), determinaron que “existen indicios claros de que el siniestro fue provocado” pues se observaron matorrales con marcas de pintura y evidencia de presencia humana en el sitio, por lo que hicieron un llamado a las autoridades a no autorizar cambios en el uso de suelo con el fin de evitar el desarrollo de proyectos hoteleros e inmobiliarios.

Península Maya Developments se deslindó del hecho y señaló a través de su sito en facebook que la empresa “afirma su disposición de coadyuvar con la autoridad competente para que se investigue a fondo las causas que provocaron el incendio en la Isla Holbox y de que se deslinden responsabilidades”.

A partir de la creación del estado libre y soberano de Quintana Roo en 1974, la región costera del estado se ha visto asediada por intereses nacionales y extranjeros, inversionistas, empresarios, políticos y desarrolladores turísticos, quienes buscan obtener un beneficio personal a costa de la explotación de los paradisiacos espacios naturales del caribe mexicano.

Bajo la promesa de desarrollo regional, crecimiento económico, y progreso social, el gobierno federal puso en marcha un proyecto propulsado por capital nacional y extranjero, cuyo propósito original era propiciar el desarrollo económico y el crecimiento poblacional de la región centro y sur del estado a través del establecimiento de “zonas de desarrollo”: la zona norte como centro de desarrollo turístico, la zona centro como núcleo poblacional y región pesquera, y la zona sur como región agroindustrial y centro de poder político.

A 42 años de la implementación de este proyecto federal, la zona norte (con su principal centro turístico en la ciudad de Cancún) se ha visto rebasada por el crecimiento urbano y poblacional, la zona centro se convirtió en una zona de expulsión de indígenas y ejidatarios de sus tierras (quienes migraron hacia el norte en busca de oportunidades de trabajo en el sector turístico), y la zona sur se ha quedado despoblada y rezagada ante la concentración del capital en la zona norte.

Durante los siguientes años se espera continúe la implementación de este mega-proyecto de desarrollo distinguido por sus violentos procesos de devastación de manglares y selvas, así como por sus prácticas irregulares de desalojo de familias indígenas y ejidatarias de sus tierras.

Como estudiantes y graduados de turismo tenemos la responsabilidad de tomar conciencia de esta realidad y exigir a las autoridades que se ponga fin a este crecimiento insostenible, antes de que la región comience a reducir su nivel de competitividad internacional.

A través del trabajo con universidades y asociaciones civiles, así como la implementación de proyectos de investigación y el involucramiento con las comunidades, es posible generar alternativas de desarrollo verdaderamente sustentables que beneficien a las familias locales.

Algunas iniciativas como la del Cenote dos Palmas y el ejido Jacinto Pat en Tulum, han demostrado que es posible lograr una gestión sostenible de los recursos locales en favor del desarrollo planificado.

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Por Diego Hannon Ovies

Turismólogo. Apasionado de la investigación multidisciplinaria del turismo. Maestro en desarrollo local y territorio por la Universidad de Guadalajara. Participé en los programas Working Holiday Visa de Canadá y Nueva Zelanda.

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