El pasado miércoles 17 de enero de 2018, la Presidenta de Chile (Michelle Bachelet) anunció la construcción de un megapuerto en la ciudad de San Antonio; puerto muy cercano al histórico Valparaíso y perteneciente a la misma administración territorial denominada «Región de Valparaíso».
El anuncio es una muy buena noticia para la región, principalmente en lo que respecta al desarrollo económico y portuario regional, pero deja en la incertidumbre a quienes vaticinan la desaparición total del alicaído Puerto de Valparaíso.
Pero si hacemos un poco de historia, es importante destacar que el consecutivo empobrecimiento del puerto de Valparaíso – así como de sus trabajadores portuarios – motivó la búsqueda por un nuevo modelo económico para la ciudad, que sustituyera la antigua abundancia que caracterizaba al viejo puerto.
Fue bajo esa premisa que, durante el gobierno del presidente Ricardo Lagos Escobar, se decide postular a Valparaíso como «Patrimonio de la Humanidad» ante la UNESCO; esto, con la firme esperanza que la actividad turística, relacionada a los sitios culturales y patrimoniales, reactivara la economía local, propiciando la instalación de servicios de guiado, gastronómicos y de hospedaje.
Lo cierto es que el modelo patrimonial ha fracasado, en mis artículos anteriores titulados «La influencia de la UNESCO sobre los sitios Patrimonio de la Humanidad«, sumado a «La crisis de los patrimonios nacionales de Chile«, explican brevemente la causa de estos fracasos; situación que está llevando a Valparaíso muy lejos de ser el destino turístico que alguna vez se planificó.
Para los habitantes y comerciantes de Valparaíso, comenzó a ser cada vez más común, ver como los turistas disminuyeron año tras año en la ciudad, sus pernoctaciones bajaron notablemente en los últimos años, mientras que la delincuencia, asociada al robo de turistas, comenzó a ser pan de cada día en las calles del puerto. La actividad de cruceros, que se veía como una de las más prometedoras del puerto, escasamente descendían hacia Valparaíso, sino más bien emprendían viaje directo a Casablanca o Santiago.
El golpe más duro para las cifras de turismo en Valparaíso se dio a mediados del año recién pasado, cuando 39 recaladas de cruceros, que prometía la temporada 2017-2018, se vio fuertemente disminuida por la salida de una de las principales empresas operadoras (Carnival), quienes decidieron llevar a San Antonio la llegada de sus buques, reduciendo tan solo a 16 las visitas a la vieja ciudad puerto.
En entrevista al Diario el Mercurio, Claudio Nast, gerente general de la compañía operadora de cruceros Destination Managment Chile señaló: «En su momento [Valparaíso] era como una novia bonita que lo único que hizo fue pedir condiciones, no quería nada, todo era difícil y complicado. La otra, quizás no era tan bonita, pero dio todas las facilidades y lo hizo bien. Lógicamente, el novio se fue con la que más le convenía»
El anuncio no debió tomar por sorpresa a nadie, pues se tratada de una muerte anunciada, aunque el golpe definitivo lo ha acertado el propio gobierno, tras el anuncio de la construcción del megapuerto en su ciudad puerto rival.
Hoy las autoridades locales se muestran preocupadas, pues nunca imaginaron que se desestimaría la tradición portuaria de Valparaíso por sobre su vecina San Antonio. Darlo todo por sentado hoy los tiene en la más completa incertidumbre; el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, se pregunta: «¿Cuál es la estrategia portuaria para construir un puerto de esta envergadura? ¿Qué va a pasar con el terminal portuario 2?»; la Coordinadora Marítima Portuaria de Valparaíso protesta con declaraciones como: «esta determinación afectará directamente a los trabajadores portuarios y a sus respectivas familias». Ahora el Alcalde, la Coordinadora y los trabajadores portuarios vuelcan todos sus dardos a la autoridad regional, el Intendente Aldoney, a quien juzgan de imparcial a la hora de tomar las decisiones.
Lo cierto es que San Antonio ha hecho un muy buen trabajo; el puerto de esta ciudad lidera la transferencia de carga en Chile, con 17,9 millones de toneladas en 2017; ha logrado conquistar a la principal empresa de cruceros, y ahora obtiene – por mérito propio – la aprobación de construir el megapuerto más importante de Chile.
Creo que llamar a ejecutar de forma urgente los proyectos del «Terminal 2» y el «Muelle de Cruceros» en Valparaíso ya parecen ser los últimos golpes que tira aquel viejo boxeador en su última pelea antes de ser noqueado.
Lo cierto es que Valparaíso ha perdido sus turistas, sus recaladas de cruceros y ahora su puerto, sólo por ineficiencia de sus propias autoridades locales; sin considerar la alta probabilidad que hoy existe de perder la denominación de Patrimonio de la Humanidad, la cual aún no cuenta con el Plan Rector exigido por la UNESCO desde hace más de 15 años.
Indudablemente, es imposible predecir el futuro de Valparaiso; lo cierto es que ahora, aquella vieja ciudad que alguna vez se consideró como un testimonio excepcional de una tradición cultural que sigue viva, está desapareciendo poco a poco entre un mar de autoridades incapacitadas de asumir sus responsabilidades, permitiéndonos afirmar ahora que Valparaíso no aplica como puerto ni como destino turístico.